Pero su vida tuvo un giro que cambiaría la historia de naciones latinoamericanas cuando en el año 1809 llega a la ciudad de Buenos Aires -tan sólo un año antes de la Revolución de Mayo que dictaminaría el inicio de la independencia argentina del imperio español.
BBC NEWS MUNDO
¿Por qué la bandera argentina ondeó en el siglo XIX en la capital de California?
Esta es la historia del corsario Hipólito Bouchard quien nació en 1780 en Saint-Tropez, Francia. Se inició como marino en edad temprana y pasaría gran parte de su vida adulta luchando bajo bandera francesa en las costas del norte de África y el Caribe.
Argentina celebra este 25 de mayo un nuevo aniversario de la revolución de 1810 que inició el proceso independentista. AFP
Inspirado por las luchas independentistas, Bouchard se enlistó en la joven armada argentina y luego pelearía como granadero a caballo en la famosa batalla de San Lorenzo, impresionando al propio General José de San Martín, libertador de Argentina.
Gracias a su lealtad y valor en combate se le entregó la ciudadanía argentina en 1813 y dos años más tarde, el gobierno local le expidió la primera patente de corso para que luchara contra los buques españoles en alta mar.
Carta blanca
Fue el 9 de julio de 1817, primer aniversario de la declaración de la independencia argentina, que Hipólito Bouchard, un probado capitán en guerra y leal a la república, zarpó hacia alta mar en la fragata La Argentina cumpliendo con su segunda patente de corso.
Este fue el viaje que más aventuras e historias le dieron a Bouchard, circunvalando el mundo de este a oeste, luchando contra los buques españoles y negreros de cualquier bandera.
Según el presidente argentino, (1862-1868) e historiador Bartolomé Mitre, ninguna expedición corsaria de aquella época fue más beneficiosa ni valiente como la de la Fragata La Argentina.
Durante la campaña en el Pacífico, Bouchard se encontró con la corbeta Santa Rosa a orillas de la isla de Hawáii, la cual desobedeciendo su patente de corso expedida por las Provincias Unidas del Río de la Plata, se había amotinado en Chile y cometido actos de piratería.
Bouchard se entrevistó con el rey de la isla, Kameha-Meha I quien se la había comprado a los rebeldes. Luego de una serie de negociaciones logró que se le entregasen los prisioneros para ser ejecutados bajo las leyes de las Provincias Unidas además de la corbeta a cambio del precio que había pagado por ella, 600 quintales de sándalo.
Cuenta Mitre en su libro Páginas de Historia, que este acuerdo entre el rey y el capitán terminó sellando un pacto entre ambas naciones en donde Hawáii reconocía el carácter autónomo de la Argentina, siendo este el primer estado en hacerlo.
La bandera argentina en Monterey
Siguiendo la huella de sir Francis Drake, Bouchard zarpó hacia las costas de California el 25 de octubre de 1818 llevando consigo un importante poder de fuego conjugando su fragata La Argentina y la corbeta recientemente recuperada y renombrada Chacabuco.
El 22 de noviembre fondeó su expedición a la entrada de la bahía de San Carlos de Monterey porque sabía que la capital de la Nueva California poseía minas ricas y podrían encontrarse allí tesoros y riquezas destinadas al rey de España, como menciona Alexander von Humboldt en su libro Ensayo político sobre el reino de la Nueva-España.
Otra razón que tenía Bouchard para atacar ahí era que según sus informes las baterías del puerto estaban desmanteladas y que la población no tenía medios eficaces de defensa, lo cual quedaría demostrado más adelante que no era cierto.
El 23 de noviembre comenzó el plan ideado por Bouchard para tomar posesión del fuerte. La idea era simple: enviar la corbeta Chabacuco con bandera americana para luego entrar con la fragata y reducir a la fortaleza.
El plan se vio truncado debido a que la corbeta encalló a poco antes de llegar al punto de desembarque quedando a merced de las 18 baterías que disponía el fuerte.
El capitán de la Chacabuco, William Shipre vio que era imposible retirarse y mucho menos desembarcar, y así fue que dio dos órdenes: izar la bandera argentina y abrir fuego sobre el fuerte.
Shipre se rindió a los quince minutos teniendo a su tripulación diezmada y a la corbeta acribillada ante la impotente mirada de Bouchard a bordo de la Argentina. Ante esta escena se le atribuye la frase: “A los diecisiete tiros de la fortaleza tuve el dolor de ver arriar la bandera de la patria”.
Cinco días de ocupación
Como menciona Bartolomé Mitre, esta había sido una pequeña victoria para los españoles del fuerte que no medían la potencia destructiva de la fragata que aún estaba en pie y fuera del rango de alcance de sus cañones.
Tal era la pobreza de recursos que ni siquiera contaban con barcos para hacerse del motín de la embarcación vencida.
Durante la noche, mientras desde el fuerte se escuchaban gritos de victoria y celebración, desde La Argentina rescataron a los sobrevivientes de la Chacabuco dejando sólo a los heridos cuyos gritos de convalecencia podrían alertar a los españoles.
A las ocho de la mañana del 24 de noviembre, la infantería argentina desembarcó a una legua del fuerte, subió por un estrecho desfiladero y redujo a los tres o cuatro centenares de hombres de caballería que le hicieron frente. El resto de las fuerzas del fuerte abandonaron sus puestos y tan sólo dos horas más tarde de iniciado el ataque, la bandera argentina fue izada en el fuerte.
Comenzada la ocupación también se iniciaron las tareas de reparación de la Chacabuco.
Durante los cinco días de ocupación, Bouchard mandó a saquear y destruir todo cuanto edificio español quedara en pie dejando a resguardo a los americanos. El 29 de noviembre de 1818, con la corbeta ya reparada, Bouchard abandonó Monterrey con el objeto de repetir la misma operación en toda la costa mexicana.