Los gobiernos militares solo prohibían el consumo y expendio de licor y otras bebidas embriagantes durante las elecciones generales, y quien no obedeciera o fuera sorprendido vendiendo o libando licor era sancionado conforme la ley con multas que iban de 20 a y 75 quetzales.
El 3 de enero de 1992, durante el gobierno de Jorge Serrano Elías, se decretó la Ley Seca, para controlar el índice de la violencia. Los más afectados fueron los restaurantes, comedores y clubes nocturnos. Quienes infringieran la disposición serían multados con Q5 mil o la cancelación de la patente.
Dueños de bares y discotecas se oponía a la ley ya que esta perjudicaba sus negocios por lo que algunos cerrarón sus puertas a causa de la Ley Seca por lo cual solicitaban que se modificar la medida.
El sociólogo Carlos Guzmán Bockler al ser entrevistado dijo que era una hipocresía pensar que prohibir el consumo a determinada hora de la noche se acabaría el problema del alcoholismo y criminalidad y que los accidentes de transito nocturnos esto era mentiras.
Gobierno que modifica la ley
Alvaro Arzú modifica el horario y autorizó la venta de licor hasta las 21 horas.
Alfonso Portillo amplió la venta de las bebidas alcohólicas hasta la 3 horas.
Oscar Berger volvió a reducir el horario poniéndola hasta la 1 de la madrugada.
Restringen venta de licor
El 19 de junio último, Mixco, Villa Nueva y Chinautla prohibieron la venta y consumo de bebidas alcohólicas para evitar accidentes, asaltos y homicidios.
San Juan y San Pedro Sacatepéquez y San Raymundo no cuentan con reglamento para la venta y consumo de licor, y son los vecinos los encargados de ese control. En Santo Domingo Xenacoj, Sacatepéquez, la municipalidad regula la venta y consumo de licor, incluidas las celebraciones privadas.
En Escuintla, la Ley Seca no se respeta y es común ver a jóvenes comprando y bebiendo licor. En Quiché, hay cantinas disfrazadas de tiendas o cafeterías y se puede ver a niños de entre 9 y 11 años ingerir licor.
Órdenes no son acatadas
Los negocios que funcionan cerca de universidades han sido cerrados por la municipalidad capitalina, ya que no cumplen con los requisitos de ley, pero luego los propietarios retiran los sellos y cambian el nombre del local, para evadir a las autoridades.
“Muchos de estos negocios supuestamente funcionan como restaurantes, pero en la noche operan como bares o cantinas”, resaltó Carlos Sandoval, vocero de la comuna.
En Chinautla, luego de que se reguló la venta de licor, han disminuido los hechos violentos y las riñas.