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Crisis en Venezuela: qué intereses tiene China en el país latinoamericano (y por qué tiene tanto que perder)

Pese a que les separan miles de kilómetros, China no pierde de vista lo que ocurre en Venezuela.

La relación entre Xi y Maduro se remonta a la época de Chávez, cuando el actual presidente venezolano era el canciller. GETTY IMAGES

La relación entre Xi y Maduro se remonta a la época de Chávez, cuando el actual presidente venezolano era el canciller. GETTY IMAGES

Rusia, Turquía y China han sido los apoyos más destacados de Nicolás Maduro en la crisis institucional que enfrenta, después de que el líder opositor Juan Guaidó desafiara a Nicolás Maduro proclamándose “presidente interino” de Venezuela.

Pese a que Pekín no se ha mostrado tan vocal ni directo como la Rusia de Putin, las declaraciones del gobierno chino son interpretadas por los observadores de la política china como un respaldo de facto a Maduro.

“China apoya los esfuerzos realizados por el gobierno de Venezuela para mantener la soberanía, la independencia y la estabilidad nacional“, señaló la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores Hua Chunying en rueda de prensa, un día después del acto de Guaidó en Caracas.

Hua remarcó además que Pekín “se opone a la interferencia extranjera en los asuntos de Venezuela”, en un aparente mensaje a Washington, el primer gobierno en reconocer a Guaidó y en instar a aumentar la presión internacional contra Maduro.

Fiel a su política de no interferencia en asuntos extranjeros, China se ha limitado a llamar a la calma, pero su preocupación por el desenlace de esta coyuntura no cesa.

Y es que Pekín, principal acreedor del gobierno venezolano, se juega mucho en el país sudamericano, coinciden todos los expertos consultados por BBC Mundo.

¿Por qué?

Vayamos por partes.

La clave del petróleo

Los estrechos lazos que hoy hay entre China y Venezuela empiezan a construirse a principios y mediados de los años 2000, cuando se alinean los intereses de ambos.

Caracas, con Hugo Chávez en el poder, trata de diversificar los países a los que exportaba petróleo, su principal fuente de riqueza.

Pekín se encontraba en pleno proceso de crecimiento económico tras la apertura iniciada en los años 80 y comienza a buscar nuevas fuentes de recursos para abastecer la demanda de su vasta población.

Por entonces, China ya es uno de los principales importadores de petróleo, por lo que la relación parecía destinada a darse.

“El petróleo es la razón más fundamental por la que China y Venezuela se unieron. China necesitaba mucho petróleo y Venezuela lo tenía”, resume en conversación con BBC Mundo Matt Ferchen, académico del centro Carnegie-Tsinghua de Políticas Globales que estudia el rol de China en el mundo en desarrollo.

La relación floreció desde entonces y ambos construyeron unos lazos basados en “acuerdos de financiación por petróleo”, recuerda Ferchen, quien considera un error ese tipo de relación que Pekín cultivó con Caracas.

Desde 2007 hasta 2018, Pekín prestó al país latinoamericano más de US$67 mil millones, según los últimos datos de financiación China-América Latina que maneja el centro de estudios Diálogo Interamericano y la Universidad de Boston.

Durante esos primeros años, dicha cooperación pareció prosperar en beneficio de ambos gobiernos, pero la muerte de Chávez “cambió las cosas de manera radical”, indica el analista del centro Carnegie-Tsinghua.

Al año siguiente, el precio del petróleo se desplomó y la situación de la economía de Venezuela empeoró de manera dramática, hasta llegar a la situación actual en que registra la mayor inflación del mundo y graves problemas de abastecimiento de productos básicos como medicinas y alimentos.

Esto llevó a que Caracas, ya con Nicolás Maduro en el poder, incumpliera algunas de las entregas acordadas con Pekín y solicitara “periodos de gracia”.

Según distintas fuentes, el país sudamericano debe aún a la potencia asiática US$20 mil millones.

Hay un gran riesgo (para China en Venezuela)“, destaca por su parte Cui Shoujun, director del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Renmin de China, una de las más prestigiosas del país.

Cui coincide en que Pekín está preocupado por la situación y considera que “nadie puede garantizar” lo que ocurrirá con los acuerdos económicos entre ambos países si hay un cambio de gobierno en Venezuela, pese a los mensajes de calma hacia China por parte de la oposición venezolana.

