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Las primeras y raras fotografías de un eclipse total de sol de 1854 conservadas como un tesoro en EE.UU.

Han pasado 163 años desde que una tarde de mayo, los hermanos William y Frederick Langenheim, tomaron las primeras fotografías de un eclipse total de sol en Estados Unidos.

THE METROPOLITAN MUSEUM OF ART, GILMAN COLLECTION

THE METROPOLITAN MUSEUM OF ART, GILMAN COLLECTION

No parece tan extraordinario visto desde el lente de nuestra época, en la que basta un celular para fotografiar el eclipse total de sol el próximo 21 de agosto, el primero en cien años en Estados Unidos.

Sin embargo, el 26 de mayo de 1854, los dos hombres de origen alemán crearon uno de los mayores tesoros de la historia de la fotografía y la astronomía en Estados Unidos.

Se trata de una secuencia de ocho daguerrotipos -fotografías sobre metal- de aquel eclipse de los cuales las siete que sobreviven hacen parte de la Colección Gillman del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, mejor conocido como MET.

La fotografía comercial había nacido oficialmente unos años antes, en 1839, y este era el primer eclipse total de sol que ocurría en el país desde entonces.

Los Langenheim eran líderes en la industria en la ciudad de Filadelfia y no dejaron pasar la oportunidad de documentar el momento.

“Son siete placas metálicas cuya superficie, de al menos de uno de sus lados, está recubierta en plata con un terminado similar al de los espejos. Si una personas mira de frente a la lámina se verá a sí misma”, explica Jeff Rosenheim, curador de fotografía del MET en una presentación exclusiva en el museo a la que asistió BBC Mundo este viernes.

“Pero en esa superficie frontal también hay lo más mágico de la fotografía: una imagen. Está construida molecularmente. Lo que vemos es la imagen que fue hecha en la cámara y que sobre la placa resulta en un elemento microscópicamente delgado, de un ancho molecular, tridimensional”, dice Rosenheim.

El eclipse fue visible desde el estado de Oregón en el noroeste de EE.UU. hasta Maine, en el noreste. En el hemisferio norte, la Luna siempre sombrea el Sol de derecha a izquierda durante un eclipse solar. La secuencia de estas imágenes parece extraña, al revés, porque están invertidas como en un espejo.

“Estos daguerrotipos son entonces una conversación entre nosotros los fotógrafos, el Sol y la Luna. Y la idea de la alineación. Es algo absolutamente precioso, esa idea de que el mundo está alineado es algo mágico”, afirma apasionado Rosenheim.

Según el curador, otro de los grandes valores de las fotos radica en que es una secuencia y no una sola imagen.

“Ustedes están viendo una película, es la narración de un evento, es periodismo, es la secuencia de una historia”.

Aunque se tiene registro de que otros seis daguerrotipos y otra fotografía en papel fueron tomados durante el mismo eclipse, estas son las únicas que sobrevivieron el paso de la historia.

¿8 cámaras? ¿Un telescopio?

A pesar de que el eclipse quedó documentado en las fotografías mismas y que siempre han estado bien cuidadas, hay elementos de misterio en ellas, como que no existe una versión oficial de cómo fueron tomadas.

Rosenheim está convencido de que los Langenheim usaron ocho cámaras de madera de distintos tamaños, lo que explica que tres de las fotos sean excepcionalmente más pequeñas -casi diminutas- que las otras.

Es muy posible que los fotógrafos se hayan visto obligados a utilizar las cámaras más pequeñas disponibles en el mercado porque prácticamente no había luz cuando la luna eclipsó la mayor parte del sol y las cámaras más pequeñas requieren proporcionalmente menos Luz para hacer una imagen.

No tenemos muy claro cómo fueron tomadas las imágenes, si fue con un lente panorámico o a través de un telescopio. Yo personalmente no creo que hayan sido tomadas con un telescopio porque el brillo del sol a través de un telescopio hubiera quemado las fotografías, hubiera sido demasiado fuerte para la placa”, asevera.

Los expertos del MET también tienen una teoría sobre la octava foto, que nunca llegó a sus manos.

“Tal vez la octava foto no salió bien, quedó oscura, no se le veía el anillo de alrededor en el momento del eclipse total y por eso alguien pensó que no había nada en ella y no sobrevivió”, supone Rosenheim.

Los daguerrotipos y la astronomía

Los daguerrotipos derivan su nombre de Louis Daguerre, un francés que aunque no fue el inventor de la fotografía, sí fue el primero en evolucionar su técnica hasta lograr plasmarla en una plancha de metal, en un proceso corto.

En 1839 presentó en la feria de París esta revolucionaria técnica que quedo registrada en la historia como el “nacimiento de la fotografía”.

Y desde ese inicio los fotógrafos y científicos querían documentar los astros. Era fácil con la Luna que estaba cerca de la Tierra y tenía un ciclo corto de 28 días. Pero un eclipse era sin lugar a dudas un reto de grandes proporciones.

“Lo más difícil de fotografiar es una boda, porque si no capturas el beso el resto es una repetición. Fotografiar un eclipse es igual de difícil porque mientras estás haciendo tus imágenes todo está cambiando rápidamente y no puedes regresar. Si no logras las fotos debes esperar 7 ó 9 años para el próximo eclipse”.

Con ese ejemplo cotidiano, Rosenheim pretende explicar la dificultad enfrentada por los Langenheim, que ciertamente tuvieron que haber practicado las posiciones de las cámaras y los tiempos de exposición minuciosamente antes del paso del eclipse para lograr el impecable resultado que vemos hoy.

Filadelfia era una ciudad ideal para entender la compleja relación entre el arte y la ciencia, según dice el curador.

“Había fotógrafos muy talentosos, los Langenheim eran además vendedores de equipo fotográfico lo que les permitía acceder a cosas que otros no, especialmente lentes. Ellos construían y vendían cámaras, importaban otros equipos” cuenta.

“La fotografía es el medio más democrático. Estas fotografías fueron hechas dentro de una comunidad científica. Estas fotos fueron hechas explícitamente buscando conocimiento científico, pero estoy seguro que cuando los Langenheim las revelaron, las expusieron en sus galerías para que la gente pudiera venir a verlas”.

Rosenheim cree que el próximo lunes con la llegada de un nuevo eclipse de sol a Estados Unidos, los expertos y aficionados se enfrentarán al mismo reto de los hermanos Langenheim.

“Creo que habrá siete grandes equipos de fotógrafos en Nueva York para registrar el eclipse. Y será como los Langenheim, algunos tendrán éxito y otros fracasarán”, afirma.

“Pero yo espero que la gente disfrute la experiencia tanto como planea documentarla. Vivimos en un mundo en el que ser el medio está reemplazando a la experiencia directa del ojo y el cerebro, y creo que para este eclipse sería positivo salirse un poco de eso para vivir la experiencia real”.

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