“Acá estamos durmiendo uno encima del otro”, dice Alonso, recluso en una cárcel en Colombia donde al menos 400 internos están contagiados de coronavirus.
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Coronavirus | “Sin visitas los hombres intentan abusar más de nosotras”: cómo el coronavirus está incrementando la tensión en las precarias cárceles de América Latina
Los sistemas judiciales latinoamericanos están entre los más lentos del mundo. El ICPR reporta que Sudamérica es la región del mundo con más presos en prisión preventiva: un 50% de los reclusos no tiene condena.
La situación es cada vez más desesperada en las cárceles de la región, donde el promedio de prisiones tiene una sobrepoblación del 150%. (Foto Prensa Libre: AFP)
Su frase no es una exageración: las celdas del Establecimiento Penitenciario y Carcelario de Villavicencio, en el este del país, están hechas para cuatro personas, pero en ellas duermen tres o cuatro veces más reclusos.
La imagen se repite en toda América Latina, donde el hacinamiento carcelario alcanza el 60%, según el Instituto para la Investigación de Política Criminal (ICPR, por sus siglas en inglés), un centro de estudios con base en Londres.
Es decir, si hay espacio para 100 personas, hay un promedio de 160.
“Hay gente durmiendo en los pasillos, algunos en los baños, otros que comparten cama”, relata Alonso, seudónimo que heredó de sus tiempos en la guerrilla.
Desde que se detectó el primer caso positivo de coronavirus, la tensión reina en los patios de la cárcel de Villavicencio: intentos de fuga, protestas –pacíficas y violentas– y motines se reportan cada dos o tres días en una penal que tiene cupo para 1 mil reclusos, pero acoge a más de 1 mil 700.
El nerviosismo se propaga por las cárceles de toda la región: en Lima, Perú, un motín por temor al contagio de coronavirus dejó 9 muertos y más de 60 heridos; en otro incidente similar en Guanare, Venezuela, perdieron la vida más de 40 personas.
En Sao Paulo, Brasil, 1 mil 200 reclusos escaparon de varias cárceles en medio de motines; y en Argentina, 1 mil 200 presos están en huelga de hambre para protesta por condiciones “infrahumanas”.
En El Salvador, país con una de las mayores tasas de hacinamiento de la región, el gobierno de Nayib Bukele juntó a todos pandilleros presos de grupos rivales en pequeños espacios y divulgó unas polémicas fotos que dieron la vuelta al mundo.
Prácticamente todas las cárceles latinoamericanas sufren hacinamiento, lo que dificulta la contención de la propagación del coronavirus.
Excarcelaciones para descongestionar
“Lo que alimenta la sobrepoblación es el incremento en la inseguridad, la falta de recursos para mejorar la infraestructura, porque es un tema sin simpatía electoral, y la prevalencia de un dogma judicial de que la solución a la delincuencia, para cualquier delito, es la privación de la libertad”, le dice a BBC Mundo José Miguel Vivanco, director de la ONG Human Rights Watch.
Vivanco es uno de los activistas que han apoyado los decretos de perdón para descongestionar las cárceles que se han implementado en varios países del mundo, desde Irán a Argentina, país este último donde casi 2 mil personas pasaron a arresto domiciliario con gran polémica, ya que entre ellas había algunas condenadas por delitos de sangre graves y corrupción.
Colombia también emitió un decreto de exoneraciones por el que medio centenar de reclusos en situación de vulnerabilidad se fueron a sus casas. El gobierno espera sacar a 4 mil presos, de una población carcelaria de 170.000, con una tasa de hacinamiento del 53%, según cifras oficiales.
En Perú, que vio cómo la tensión por dos contagios en una cárcel produjo un grave motín, el gobierno espera liberar a 3 mil presos. Al menos 13 reclusos han muerto y 500 están infectados en todo el país.
La fuga masiva en Brasil se dio cuando el gobierno prohibió la salida de 34.000 prisioneros que tenían beneficios de libertad condicional. Las imágenes de los prófugos corriendo por las calles de la Sao Paulo dieron la vuelta al mundo.
Sin visitas ni nuevos detenidos
Además de las excarcelaciones, dos medidas que se repiten a lo largo de América Latina son la prohibición de visitas en las prisiones y el envío de detenidos a centros penitenciarios.
Ambas, según los expertos consultados, tienen consecuencias: la primera genera más tensión dentro de las cárceles y la segunda traslada el hacinamiento a los centros de detención temporal.
