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“Hay quien tiene que decidir si paga el alquiler o la comida”: el impacto de la pandemia en los latinos indocumentados en Londres

Londres, como el resto de Inglaterra, se encuentra en su tercer confinamiento, medida que se tomó tras un dramático aumento de los contagios del nuevo coronavirus a finales de 2020 e inicios de 2021.

Dos inmigrantes indocumentadas compartieron con BBC Mundo sus experiencias de vivir en Londres durante la pandemia. (Foto genérica)

Dos inmigrantes indocumentadas compartieron con BBC Mundo sus experiencias de vivir en Londres durante la pandemia. (Foto genérica)

Cuando me comuniqué con Silvia, se oía el ruido de la calle en el fondo.

“Mejor la llamo cuando esté en su casa”, le dije.

“No, no se preocupe, ahora está bien. Ya me estoy regresando”, respondió.

Londres, como el resto de Inglaterra, se encuentra en su tercer confinamiento, medida que se tomó tras un dramático aumento de los contagios del nuevo coronavirus a finales de 2020 e inicios de 2021.

Una señora me dijo que aquí regalaban comida. Me dieron pan, arroz, azúcar, dos tomates, una pera”, me contó.

“Había mucha más gente” en la que cree es una iglesia.

Mujer
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Inglaterra ha pasado por tres confinamientos y ha sido uno de los países más golpeados por la pandemia.

Esta sudamericana, cuya identidad protegemos por ser indocumentada, ha experimentado algo que nunca se imaginó vivir en la capital británica.

“He ido a mercados a juntar comida, cositas que botan, les quito lo malo, cocino y me las como”.

La necesidad la llevó a esperar “lo que dejan los vendedores” cuando cierran sus puestos de frutas y verduras.

Silvia está cerca de cumplir 50 años y no tiene trabajo.

Como ella, hay varias inmigrantes irregulares.

“Desamparadas”

“Esas mujeres han quedado absolutamente desamparadas”, le dice a BBC Mundo Dolores Modern, coordinadora de Políticas y Comunicaciones sobre Derechos Laborales de la organización Latin American Women’s Rights Service (LAWRS).

“Podemos explorar muchas alternativas de beneficios del Estado para una mujer con pasaporte europeo, pero una mujer indocumentada no tiene acceso a nada de eso”.

Y es que los inmigrantes sin papeles en Reino Unido no tienen acceso a fondos públicos.

Mujer limpiando
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El confinamiento ha afectado a muchas trabajadoras domésticas. Las que no tienen documentos y no hablan inglés están en una situación de mayor vulnerabilidad. (Foto genérica)

En ese contexto, muchos de ellos han buscado ayuda en amigos, familiares, organizaciones benéficas, redes de apoyo comunitario y bancos de alimentos.

Se estima que en el país hay más de 2.000 bancos de alimentos, 1.200 de ellos son operados por la organización de caridad Trussell Trust y más de 900 son independientes.

Varios han reportado un aumento sustancial de la demanda desde que comenzó la pandemia.

Indoamerican Refugee and Migrant Organisation (IRMO) es una organización de caridad que, durante 30 años, se ha enfocado en el empoderamiento de los latinoamericanos en Londres.

“Tenemos nuestro propio ‘fondo para la adversidad’, que nos permite entregar vales de supermercado y de bancos de comida a personas que no tienen acceso a fondos públicos”, le dice a BBC Mundo su directora, Lucía Vinzón.

“Punto extremo”

Una investigación de 2016 del Queen Mary University calculaba que había 250.000 latinoamericanos en Reino Unido, y que 145.000 de ellos estaban en Londres.

No hay certeza de cuántos carecen de documentos.

Tras 10 años trabajando con la comunidad latinoamericana, Vinzón ha notado “un tema muy preocupante y nuevo: dificultad para acceder a la comida”.

“Se llegó a una situación tal que hay quien tiene que decidir si paga el alquiler o la comida. Algunos no han tenido para cubrir las necesidades básicas de alimentación”.

