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El convite, alegre baile callejero

Cada año, personajes tomados de la televisión o el cine invaden con danzas y música las calles de Momostenango, Totonicapán.

Fotografía más antigua del Convite, data de 1963. (Foto: Hemeroteca PL)

Fotografía más antigua del Convite, data de 1963. (Foto: Hemeroteca PL)

Máscaras y vestimentas coloridas han recorrido las calles de Momostenango desde hace cien años. Se trata del convite en honor a las vírgenes de Concepción y Guadalupe, a celebrarse el 8 y el 12 de diciembre, respectivamente. Se dice que su aceptación y popularidad se debe a la alegría que ha ofrecido a los lugareños durante todo ese tiempo.

Pese a no existir un documento que registre cuándo se efectuó el primer desfile, la tradición oral asegura que tiene más de cien años.

Amílcar Díaz en su libro Convite Momosteco, cien años de historia ofrece una serie de entrevistas con personas que nacieron a principios del siglo XX, que fueron partícipes de este evento, o sus familiares estuvieron involucrados. Señala también que pudo haber nacido como producto de la catequización, una manifestación de adoración y respeto a la Virgen María, por ser la madre de Jesús. Y desde el punto de vista social, como una práctica para ridiculizar a un grupo en desventaja ante otro que disfrutaba de prebendas. “Estos relatos determinaron que la conmemoración se hiciera este año”, indica Francisco Pineda, miembro del comité.

Danzantes

Los convites tienen su origen en la Edad Media, específicamente en Europa, explica el antropólogo Carlos René García Escobar. Los ibéricos llamaban a este conjunto de danzantes paredes (o paradas), o mojigangas.

Al continente americano llegaron con la colonización española, y fue aquí donde adquirió un carácter religioso. “Éstos funcionaron como convidaciones o invitaciones de algunas organizaciones populares hacia los lugareños, previo a las fiestas patronales de los pueblos. Era la forma de anunciar con ocho o 20 días de anticipación que en el lugar habría alguna celebración”, indica García Escobar. El objetivo era recaudar fondos, aprovechando la ocasión para disfrazarse de personajes misteriosos, de la cosmovisión maya y reales de la comunidad.

El antropólogo dice que estos actos fueron llamados de diferentes formas —enmascarados, encamisados y de fieros—. Así pasaron de la época colonial hasta mediados del siglo XX. Fue en los años 1960, con la llegada de la televisión, y luego el cine, que se dieron las transformaciones y comenzaron a surgir personajes de los medios de comunicación, los cuales dejaron atrás a los que caracterizaban a la región. A pesar de que en algunos lugares la tradición se ha ido perdiendo, aún existen poblados en donde dicha festividad sigue con las costumbres ancestrales, como el de San Juan el Obispo.

Una visión mundial

Momostenago es uno de los sitios del país en donde se tomó la influencia de disfrazarse emulando a alguna celebridad, sin importar si es ficticia o real, por ello, sus figuras varían desde los personajes de Walt Disney o algunos de la Guerra de las Galaxias, hasta Fidel Castro o George Bush.

Mas este espectáculo, que cada año recorre las calles del municipio en el mes de diciembre, tiene costos elevados, pues una máscara puede alcanzar los Q2 mil. Éstas son elaboradas en Quiché, Mazatenango y San Francisco El Alto. Un traje completo puede costar Q5 mil. Es por ello que el número de participantes depende de la capacidad económica que tengan para invertir en los disfraces, el número oscila entre 30 ó 40 integrantes, quienes salen en parejas.

Un año antes de la actividad, los dúos se unen por amistad. Ellos acuerdan qué personaje interpretarán, y en los meses de mayo y junio solicitan la confección de la indumentaria, comenta Francisco Pineda. Esto se mantiene en secreto hasta el día de la festividad. A veces se llega a repetir un disfraz, pero nunca serán iguales, porque su creador es diferente. Los integrantes del convite poseen una colección de trajes, pues una de las reglas es nunca vestir el mismo.

Un día de baile

El convite sale a las calles a partir de las 9 horas, sus paradas obligadas son 20 casas, cuyas familias tienen como tradición participar. Estos hogares pagan Q250 para que los personajes bailen dos melodías frente a sus puertas durante 10 ó 15 minutos.

La tradición ha sido que el convite esté acompañado por marimbas, las cuales interpretan tangos o boleros, algunos grupos famosos que han estado son Fidel Funes y Checha y su India Maya. Sin embargo, este año será un grupo de merengue el que participará con los disfrazados. Para ello, los integrantes ensayaron nuevos pasos de baile. “El cambio se hizo por sugerencia de un grupo de jóvenes, y como la actividad es para todas las edades la aceptamos”, explica Rogelio Guzmán, miembro de la directiva.

La danza termina a las 19 horas, tiempo en que los bailarines llegan al salón municipal en donde los pobladores los aguardan. Es una de las partes esperadas de la celebración, porque es cuando se da el descubrimiento; significa que cada persona se quita la máscara utilizada durante el recorrido.

“Al principio del siglo XXI nos encontramos con convites en donde hay de todo y para todos los gustos”, dice Carlos René García Escobar. Para los integrantes del grupo de Momostenango, lo importante es el aplauso y la sonrisa del público, que es el único premio que reciben cada año por salir a las calles.

Otras celebraciones

  • Los convites se llevan a cabo, entre otros lugares, en Sipacapa, San Marcos; Chichicastenango, Santo Tomás Chiché y Santa Cruz, Quiché; Sumpango, Sacatepéquez; San Francisco El Alto, Totonicapán; y Villa Nueva, Guatemala.
  • Los bailes de Guatemala de origen prehispánico son La danza del venado, La culebra, El baile de los güegüechos, y El Rabinal Achí. 
  • De origen hispánico: danza de Toritos, Diablos, La conquista, Moros y cristianos, Danza de Flores, De los Mexicanos, Baile de gigantes, De los Partideños, De la reina Catalina y De los doce pares de Francia. (Según documento de bailes y danzas de Guatemala del Ministerio de Cultura y Deportes).

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