No obstante, Cui es de los que piensan que el ejecutivo está haciendo lo correcto: “Diplomáticamente, China debe apoyar a Maduro, es el líder legítimo de Venezuela”, afirma.

A las “puertas” de Estados Unidos

A diferencia de otros países que le proveen de petróleo -por ejemplo, en Medio Oriente-, China desarrolló una relación de particular cercanía con Venezuela.

Y otro de los intereses detrás de ello se encuentra en el tablero geopolítico mundial, según algunos analistas.

Desde su llegada al poder en 2013, el presidente Xi Jinping impulsó la expansión de la influencia china en Latinoamérica y su estrategia es vista por algunos expertos como un intento de hacer de “contrapeso” a Washington en esta región.

“En los últimos cuatro o cinco años, el presidente Xi ha intentado proyectar el soft power chino por todos los rincones del mundo y ha puesto especial interés en Sudamérica, porque es el patio trasero de Estados Unidos”, considera Willy Lam, veterano analista de la política china.

“Es una manera de intimidar a Washington: decir a los estadounidenses que la República Popular de China es capaz de influenciar países cercanos a EE. UU.”, explica.

Lam, profesor de la Universidad China de Hong Kong, apunta también a las similitudes en cuanto a ideología entre ambos gobiernos, una cuestión que cree que mueve las decisiones del presidente chino y que le recuerda a los lazos con Cuba.

Otras fuentes del país asiático, cercanas al oficialismo, han rechazado durante años que la ideología tenga algo que ver en las relaciones exteriores de Xi e insisten en que la potencia actúa por pragmatismo.

En cualquier caso, la mayoría destaca el apoyo en la arena política internacional que ambos se otorgan, especialmente en un momento en el que Pekín se intenta proyectar como líder de la globalización.

¿Y ahora qué?

La crisis sigue escalando en Venezuela y la presión internacional para que Maduro abandone el poder tampoco se rebaja.

El mandatario venezolano considera que está sufriendo un intento de golpe de Estado orquestado por Washington y descarta la convocatoria de elecciones presidenciales, como le pide la oposición.

China, por su parte, parece empezar a moverse.

A principios de febrero, el portavoz del Ministerio de Exteriores Geng Shuang manifestó que Pekín “ha estado en estrecha comunicación con todas las partes de distintas maneras sobre la situación de Venezuela”.

“No importa cómo evolucione la situación, la cooperación China-Venezuela no debería verse menoscabada”, instó, sin dar más detalles.

En conversación con BBC Mundo, el experto de la Universidad Renmin de Pekín dice tener constancia de que las autoridades chinas han mantenido algún tipo de acercamiento a la oposición, tratando de abrir una especie de “canal” de diálogo.

El diario estadounidense The Wall Street Journal publicó esta semana que se habían producido encuentros en Washington entre diplomáticos chinos y representantes de la oposición venezolana.

En estas reuniones, según esa fuente, se había hablado de “períodos de prórroga” para pagar la deuda pero también de aplicar mayor transparencia sobre los acuerdos, un término que no suele caracterizar al régimen chino.

Preguntada por esas informaciones en rueda de prensa, una portavoz de la cancillería china las consideró “noticias falsas”.

En opinión de Margaret Myers, directora del Programa sobre Latinoamérica y el Mundo del centro de estudios Diálogo Interamericano, Pekín sigue manteniendo su respaldo a Maduro simplemente por abogar por la estabilidad y “proteger sus propios activos”.

Recientemente, comenta, las autoridades chinas se han tratado de involucrar más en el sector petrolero venezolano.

Myers recuerda la visita de Maduro a China el año pasado y afirma que durante la misma Pekín accedió a conceder otro préstamo de US$5 mil millones para “mejorar la producción de petróleo”, según pudieron confirmar desde su centro de estudios.

El gobierno de Maduro anunció en su momento ese monto, pero el régimen chino mantuvo silencio.

En palabras de Myers, “la mayor parte de lo que China está tratando de hacer últimamente es para intentar asegurar el suministro de petróleo para que puedan pagarse los préstamos ya existentes”.

No es una indicación de apoyo político”.

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