En febrero, IRMO publicó el reporte The impact of covid-19 on the lives of Latin American migrants, que realizó, según la experta, por “la falta de datos oficiales sobre la comunidad y cómo ha sido afectada por la pandemia”.

“Los migrantes latinoamericanos de bajos recursos que viven en Londres se encuentran en el punto más extremo de esta crisis”, señala el estudio.

Gente en un aeropuerto
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Muchos latinoamericanos que se encuentran en Londres en situación irregular entraron de forma legal al país, pero sus visas se vencieron y no solicitaron su renovación o, si lo hicieron, fue rechazada.

La investigación se basó en una encuesta a 170 participantes, hecha en el primer confinamiento (abril y mayo), en el análisis de 262 casos y en información recopilada por la organización desde marzo hasta finales de junio.

El 31% de los encuestados dijo que tenía dificultades para pagar por la comida, mientras que 49% se había quedado sin trabajo por la pandemia.

Esa cifra, dice la especialista, es muy relevante porque históricamente la comunidad siempre ha tenido un porcentaje de empleo muy alto, aunque no todos han sido trabajos en que se han respetado sus derechos.

“Otra pandemia”

Un “gran porcentaje” de la comunidad trabaja en la limpieza y la hostelería, sectores “muy poco regulados” en los que es común el contrato de cero horas, aquel en el que el empleador no está obligado a proporcionar un mínimo de horas de trabajo.

Hay varios casos, indica Vinzón, en que los empleadores les dijeron a los trabajadores que no tenían más horas y los despidieron, en lugar de “buscar una solución”.

El remedio al que se refiere es el Plan de Retención de Empleo por Coronavirus que el gobierno puso en marcha al inicio de la pandemia y al que se pueden acoger los negocios que se vieron afectados por ella. Esto les permite a los empleadores poner a sus trabajadores de licencia y acceder a una subvención que cubra parte del costo salarial.

De esa manera, los empleados, mientras están de licencia, reciben el 80% de su sueldo.

Pero el trámite lo tiene que hacer el empleador y, por tanto, “depende de su buena voluntad”, subraya Modern.

Mujer limpiando
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“No vinimos a desangrar el sistema. Tuvimos que irnos de nuestros países por diferentes razones. Ahora trabajamos y gastamos en este país”, dice una de las inmigrantes que hablaron con BBC Mundo. (Foto genérica).

Además, a la comunidad latinoamericana que tiene empleos precarios no le ha ayudado mucho, añade.

Y es que “son sectores que pagan el salario mínimo e incluso, muchas veces, ilegalmente pagan menos”, explica por su parte Vinzón. “Imagínate: están cobrando 80% de un salario mínimo con horas reducidas”.

“La vulneración de los derechos laborales que estamos viendo es otra pandemia”.

La situación se vuelve más difícil para aquellos que, indocumentados, no tenían ningún contrato y cobraban en efectivo.

Muchos de ellos “se quedaron sin nada”.

“Necesito el dinero porque ¿cómo vivo?”

“Vivo prácticamente al día”, me cuenta una inmigrante indocumentada a quien llamaré Mirna para proteger su identidad.

Desde la habitación individual que renta en Londres, me dice que desde hace varios años es el eje económico de su familia en Sudamérica.

Antes de que se desatara la pandemia, tenía varios empleos limpiando casas. Pero cuando ordenaron el primer confinamiento, los dueños de las viviendas le dijeron que no volviera.

Eso la alarmó. Sin embargo, logró mantener un trabajo de unas horas a la semana limpiando un establecimiento que tiene permiso para funcionar en medio de las restricciones.

“Tengo una enfermedad autoinmune y supuestamente no debería salir a trabajar. Tendría que haber estado encerrada durante todo este tiempo. Pero necesito el dinero porque ¿cómo vivo? Estoy sola”.

