Miles de personas por toda la isla se lanzaron a las calles al grito de “libertad” y “abajo la dictadura” en un país donde las manifestaciones contrarias al gobierno están prohibidas.
BBC NEWS MUNDO
Cuba: los cientos de personas que siguen detenidas un mes después de las mayores protestas en la isla
El pasado 11 de julio Cuba vivió las mayores protestas de su historia reciente.
El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, dio una “orden de combate” para salir a acallar a los manifestantes, muchos de los cuales, según numerosos testimonios y fotografías, fueron apresados y duramente reprimidos.
Un mes después, centenares de ellos siguen en cárceles del país.
Según datos de Cubalex, una agencia de representación legal independiente que ha documentado las detenciones tras las protestas, más de 800 personas fueron apresadas el 11J, y sobre todo, en las redadas que vinieron en los días posteriores.
De ese total, la organización cree que, como mínimo, unas 371 personas todavía se encuentran en detención, aunque BBC Mundo no puede verificar esa cifra de manera independiente y el gobierno no informa sobre el tema.
“Nosotros estimamos que es mucho mayor el número de personas detenidas teniendo en cuenta que muchos casos, la policía o los abogados defensores les han exigido o recomendado a las familias que no hagan denuncias de los casos. Incluso nos han escrito familiares para que eliminemos personas de la lista”, dice a BBC Mundo Laritza Diversent, directora de Cubalex.
De acuerdo con la abogada, la excarcelación no ha significado el fin de los procesos legales para los que han sido liberados: algunos enfrentan desde multas, fianzas y prisión domiciliaria hasta la espera de citas para juicios o resultados de apelaciones.
La situación, sin embargo, es más crítica para los que siguen presos en un país que vive su peor momento en la pandemia de coronavirus, con miles de casos positivos y decenas de muertos cada día, hospitales colapsados, carencia de medicamentos esenciales, falta de ambulancias e insuficiencia de personal sanitario.
Esta son los rostros e historias de algunos de los que todavía quedan en las cárceles.
BBC Mundo contactó con el Centro de Prensa Internacional de Cuba para pedir una entrevista con autoridades cubanas para conocer la posición del gobierno sobre las protestas y las denuncias contenidas en esta historia, pero no tuvo respuesta inmediata.
Rocío Brito Torres, 22 años. Matanzas
Karoline Pereira Brito, una bebé de un año en la provincia de Matanzas, en el occidente de Cuba, hace casi un mes que no puede lactar.
Su madre, Rocío Brito Torres, de 22 años, fue detenida mientras visitaba a una vecina el 20 de julio, nueve días después de las protestas, como parte de las redadas que tuvieron lugar las semanas posteriores a las marchas.
“La bebé está sin lactar porque se llevaron presa a su madre. Está muy afectada porque estaba muy pegada a ella, nunca se habían separados. Y lactar era parte fundamental de su alimentación, porque todavía no está muy acostumbrada al puré (papilla), dice a BBC Mundo Elizabeth Álvarez, suegra de Brito Torres.
“Rocío también está muy mal. Las veces que ha podido hablar desde la cárcel ha dicho que está con los pechos a reventar y con dolor porque se le acumula la leche”, dice.
De acuerdo con su testimonio, que BBC Mundo verificó con otra persona cercana a la familia, Rocío fue apresada por haber participado en los chats en los que los manifestantes se iban convocando para salir a las calles.
“Cuando la detienen, Rocío estaba con la niña en casa de una vecina. Se la llevan a ella y dejan a la niña en la misma casa de la vecina donde estaba”, dice Álvarez.
El papá de Rocío murió de covid mientras la joven estaba en la cárcel y no le permitieron salir a acompañar a su familia.
“Ella misma tenemos entendido que tuvo coronavirus en la prisión y no sabemos a ciencia cierta su estado. Nadie ha podido verla. La policía nos dice que está bien, pero si no hay medicinas y tratamientos para los que están en los hospitales ¿qué quedará para los que están en las cárceles?”, agrega.
Christopher Lleonart Santana, 14 años. La Habana
“Mi hijo se llama Christopher Lleonart Santana. Tiene 14 años y desde los 5 tiene tratamiento psiquiátrico porque tiene una discapacidad mental”, cuenta a BBC Mundo Naika Rosa Santana.
El día 17 de julio la madre recuerda que le tocaron a la puerta sobre las 3:00 AM.
“Era la policía. Me pidieron que despertara a mi niño. Yo lo desperté. Lo miraron. Lo compararon con una fotografía y se fueron. Pero un rato después me volvieron a tocar y me dijeron que se lo llevaban detenido”.
Santana dice que entonces lo trasladaron a una estación de policía. Lo tuvieron allí 12 horas “bajo investigación” y después se lo llevaron para una cárcel de menores llamada “el Combinadito”.
Según datos de Cubalex, cerca de una decena de menores de edad se encuentra todavía en las cárceles por hechos asociados a las protestas del 11J. Christopher es el más joven de todos los que se han documentado hasta ahora.
“Yo desde entonces no he podido verlo. Solo me ha llamado algunas veces por teléfono. Los primeros días me contó que lo estaban maltratando, que le estaban dando golpes, y eso me puso muy mal porque yo sé que él no inventaría algo así si no fuera verdad”, dice la madre.
“Además, no había estado tomando sus medicamentos hasta hoy (9 de agosto), que fue que me permitieron llevarle sus medicinas y presentar los certificados de su enfermedad mental, pero no lo pude ver”.
Según la madre, las autoridades lo acusan de haber lanzado junto a otros menores una piedra contra una tienda estatal, aunque no tiene claro cuándo ocurrió ese hecho.
