Barros fue nombrado por el papa Francisco a pesar de conocer las críticas en su contra y el rechazo que despierta.
Barros, de 58 años, ingresó al templo varias horas antes de su asunción en una ceremonia en la que estarán ausentes la jerarquía de la Conferencia Episcopal de Chile y las máximas autoridades civiles locales.
Juan Carlos Claret, uno de los principales líderes de los movimientos laicos de Osorno, dijo a The Associated Press que contra toda tradición, las puertas de la catedral estaban cerradas y los invitados a la ceremonia debían entrar por un costado del templo.
Agregó que muchos laicos que rechazan a Barros intentarán ingresar al templo en forma individual y esperarán el momento en que se lea la bula de Francisco que lo designa obispo de la diócesis de Osorno, para abandonar el templo en señal de protesta.
Mientras tanto, en las afueras de la catedral centenares de personas, con globos negros en sus manos, portaban pancartas negras con leyendas que piden la renuncia de Barros.
El rechazo a Barros se debe a su cercanía con el cura Fernando Karadima, condenado por el Vaticano a una vida de “penitencia y oración” por abusar sexualmente de menores, manosear sus genitales y besarlos en las comisuras de sus labios. Los abusos duraron décadas, según falló la jueza Jessica González en el juicio penal que no condenó a Karadima, pese a probar los cargos, porque los delitos prescribieron por el paso de los años.
En declaraciones a The Associated Press el sábado, el periodista Juan Carlos Cruz —quien durante su adolescencia fue una de las víctimas de Karadima— criticó al papa por ratificar a Barros pese a que fue informado “por tanta gente que ha hablado con él, sabiendo de los expedientes que hay en Roma del caso Karadima, donde Barros está mencionado.”
“Yo lo responsabilizó (al papa) y como decimos nosotros (las víctimas), estamos acostumbrados a las bofetadas de la jerarquía chilena, nunca nos habíamos esperado una bofetada de parte del papa”, agregó.
Las críticas al nombramiento de Barros provienen de todos los sectores de la sociedad chilena, incluido el ex presidente Eduardo Frei (1994-2000), obispos, sacerdotes y laicos.