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Muere el actor de cine Steve Cochran

El 28 de junio de 1965 fue noticia el fallecimiento del actor  de cine norteamericano Steve Cochran, debido a un edema agudo en uno de sus pulmones.

28/06/1965 Portada de Prensa Libre daba a conocer sobre la trágica muerte del actor. (Foto: Hemeroteca PL)

28/06/1965 Portada de Prensa Libre daba a conocer sobre la trágica muerte del actor. (Foto: Hemeroteca PL)

El actor había permanecido en el timón de su embarcación durante una tormenta por varios horas.

Hemeroteca de Prensa Libre reproduce la noticia tal como fue publicada en su momento: Tres mujeres mexicanas que durante once días y once noches compartieron con el cadáver de Steve Cochran un yate a la deriva, frente a las costas de Guatemala, hicieron ayer tarde a PRENSA LIBRE un impresionante relato del drama que les tocó vivir en alta mar.

Anonadadas aún por el insólito caso que les deparó el destino, y afectadas por la fetidez del cuerpo en descomposición del famoso actor de cine norteamericano, permanecían en las oficinas de la Compañía Pesquera Guatemalteca, las cuales les han sido señaladas por cárcel, en Champerico, Retalhuleu.

Son ellas: Eva Montero Castellanos, de 21 años de edad, originaria de Papantla, Veracruz; Lorenza Infante de la Rosa, de 14 años, alumna de una escuela primaria en Acapulco; y Eugenia Bautista, de 19 años, de oficio lavandera, originaria de Cacahuatepec, Oaxaca.

Mientras tanto, el cadáver de Robert Alexander Cochran, que tal era el verdadero nombre del artista, permanece solitario en una caja de zinc, debidamente sellada, en un rincón de una empresa funeraria en esta capital, a la espera de que familiares del fallecido, o bien las autoridades norteamericanas, decidan lo que debe hacerse con él. Temporalmente la caja de zinc fue colocada dentro de rústico ataúd de pino.

Contratadas como camareras

Las tres mujeres contratadas por el solitario navegante son de un bajo nivel social y pobres casi de solemnidad. Eva Monteros Castellanos es madre de dos niños. Su marido es un cantinero que reside en Acapulco. Bebedor consuetudinario, hizo que la unión de hecho se disolviera hace poco tiempo. Se gana ella la vida trabajando en un taller de modas.

Eugenia Bautista también tiene un hijo de un año y cuatro meses de edad. Está separada de su marido y no sabe dónde vive su exconviviente, ni a qué oficio se dedica.

La menor de edad, Lorenza Infante de la Rosa, sólo tiene madre dice. Sabe que su padre vive, pero nunca lo ha visto.

Las tres mujeres declararon que vieron en un periódico de Acapulco un anuncio publicado por Steve Cochran, en el que solicitaban señoritas para hacer la travesía de Acapulco a Costa Rica.

El señor Cochran se hospedaba en los Apartamentos Playa Larga, dijo una de ellas. Nos presentamos más de cien aspirantes a ocupar los puestos, pero él escogió solamente diez.
¿Todas morenas, como ustedes? Todas, que en su barco sólo viajaran mujeres indígenas. Las blancas fueron rechazadas.
¿Qué sucedió con las otras siete?

En el momento de partir se arrepintieron y renunciaron al empleo.
Una de las 3, Eva Monteros Castellanos, trabajaba desde varios días antes como camarera del señor Cochrah. Mientras el yate estaba anclado, yo lo limpiaba todos los días, dijo.

Principia la travesía

El yate se hizo a la mar el 3 de junio. Las nuevas camareras se encontraron a bordo con un hombre bonachón, que se interesaba por hacerse simpático con ellas. Unas veces les obsequiaba dulces, otras goma de mascar- y hasta les dijo que podían usar a su antojo las existencias del bar, pero ellas nunca tocaron el licor, según afirman.

Steve Cochran les había dicho que el viaje hasta Costa Rica duraría de ocho a diez días. De acuerdo con el contrato verbal, el actor les pagarla setenta pesos mexicanos (un poco más de cinco quetzales) por día, a cada una de sus empleadas.

Somos gente pobre dijeron las mujeres y aunque setenta pesos no es mucho, pensamos que, ahorrándolos, saldríamos de algunos apuros al retornar a México. El señor Cochran nos había prometido, además, que si no nos parecía el viaje, nos dejaría en el puerto que quisiéramos y nos pagaría el pasaje de regreso.