Vivanco, de HRW, asegura que “prohibir las visitas promueve la posibilidad de motines, pero además no elimina la posibilidad del contagio a menos de que los tuvieras en una isla, sin guardias, sin médicos, sin ingreso de alimentos”.
Laura Zamora, una mujer transexual condenada a 50 años en la cárcel La Picota de Bogotá, añade: “Sin visitas los hombres intentan abusar más de nosotras“.
Y Andrés Cruz, recluso del centro La Modelo de Bogotá, donde un motín hace un mes dejó 23 muertos, lamenta: “Con la prohibición de salidas nos quitaron el único aliento que tenemos”.
Originalmente arrestado por corrupción, Cruz lleva 8 meses preso a pesar de que su proceso judicial no ha empezado.
Los sistemas judiciales latinoamericanos están entre los más lentos del mundo.
Y el ICPR reporta que Sudamérica es la región del mundo con más presos en prisión preventiva: un 50% de los reclusos no tiene condena.
“Como se están dando las cosas, se ve muy lejos ver y abrazar a la familia. Hasta pienso que nunca los voy a ver. Si me llega a agarrar el virus acá, ¿será que me voy a morir?”, dice Andrés Cruz, de 50 años.
Más que el hacinamiento
El hacinamiento no es el único obstáculo que impide contener al virus en las cárceles latinoamericanas, coinciden las fuentes consultadas.
Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el 20% de las cárceles en América Latina no tiene acceso a agua potable regularmente y el 40% de los presos duermen en el suelo.
Rafael Pérez, preso hace 8 años en la cárcel de Cúcuta, Colombia, relata: “Acá hay gente con hepatitis, tuberculosis, cirrosis, VIH. Si no tenemos atención para ellos, mucho menos para el coronavirus”.
Según el BID, el 71% de los reclusos en los países estudiados dicen haber recibido atención médica.
De vuelta a Villavicencio, en Colombia, Johan Alarcón, guardia en la cárcel de Villavicencio y presidente del sindicato de funcionarios penitenciarios, le dice a BBC Mundo que de los 400 contagiados con coronavirus, 40 son funcionarios.
“El personal que trabaja en la cárcel es tan vulnerable como los presos”, indica.
Y se queja de que tienen que hacer rifas y colectas para comprar el material de protección para los reclusos. “Estamos mitigando el virus con infusiones”, asegura.
Y denuncia un “abandono del Estado”, que “envía material de protección para maquillar, para hacerse el que hace algo”
“Nadie estaba preparado para esto —continúa— y a medida que fueron pasando las cosas fuimos cometiendo errores. No sabíamos cuáles eran los síntomas, no sabíamos cómo aislar, ni que había personas asintomáticas”.
Alarcón concluye: “El virus acá está haciendo lo que le da la gana“.
“Obligación de proteger a los presos”
En línea con estas denuncias, la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de Naciones Unidas (ACNUDH) publicó un comunicado este martes en el que denuncia que muchos Estados de América Latina no han tomado las medidas adecuadas para evitar los contagios en sus cárceles ni para evitar los episodios de violencia de las últimas semanas, “abusando del uso de la fuerza para retomar el control de estas instalaciones penitenciarias”.
Desde la ACNUDH, recuerdan que los gobiernos tienen “la obligación de proteger el bienestar físico y mental de de los presos”.
También expresan su preocupación por los países en los que se ha detenido a ciudadanos por violar las órdenes de cuarenta, “lo que ha aumentado el riesgo de infecciones”.
Y hacen mención especial a El Salvador, denunciando que las “medidas de seguridad extremadamente duras impuesta recientemente en las prisiones, pueden considerarse como trato cruel, inhumano o degradante y pueden exacerbar las precarias condiciones de higiene” en los centros penitenciarios.
Además, solicitan que los Estados tomen medidas para evitar que continúe la propagación del virus en las cárceles, aumentando los servicios de salud para los presos y las pruebas de coronavirus, igual que para los trabajadores de las prisiones, dotándoles también del material de protección necesarios.
También solicitan que a los presos se les permita mantener un nivel de contacto mínimo con sus familiares y se felicitan por las medidas tomadas por algunos gobiernos para liberar a los presos más vulnerables ante el coronavirus, como los que tienen enfermedades preexistentes, mujeres embarazaras , reos de edad avanzada o con discapacidades.
Y animan a que se tomen más medidas para descongestionar las cárceles, liberando a los presos con sentencias cortas por delitos no violentos, así como a menores y aquellos detenidos por delitos migratorios.
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