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Pregón Cuaresmal: Primer Viernes

El Pregón Cuaresmal de este año está dedicado a destacar algunas revelaciones de la Pasión de Jesucristo. Entre las más célebres figuran las revelaciones de Santa Brígida, una religiosa europea del siglo XIV.

La Pasión de Jesucristo es un hecho real, histórico, biográfico y documentado. Tiene dos vertientes, la religiosa y la fisiológica. Ambas se entremezclan en revelaciones que el Salvador hizo a varias mentes privilegiadas a lo largo de la Historia.

Brígida de Suecia nació en Birgersdotter,  Suecia (Skederid, actualmente Norrtälje, Uppland) en 1303, y murió en Roma el 23 de julio de 1373. Fue una religiosa católica, mística, escritora y teóloga sueca.

La Iglesia Católica la elevó a la santidad en 1391; es considerada además la patrona de Suecia, una de los patronos de Europa, y de las viudas.

Perteneció a una familia aristócrata, emparentada con el rey Magnus Ladulás. Por medio de sus padres y de su esposo perteneció a los círculos políticos más influyentes de la Suecia medieval. Fue la fundadora de la Orden del Santísimo Salvador, vigente en la actualidad. También es patrona del municipio de Úmbita, Boyacá, Colombia.

Desde niña Brígida tuvo visiones. Una vez vio a la virgen María colocarle una corona en su cabeza. En otra ocasión vio ante ella a Jesucristo torturado y muerto en la cruz. Estos dos dilemas, la profunda devoción a María y las meditaciones sobre el sufrimiento de Cristo, marcarían toda su vida. De hecho, se le considera una de las visionarias más grandes de los dolores de Cristo en su pasión y muerte. 

Cuando Brígida tenía unos 10 años murió su madre. Su padre se consideró incapaz para darle una educación como la que merecía una niña de su condición social, por lo que la envió a casa de su cuñada Catarina Bengtsdotter en Aspanäs, junto al lago Sommen, en Östergötland.

Matrimonio

Algunos años después, cuando Brígida tenía alrededor de 13 años, fue dada en matrimonio, contra su voluntad, a Ulf Gudmarsson. Fue madre de ocho hijos, entre ellos, santa Catalina de Suecia. Brígida influyó en la fe de su esposo y el resto de su familia.

Al final de su vida, viuda, y consciente de su verdadero papel en el mundo, repartió sus bienes, que eran muchos, entre los pobres y terminó su vida en olor de santidad en un monasterio sueco, fundado en un terreno donado.
Entre sus experiencias místicas destaca la revelación de la Pasión de Cristo, la cual dejó plasmada en manuscritos que han dado la vuelta al mundo.

Revelaciones

A continuación un fragmento del Capítulo X del Libro Primero de las Revelaciones de Santa Brígida, donde Nuestra Señora le narra a la vidente detalles de la Pasión de Cristo. He aquí las palabras de María Santísima:
“Cuando llegó el momento de la pasión de mi Hijo, sus enemigos lo arrestaron. Lo golpearon en la mejilla y en el cuello, y lo escupieron mofándose de él. Cuando fue llevado a la columna, él mismo se desnudó y colocó sus manos sobre el pilar, y sus enemigos se las ataron sin misericordia.

Atado a la columna, sin ningún tipo de ropa, como cuando vino al mundo, se mantuvo allí sufriendo la vergüenza de su desnudez. Sus enemigos lo cercaron y, estando huidos todos sus amigos, flagelaron su purísimo cuerpo, limpio de toda mancha y pecado. Al primer latigazo yo, que estaba en las cercanías, caí casi muerta y, al volver en mí, vi en mi espíritu su cuerpo azotado y llagado hasta las costillas”.

Como puede comprobarse en el texto anterior, Brígida ve con toda claridad cómo María le revela el dolor causado a la humanidad de su hijo. Entre los detalles particulares de esta revelación destacan el uso de látigos y la columna de castigo, propio de las huestes romanas.