Inmediatamente después de zarpar, Cochran había establecido turnos para sus camareras. Turnos de cuatro horas, día y noche, para que timonearan la embarcación.

Así, mientras una de nosotras estaba al timón, otra hacía la limpieza y otra se encargaba de la cocinaexpresaron.

El actor se levantaba diariamente a las ocho de la mañana, hacía gimnasia y luego detenía la nave. Las tres mujeres compartían entonces con el apuesto Steve, la mesa del comedor.

Algunas veces nos hacía bromas dijeronpero nunca se propasó.

Agregaron que en otras oportunidades el actor ordenaba que los alimentos fueran llevados junto al timón para que todos pudieran comer con la mujer que guiaba el yate y ésta no tuviera que bajar al comedor.

El señor Cochran recuerdanse mantenía en calzoneta y usaba una camisa azul de mezclilla. A nosotras nos exigió que nos mantuviéramos con short y camisa.

Así transcurrieron los primeros días. El tiempo era favorable y el viaje se presentaba interesante, cómodo, sin incidentes; pero de pronto, cuando habían navegado diez días, se desató una tormenta y allí principió el infortunio.
Steve al timón

Como la tormenta arreciase y el mar encrespado agitaba furiosamente la embarcación, el actor ocupó el puesto de timonel que por diez días había confiado a sus camareras.

El mal tiempo duró dos días, al cabo de los cuales el señor Cochran estaba fatigado dijo Eva Monteros.
Las otras dos mujeres coincidieron plenamente en esta parte del relato. Vuelta la calma. Ste- ve Cochran, principió a quejarse.

Me duele todo el cuerpo. Creo que hice mucho ejercicio con el timón decía.Bajó después a su camarote y pidió a una de las mujeres que le diera masajes.. No había me- dicinas, o por lo menos, el actor no tuvo oportunidad de tomarlas. Surgió inmediatamente un cuadro febril y Cochran principió a sudar profusamente.

No me dejen solo. No me dejen solo  les pedía y aún lúcido principió a darles consejos para que guiaran el yate, sin su concurso.

Mantengan el rumbo hacia el este les advertía y cuiden de que la aguja de la brújula esté siempre en el número 90.
Las mujeres trataron de seguir las instrucciones y principiaron a angustiarse, cuando el actor les dijo:

¿Qué harán ustedes si yo me muero?

¿Qué harán?? Y más tarde, les ordenó que izaran en el mástil una bandera roja.

Esa bandera roja significa que estamos en apuros y si algún barco la ve, prestará auxilio les dijo.

Sucedía esto el martes, 15 de junio por la tarde. Junto a la cama del enfermo se encontraba la muchacha de 14 años.

Por un instante dejó de quejarse dijo Lorenza luego exhaló un profundo suspiro y no se movió más. Estaba muerto.

Afligidas, sin poder hacer nada por su gran capitán, las tres mujeres salieron a la cubierta y lloraron.

Once días después, cuando las autoridades ordenaron que el cadáver fuese sacado, aún tenía sobre la frente la toallita de papel con que la última camarera que lo tocó le había secado el sudor.
Cochran había muerto, a causa de un edema agudo en el pulmón.

Viaje con el cadáver

La embarcación estaba al garete. La tormenta, le había causado destrozos. Uno de los mástiles estaba averiado y sobre el piso del camarote de Steve quedaban varios frascos rotos que habían salido despedidos cuando el furioso oleaje se ensañaba con el yate «llague» Los Angeles.

Significativo nombre el de la embarcación. Rogue es una palabra inglesa que suele traducir e por bribón, pícaro, tunante o pillo. Justo refugio del hombre que en numerosas películas hacía el papel de villano.

Me gusta el mar había dicho a sus camareras en momentos de confidencias porque aquí se puede gozar de tranquilidad; porque aquí no hay intrigas, ni dificultades.

A partir de aquella tarde del 15 de junio, Rogue era una morgue perdida, en la inmensidad del mar.

Dos días antes de que Steve Cochran cayera enfermo, las reservas de alimentos se habían agotado y todos se mantenían comiendo patatas, pues de éstas sí quedaban bastantes en la bodega. Muy pronto el cadáver principió a descomponerse y un olor fétido envolvió la embarcación. Con los días la situación empeoró considerablemente; el muerto se hinchó y el hombre apuesto que habían conocido en Acapulco y visto actuar en el celuloide, cedió paso a una cosa monstruosa que in- fundía terror.

