Álvarez Martínez explicó que fue confinado a una cárcel modelo de Panamá, donde estuvo varios días en la “celda del diablo”, un lugar que era oscuro y con barrotes electrificados. Luego, fue llevado a la isla de Coiba, donde se dio cuenta de que oficiales del Ejército llegaban a pedir voluntarios, de preferencia que hubieran sido soldados, para llevarlos al campo de adiestramiento y luego destacarlos a Belice.
Hay guatemaltecos
Alvarez Martínez dijo que en esa prisión se encontraban varios guatemaltecos confinados, acusados de ser miembros del servicio confidencial del gobierno panameño, pero agregó que no era fácil entablar diálogo con ellos, pues los prisioneros
solo algunas veces intercambiaban un saludo, que generalmente consistía en la frase “De dónde eres”, y la contestación casi siempre era “Guatemalteco”.
Mientras Belice se preparaba para una eventual invasión por parte de tropas guatemaltecas, en el país también se reclutaba a grandes cantidades de hombres mayores de 18 años. La noticia de la posible guerra se expandió como la pólvora.