Además, Brígida ve con total claridad en sus revelaciones el uso del látigo de castigo aplicado a condenados o blasfemos. Este instrumento de tortura tenía variantes interesantes. Una de ellas era la punta, que podía ser de bolas pequeñas de acero, a manera de balines, de huesos recortados de animales o de ganchos en forma de anzuelo. El objetivo de los azotes no era matar sino despellejar, rasgar la carne hasta dejar expuestos los huesos.

Cristo lacerado

La santa continúa narrando sus revelaciones de la Pasión del Señor en este fragmento, puesto en boca de la madre del Salvador:
“Lo más horrible fue que, cuando le retiraron el látigo, las correas engrosadas habían surcado su carne. Estando ahí mi Hijo, tan ensangrentado y lacerado que no le quedó ni una sola zona sana en la que azotar, alguien apareció en espíritu y preguntó: “¿Lo vais a matar sin estar sentenciado?” Y directamente le cortó las amarras. Entonces, mi Hijo se puso sus ropas y vi cómo quedó lleno de sangre el lugar donde había estado y, por sus huellas, pude ver por dónde anduvo, pues el suelo quedaba empapado de sangre allá donde Él iba”.

“No tuvieron paciencia cuando se vestía, lo empujaron y lo arrastraron a empellones y con prisa. Siendo tratado como un ladrón, mi Hijo se secó la sangre de sus ojos. Nada más ser sentenciado, le impusieron la cruz para que la cargara. La llevó un rato, pero después vino uno que la cogió y la cargó por Él. Mientras mi Hijo iba hacia el lugar de su pasión, algunos le golpearon el cuello y otros le abofetearon la cara. Le daban con tanta fuerza que, aunque yo no veía quién le pegaba, oía claramente el sonido de la bofetada”.

Brígida ve y siente en sus revelaciones el auténtico dolor de Cristo. Un detalle particular es que los condenados a recibir azotes eran liberados inmediatamente después de ser aplicado el castigo. Esto no sucedió con Jesús, quien luego sería canjeado por un guerrillero de nombre Barrabás.

La cruz de la cual habla Brígida era precisamente un instrumento de ejecución importado por los romanos. Consistía en un palo horizontal, el cual era ensamblado en uno vertical. De este instrumento de tortura era colgado el condenado, hasta que moría de sed o el corazón era incapaz de bombear sangre a las partes más alejadas del tórax.

El Gólgota

Brígida continúa narrando lo experimentado por María:
“Cuando llegué con Él al lugar de la pasión, vi todos los instrumentos de su muerte allí preparados. Al llegar allí, Él solo se desnudó mientras que los verdugos se decían entre sí: ‘Estas ropas son nuestras y Él no las recuperará porque está condenado a muerte’. Mi Hijo estaba allí, desnudo como cuando nació y, en esto, alguien vino corriendo y le ofreció un velo con el cuál el, contento, pudo cubrir su intimidad. Después, sus crueles ejecutores lo agarraron y lo extendieron en la cruz, clavando primero su mano derecha en el extremo de la cruz que tenía hecho el agujero para el clavo. Perforaron su mano en el punto en el que el hueso era más sólido. Con una cuerda, le estiraron la otra mano y se la clavaron en el otro extremo de la cruz de igual manera”.

Pareciera que Brígida es testigo presencial de la ejecución de Cristo, pero vive en otra época diferente de la expansión romana. Sin embargo, brinda detalles anatómicos y sociales sorprendentes de la crucifixión del Señor. Destacan el lugar y la forma exacta de la colocación de los clavos y el “estiramiento” al que fue sometido Jesús para que sus pies y manos quedaran debidamente tensadas en el madero.

Desangrado

La santa relata, además, como le fueron revelados los últimos instantes de Cristo en la Tierra:
“A continuación, cruzaron su pie derecho con el izquierdo por encima usando dos clavos de forma que sus nervios y venas se le extendieron y desgarraron. Después le pusieron la corona de espinas y se la apretaron tanto que la sangre que salía de su reverenda cabeza le tapaba los ojos, le obstruía los oídos y le empapaba la barba al caer”.

La revelación anterior confirma que Cristo derramó “hasta la última gota de sangre”. Las espinas, que se trenzaban en forma de casco, laceraron todo el cuero cabelludo; los latigazos propiciaron hemorragias internas y externas; los agujeros de los clavos fueron canales para salida abundante de sangre, y, finalmente, la lanza, que le perforó el corazón, terminó de confirmar que había muerto. 