Las mujeres ya no pudieron bajar más al camarote y permanecieron día y noche en la cubierta. Sin descanso oteaban el horizonte  con la esperanza de que algún barco cruzara cerca del Rogue; hasta el viernes 25, pasado el mediodía, vieron en lontananza la silueta inconfundible de un navío. Principiaron a gritar y agitaron violentamente los brazos, tratando de llamar la atención de los tripulantes del barco desconocido. El milagro se había realizado. Un barco pesquero, de propiedad norteamericana era el que se acercaba. Su nombre: Bella de Portugal.

Fue nuestra salvación dijo una de las mujeres porque el día anterior se nos había terminado el agua dulce. Teníamos sed y no podíamos saciarla; hasta que por la noche se precipitó un fuerte aguacero y entonces bebimos agua de lluvia.

El Bella de Portugal brindó ayuda a los náufragos. Las mujeres recibieron agua y alimentos. El Rogue había sido localizado a 13.32 latitud norte y 91.27 longitud oeste. ¿A qué puerto podía ser llevado? El capitán del Bella de Portugal dio un vistazo a las cartas de navegación y dio luego la orden de que el Rogue fuese remolcado hacia Champerico.

A las 19.30 horas el yate con su tétrico cargamento fue anclado a una milla de distancia frente al puerto de Champerico, en el municipio del mismo nombre.

Las autoridades se acercaron en lanchones, pero no pudieron sacar esa noche el cadáver y se retiraron sin tocar nada. Fue hasta el día siguiente sábado a las once de la mañana cuando los restos mortales de Cochran fueron rescatados. La enorme masa negruzca en que se había convertido, se deshacía cuando los empleados de la funeraria la tocaban. Por eso envolvieron el cadáver en una sábana y de esta manera pudieron llevarlo a tierra. El hedor de la muerte se apoderó del pequeño poblado.

Las autoridades sanitarias, después de examinar el cadáver, totalmente descompuesto, pusieron el Rogue bajo cuarentena y prohibieron terminantemente el ingreso de personas a la  embarcación.

La misteriosa travesía quedaba de esta suerte, inconclusa.

En un rincón olvidado?Si pudiera ser levantada la prohibición Impuesta a la empresa Funerales Reforma, de la zona 9, los cinéfilos podrían ver el rústico ataúd de pino en que yace Steve Cochran. Está en un rincón, olvidado. Ni una visita; ni un solo familiar llega a preguntar por él; ni siquiera una flor.

El protagonista de numerosas películas, a las cuales se hace mención en nota aparte, ha tenido un fin, en verdad extraño.

El actor que en la cinta Confidencial dijo a los maleantes que le llevaban material para poder extorsionar a personas célebres, que “en toda vida, si se hurga profundamente, siempre se encuentra algo de carroña”, llegó a su fin, materialmente pudriéndose.

La de Robert Alexander Cochran ha sido una historia salvo mejor opinión— digna de una película profundamente trágica que termina en las playas de Champerico.

Vaya quien quiera y observe enganchado a una boya, un pequeño yate de casco negro y cubierta pintada de verde claro; que tiene un trapo rojo en el mástil principal y que parece cabalgar con tristeza, montado sobre el lomo de las olas del mar. Allí termina la vida de un hombre de espíritu aventurero y principia el hilo de una leyenda.


Datos biográficos

Robert Alexander Cochran Steve Cochrannació en Eureka, California, el 25 de mayo de 1917, hijo de Robert Alexander y Jessie Rose Cochran. Hizo sus estudios primarios en la escuela local de Laamie, Wyoming y los universitarios en la misma ciudad. Luego estudió teatro en Detroit, donde participó con el grupo federal; ganó fama en el teatro Barter y en los
festivales Shakespearianos de Carmel, California.

Organizó y dirigió shows para las fuerzas armadas acampadas en la costa oeste de los Estados Unidos, durante la Segunda guerra mundial y formó la Compañía de verano, con la que actuó y presentó, entre otras, las obras Sin Amor, Vara de nogal, Lirio de diamante, esta última con la sin par Mae West.

Entre sus películas se cuentan La Persecución, Confidencial, Los condenados no lloran, Aviso de tormenta, Mañana es otro día, Carretera 301, Operación secreta, Ella regresa a Broadway, Tiburón de río, Historia de una fiesta, Infierno privado 36, Vuelve la próxima primavera. El gran cirujano, Generación violenta, Compañeros negociantes, El día más largo del siglo,

Cuando el alma sufre, etc.
En nuestro país se exhibió la semana anterior una cinta donde actúa Steve Cochran, titulada Allí vienen los tanques.

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