“Me dijeron que se lo llevaban porque las cosas están muy malas por las protestas. Una oficial me dijo que el niño firmó una declaración donde reconoce que lo hizo. Yo no sé si realmente lo hizo o hicieron que firmara. Pero aunque lo haya hecho, es un menor, y no pueden tratarlo así por tirar una piedra”, dice.
Naika confiesa que teme por la integridad física de hijo, quien ha intentado quitarse la vida en otras ocasiones como resultado de crisis por sus capacidades diferentes,.
“Yo tengo miedo que pueda volver a intentarlo ahora en esas condiciones y lejos de mí”, dice.
BBC Mundo contactó anteriormente con la Unicef para conocer su posición sobre la detención de menores en Cuba tras las protestas.
En un comunicado de respuesta la organización señaló que “dada la falta de datos oficiales y confiables, así como la naturaleza altamente delicada del tema, es difícil cuantificar el número exacto de niños detenidos”.
“La legislación penal cubana establece que solo son imputables los mayores de 16 años y reconoce un tratamiento diferenciado al comisor de un hecho delictivo que se encuentre entre las edades de 18 y 20 años”, indica el texto.
De acuerdo con Diversent, para menores como Christopher, la situación es incluso más complicada, dado que la legislación vigente no le permite ni un abogado.
“Cuba es parte de la Convención de los Derechos del Niño y hay un protocolo de cómo debe ser la detención, cómo debe ser un interrogatorio de los menores de edad. Y Cuba no está cumpliendo con nada de eso. Los menores han sido sometidos a incomunicación, no se les permite a los padres verlos y están siendo interrogados sin la presencia de los padres o de un asistente legal”, opina.
Edelmer Góngora, 37 años. Holguín
Dayamí Góngora dice que lo último que supo de su hermano es que estaba en la cárcel con fiebre y sintiéndose decaído. Desde entonces teme que también esté con coronavirus.
“Su instructor (el policía que atiende su caso) y su abogado también están con covid. Y por lo que me dijo que se estaba sintiendo, parece que él también lo tiene y estoy muy preocupada porque él es una persona enferma”, dice a BBC Mundo.
Edelmer Góngora, de 37 años, es un carismático vendedor ambulante de Holguín que padece una enfermedad rara llamada exostosis múltiple, un trastorno genético que le provoca serios problemas motores.
“A él no pueden decirle que tiró piedras porque no puede mover bien ni las manos ni las piernas, ha tenido varias operaciones desde pequeño. Pero aun así se lo llevaron preso por ir a las protestas”, dice la hermana.
“Solo hemos logrado hablar con él un par de veces por teléfono. Allí en la cárcel le dio escabiosis (sarna), tiene la espalda quemada, y ahora esa fiebre. Para colmo le negaron la fianza. Es una falta total de humanidad lo que están haciendo con mi hermano discapacitado”, agrega.
Dayron Fanego, 22 años. Mayabeque
Cuando Miriela Cruz Yanis supo que su hijo Dayron Fanego, de 22 años, había sido detenido tomó una decisión desesperada: pintó una camiseta. No se la mostró a nadie y se la colocó debajo de la blusa.
“Yo estaba como loca. Quería saber de él y pensé: si no me dicen de mi hijo, pues que me lleven presa con él”, recuerda en diálogo con BBC Mundo.
Fanego había sido detenido el 13 de julio. Según el testimonio de varios vecinos, se encontraba junto a un grupo de amigos, también jóvenes, en un portal, cuando llegó una brigada especial de la policía y se los llevaron presos a todos.
Pero Miriela asegura que su hijo no estuvo en las manifestaciones de su pueblo el día 11, aunque como muchos familiares dice que enfrentó numerosos obstáculos para conocer el paradero de los suyos.
“Yo fui entonces a la estación de policía para preguntar por él y no me querían decir nada de mi hijo. Les pedí entonces como local que me metieran presa con él y me dijeron que no podían hacer eso. Entonces le dije: ´Claro que me pueden. Y ahí fue cuando me quité la blusa”.
Debajo estaba la camiseta y la estrategia que había pensado antes. Había escrito: “Asesinos”. “Abajo Díaz-Canel”, “Abajo la dictadura”, “No más hambre”, “No más represión”…
“Ahí me rompieron el pullover y me esposaron. Me dejaron en ajustadores (sostenes femeninos). Me dieron golpe sin piedad. Me trataron como una perra más. Me dieron tanto golpe que me defequé. Me trasladaron después así a la prisión y me hicieron bajarme de la patrulla y pasar frente a los policías hombres en ajustadores y sucia”.
“Yo les expliqué que tengo cáncer de pulmón, pero no les importó. Estuve siete días presa, cuatro de ellos sin mis medicamentos. Me tocaba en esos días hacerme una TAC y ponerme la vacuna para el cáncer de pulmón y no pude ir por estar detenida”.
Fue liberada tras una fianza de 8.000 pesos (unos US$330) y acusada de robo con violencia. Dice que firmó la orden de excarcelación sin saber lo que decía, porque no podía ver sin sus lentes.
Sin embargo, Miriela dice que lo que más le duele de todo es el encierro de su hijo.
“Eso es lo que me tiene sin dormir. Mi hijo me contó que entre seis le habían caído a golpe. Algo que también me contó uno de los que estuvo preso con él. Eso es lo que más me duele. A mí no me importan los golpes que me dieron a mí, no me importa mi cáncer, pero una madre no puede pensar que le estén haciendo eso a un hijito tuyo”.