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Relleno Sanitario: la basura es dinero

El basurero de la capital llamado "relleno sanitario", ubicado en la zona 3, es el sitio donde convergen, además de las personas que buscan objetos considerados basura para venderlos, bacterias, parásitos, muerte y droga.

Este hombre, como muchos que viven y buscan objetos en la basura, lleva su necesidad económica. (Foto: Hemeroteca PL)

Este hombre, como muchos que viven y buscan objetos en la basura, lleva su necesidad económica. (Foto: Hemeroteca PL)

Así iniciaba un reportaje de Prensa Libre publicado el 28 de mayo de 1989 sobre el drama humano que vivían y a nuestros dias viven decenas de personas cuyo sustento depende de los desechos de otros.

En un área relativamente grande que abarca aproximadamente unas 10 manzanas, todos los días unas 2 mil 500 personas empiezan una jornada de trabajo a partir de las 3 ó 4 de la mañana y termina a las 20 horas ayudados con la luz de lámparas de mano, recogiendo objetos de la basura para venderla o reciclarla.

En un terreno lleno de desperdicios provenientes de la capital una masa humana se mueve revolviendo la basura y esperando ávidamente la llegada de los camiones que recogen la basura y la descargan en el lugar.

La llegada de esos camiones provoca un movimiento agitado entre el grupo de personas que los descargan, ya que hay un acuerdo tácito entre ellos de que se debe respetar su respectivo “territorio” para buscar lo que mejor les convenga, dependiendo de la “especialidad” de basura que recogen.

De esa cuenta hay quienes se dedican a recoger plásticos; otros, metales; otros, artefactos eléctricos y así una lista innumerable de objetos que en las casas de la gente de las clases media y alta se desechan por falta de utilidad. Para las personas del basurero pueden representar darles de comer a sus familias según dijeron varios de ellos entrevistados al respecto.

En un ambiente fétido, con el suelo lleno de un lodo formado de agua, restos de basura en descomposición y tierra, en los alrededores del “relleno sanitario” existen refugios hechos de los mismos desperdicios que sirven a los que a diario van a buscar desechos para guarecerse de las condiciones climatológicas durante la jornada diaria.

Estos refugios sólo son utilizados durante el día; por la noche, la masa humana se fragmenta; una parte se retira a sus casas, los que tienen; otra parte vive en los alrededores junto con su familia en condiciones socio-económicas y de salud que son típicas de los “cinturones de miseria” en las ciudades de América Latina.

Algunas de estas condiciones son un cuarto hecho de cartón y plástico con numerosos ocupantes, familia desintegrada, analfabetas, con carencia de servicios básicos como son el agua y la luz, fecalismo al aire libre, los animales domésticos viviendo en la misma área, sin medidas higiénico-sanitarias y muchas más que rubrican la situación desventajosa de esta gente.

La población del basurero es flotante; unos se van y otros vienen y es en verano cuando obtienen mejores objetos; pero ahora que el invierno empezó la tarea se dificulta, por el lodo y la lluvia.

El promedio de ingreso, producto de la venta de la basura, es aproximadamente de cinco quetzales diarios, pero a veces no venden nada, a las personas que llegan, o vivien allí, que se deidan a comprar los lotes que los otros les llevan.

Algunos de los recogedores de basura dijeron que, pese a que han buscado trabajo las exigencias burocráticas para otorgar un empleo, cuando hay una plaza vacante, son demasiadas.

También aseguraron que los requisitos que pide la empresa privada a veces son difíciles de cumplir, y en varias ocasiones han sido engañados, por lo que han decidido postergar su estancia en el l ugar, para ir sobreviviendo mientras llega una mejor oportunidad.

La muerte

Como en toda interacción humana, hay múltiples aspectos que facetan la vida del basurero. Una situación que la mayoría de las personas rehuyen, pero que tarde o temprano llegará, hace su acto de presencia también en el basurero: la muerte.

Varias personas que recogen desperdicios en el lugar y que pidieron no ser identificadas, fueron entrevistadas y, en voz baja, comentaron algunas de las situaciones que allí se viven. 

Una de ellas es que en varias ocasiones han encontrado cadáveres, algunos de ellos supuestamente dentro del cargamento de los camiones que a diario llegan a botar la basura.

Uno de los casos recientes al respecto, que refirió uno de los entrevistados y corroborado por varios de sus compañeros que le hacían rueda, es el cadáver de un niño de aproximadamente 3 meses de edad que “presentaba amoratada las partes genitales y la boca, como si le hubieran golpeado allí”, caso el cual no trascendió a la prensa, indicó.

Otro caso que ocupó la atención de la opinión pública fue el hallazgo de unas osamentas y cabezas de niños encontradas en el interior de una cesta y del cual se especuló en esa ocasión que los menores fueron utilzados con propósitos ignorados. Días atrás encontraron también el cadáver de una mujer joven aparentemente con señales de haber sido golpeada y violada.

Las drogas

Otro aspecto que tiene carta de ciudadanía en el lugar son las drogas. Vecinos de los alrededores dijeron que grupos de drogadictos han encontrado en el basurero un lugar ideal para dedicarse al consumo de drogas, ya que ha habido ocasiones que elementos de la Policía Nacional han sido golpeados cuando han intentado cumplir con su deber de vigilar el lugar, indicaron.

En el “relleno sanitario” pese a la aparente anarquía, hay divisiones, aunque sea de los nombres del lugar. “Nuevo Amanecer”, “Eureka” (en griego significa “lo encontré), “la casa verde”, “Campos”, y “Tractores” son los nombres en que está dividido. 

Sin embargo, pese a las actitudes poco amistosas de varios que allí se dedican a consumir drogas, hay otras personas que dieron declaraciones pero en forma muy reservada, ya que hay una actitud que denota temor a los extraños. 

Pese a las situaciones descritas, Mara Paredes y Vilma Ramírez, dos estudiantes de la Facultad de Medicina de la Universidad de San Carlos (USAC) se dedicaban ayer a recorrer el lugar con el propósito de vacunar a los niños residentes allí.

Al ser entrevistadas dijeron que, como parte de su plan de estudios profesionales, están en el basurero a fin de proporcionar atenciones médicas en un centro de salud cercano y procurar ejecutar medidas preventivas.

Ayer las dos estudiantes caminaban por el lugar, buscando niños a quienes les corresponde ser inmunizados, ya que se inició la II Jornada Nacional de Vacunación y dijeron no sentir temor a la gente que pulula allí, ya que se acostumbraron a verlas en el desarrollo de sus tareas médicas diarias.

Indicaron, además que son aproximadamente un promedio de cincuenta niños los que viven allí junto con otras familias, que son aproximadamente 400, la mayoría de las cuales se han adaptado a esa forma de vida, que no es muy exigente: “varios objetos diarios para vender y que permitan obtener la comida; mañana, Dios dirá”, como dijo un poblador del basurero.

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