“Entonces sus ojos parecían medio muertos, sus mejillas estaban hundidas, su rostro lúgubre, su boca abierta y su lengua ensangrentada. Su vientre se había absorbido hacia la espalda, todos sus fluidos quedaron consumidos como si no tuviera órganos”, dice Brígida en sus revelaciones.

“Vino un hombre, y le clavó una lanza en el costado con tanta fuerza que casi se le salió por el otro lado. Cuando le sacaron la espada, su punta estaba teñida de sangre roja y me pareció como si me hubieran perforado mi propio corazón cuando vi a mi querido hijo traspasado”, revela Brígida que le dijo la madre del Salvador.

Las revelaciones de la Santa incluyen el descenso de la cruz y la forma repugnante en que quedó el cuerpo de Cristo. Esta última escena ha sido representada por muchos artistas en la estampa de “La piedad”.
Sorprendentemente, Brígida no tenía conocimientos de anatomía ni fisiología, pero detalla con absoluta claridad el sufrimiento físico de Cristo.

PREGÓN CUARESMAL

Primer viernes 12 de febrero:

  • Velación de la Consagrada Imagen de Jesús Nazareno de la Salvación. Aldea Santa Catalina Bobadilla. La Antigua Guatemala. De 8 a 23 horas.
  • Velación de la Consagrada Imagen del Cristo del Perdón. Parroquia San José Catedral. La Antigua Guatemala. De 8 a 22 horas.
  • Procesión del Silencio con la imagen de Jesús Nazareno. Rectoría de Santa Catalina, zona 1. Ciudad Capital. Salida 19 horas. Entrada: 22 horas.

Primer sábado 13 de febrero:

  • Velación de la Consagrada Imagen de la Santísima Virgen de Soledad. Santuario del Apóstol San Felipe. La Antigua Guatemala de 8 a 22 horas.
  • Procesión de la Consagrada Imagen de Jesús Nazareno de Mixco. Parroquia Santo Domingo de Guzmán. Mixco. Salida 15 horas. Entrada 24 horas.
  • Traslado interno y Velación de la Consagrada Imagen de Jesús Nazareno del Consuelo. Templo de la Recolección. Ciudad capital. Traslado: 19 horas. Rezo de la Novena: 19.45 horas. Concierto de Marchas fúnebres: 21 horas.

Primer Domingo 14 de febrero:

  • Solemne Procesión de la Consagrada Imagen de Jesús Nazareno de la Salvación “Protector Jurado de la Antigua Guatemala” y Santísima Virgen de Dolores. Ermita de la Aldea Santa Catalina Bobadilla. La Antigua Guatemala. Salida: 11 horas; Catedral: 18 horas, Entrada: 23 horas.
  • Solemne Procesión de la Consagrada Imagen de Jesús Nazareno del Consuelo. Templo de la Recolección. Ciudad capital. Salida: 14.30 horas, San Sebastián: 15.50 hrs., Santa Catalina: 16.30 hrs., Capilla de las Misericordias: 18.10 hrs., Santuario de Guadalupe: 18.30 hrs., Parque el Sauce: 19.50 hrs.,  Entrada: 20.30 horas.
  • Velación de la Venerada Imagen de Jesús Nazareno Redentor del Mundo. Parroquia de la Santísima Trinidad, El Gallito zona 3. Ciudad Capital. De 12 a 20 horas.
  • Velación de la Venerada Imagen de Jesús Nazareno Redentor de los Cautivos y Santísima Virgen de Dolores. Parroquia de Santa Marta, zona 3. Ciudad Capital. De  13 a 18 horas.
  • Inscripciones en los Templos de Santa Teresa, San José, La Merced, Santa Catalina, San Sebastián, La Parroquia Vieja, Santo Domingo, El Calvario. Durante el día. 

https://www.youtube.com/watch?v=09qn29ZuTPY

Marcha fúnebre “La Fosa” compuesta por el maestro Santiago Coronado. (Video: tomado de Youtube)

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