Coe, en compañía de Laura de García-Prendes, presidenta de la asociación Tikal, y de Luis Luján, entonces director del Instituto Nacional de Antropología e Historia, visitó Prensa Libre para informar de las actividades.
El Gobierno de Guatemala autorizó el 28 de diciembre de 1973 el trabajo de esta misión de Pennsylvania, integrada por unas 15 personas, pero todo 1974 lo ocupó en conseguir los fondos necesarios y preparar al personal.
Coe expresó entonces que Guatemala pagaría Q80 mil y el museo de la Universidad de Pennsylvania daría los Q260 mil 090 adicionales para el trabajo, que abarcaría unos cinco años de labores.
El equipo de arqueólogos estaba dirigido, además del doctor Coe, por el doctor Robert Sharer, director de campo, y David Sedat, director administrativo.
Asimismo, Antropología nombró asesores técnicos al arqueólogo Carlos Rudy Leidos y al arquitecto Marcelino González, ambos guatemaltecos.
Además trabajarían en el proyecto aproximadamente unos 50 excavadores, muchos de ellos con experiencia en tal actividad por haber trabajado en el proyecto de Tikal.
Excavaciones
Dentro del grupo científico vinieron varios estudiantes que trabajarán para obtener el material de sus tesis de doctorado, tal y como se acostumbra en este tipo de actividades.
Una buena parte de los trabajos se realizarían en un terreno de 34 hectáreas donado por la compañía Bandegua para excavaciones arqueológicas.
En aquella fecha, Coe dijo que la restauración completa del área de Quiriguá representaba varias ventajas para Guatemala, porque además de la importancia histórica y científica, podría representar ingresos para el país porque el lugar tenía excelentes proyecciones turísticas, debido a su cercanía con el Río Dulce y Puerto Barrios.
Indicó que por esta causa, el Instituto Guatemalteco de Turismo era una de las instituciones nacionales que colaboraba en el proyecto mencionado.
Importancia de Quiriguá
Quiriguá fue sin duda un lugar importante de comercio en el mundo maya y su centro tiene 39 hectáreas localizadas en las planicies cercanas al río Motagua. Tiene 25 monumentos, algunos de los cuales pesan 65 toneladas y alcanzan la extraordinaria altura de 10.3 metros.
Se han trazado mapas de 41 estructuras y algunas de éstas se han excavado superficialmente.
Casi todos los monumentos pertenecen al último siglo del período clásico maya y la inscripción más reciente es del año 810 DC.
Se cree que Quiriguá fue además un centro de la línea dinástica de señores poderosos y un punto estratégico de comercio entre las regiones montañosas y las bajas. So conoce que estaba densamente poblado por agricultores, pero se ignora de dónde provinieron, cómo y cuándo se establecieron y por qué el valle se abandonó por largos siglos hasta la llegada de los españoles.
Una de las incógnitas de Quiriguá es cómo se realizaron las famosas estelas enormes de la zona, si a través de una mezcla de influencias periféricas o si provinieron de Copán, que se encuentra al sur.
En aquel año, y como consecuencia del trabajo de los arqueólogos, se podría conocer todo lo referente a la cerámica, construcción, artefactos, entierros y demás representaciones de la vida cotidiana de los antiguos habitantes de la zona.
Quiriguá fue visitada por primera voz por Frederick Catherwood en 1840, por Alfred Maudslay entre 1881 y 1894, quien la fotografió y mostró al mundo. De 1910 a 1914 el colegio de arqueología americana efectuó algunas excavaciones dirigidas por Sylvanus Morley y Edgar Hewett.
En ese año, la institución Carnegie de Washington inició una serie de estudios que finalizaron en 1942.
El maravilloso complejo arqueológico de Quiriguá. (Video: tomado de Youtube)