“Siempre he tenido miedo. Si me enfermo ¿qué va a pasar? Temía que me pillaran y me dijeran: ‘¿Por qué trabajas? ¿Cuál es tu situación (migratoria)?‘. Quizás no iba a pasar, pero es un miedo que llevas siempre”.

Mujer en una ventana
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Muchos inmigrantes indocumentados temen que si acuden a los servicios de salud su estatus sea descubierto y enfrenten consecuencias. (Foto genérica)

Modern señala que la falta de pago por enfermedad es una infracción muy común en los sectores de la limpieza, la hostelería y el trabajo doméstico.

“Pero en el contexto de la pandemia hemos escuchado a un número creciente de mujeres que han mostrado síntomas de covid-19 o tienen enfermedades preexistentes, y se han visto obligadas a elegir entre su salud y su salario“.

Eso se traduce en que algunos empleadores “han puesto en peligro no solo la salud de sus empleados y de las personas con las que viven, sino que también ponen en riesgo la salud pública por la posibilidad de propagar el virus”.

La servidumbre

El laboral es uno de los campos en los que LARWS se ha especializado en sus casi 40 años en defensa de los derechos de las latinas.

“Hemos visto varios casos de explotación que nos han llegado en muy poco tiempo y eso no es frecuente. Solíamos verlos más espaciados”, indica Modern.

No puede decir si han aumentado, pues se trata de un crimen “muy underground“, pero sí cree que se ha exacerbado la vulnerabilidad.

A una mujer que les consultó sobre su situación, le advirtieron que era un caso de servidumbre doméstica y le explicaron lo que se podía hacer. “Pero dijo que no. Tenía miedo de que, por ser indocumentada, no pudiera conseguir trabajo fácilmente. Seguramente sigue trabajando en esa casa bajo explotación”. Aunque es algo que no han podido verificar.

Y ese es uno de los problemas con el que se encuentran las organizaciones que apoyan a inmigrantes: muchos de ellos no quieren denunciar sus casos ante las autoridades por miedo a que descubran su estatus irregular. Pero también hay quienes están legalmente y no lo hacen porque no hablan el idioma y desconocen sus derechos y el sistema laboral británico.

Así, supieron de empleadas domésticas que fueron forzadas a hacer el confinamiento con sus empleadores, pese a tener sus propias familias y viviendas.

Mujer limpiando
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Organizaciones benéficas, no sólo dedicadas a la comunidad latinoamericana, han advertido que los trabajadores ilegales se enfrentan a nuevos riesgos de explotación cuando vuelvan a trabajar. (Foto genérica)

De no hacerlo, las amenazaban con despedirlas.

Los casos de explotación laboral no son algo nuevo entre muchos latinos.

“Antes de la pandemia la situación ya era terrible. Por eso, decimos que la pandemia no creó ningún problema, sino que agudizó problemas estructurales que ya existían”, reflexiona Vinzón.

Un mal conocido

En 2019 conocí a una centroamericana, con ciudadanía española, que había aceptado venir a Londres a cuidar a un bebé en la casa de una pareja.

El trabajo se convirtió en jornadas que empezaban a las 7:00 de la mañana y terminaban a las 11:00 de la noche, e incluían, además de atender al bebé, estar pendiente de un perro y “hacer todas las tareas del hogar para todos”.

Esa carga laboral más el “maltrato emocional” y el aislamiento por no hablar inglés, se volvió “inaguantable”, cuenta.

Tenía un día libre a la semana y en uno de ellos conoció a una latina de la que se hizo amiga. “Saca tu pasaporte de la casa, yo te lo guardo”, le aconsejó. Ese fue el primer paso para salir de “la pesadilla”.

El año pasado, una inmigrante sudamericana me contó que, años antes, tuvo que dormir en una estación de trenes por tres días porque una “gran oferta” de trabajo, había terminado en engaño.

“Eso fue sumamente triste”, me dijo llorando. “Haces de la estación tu casa, duermes en compañía de los homeless (sin techo) y a las 5 de la mañana hay que desalojar”.

Le habían prometido trabajo y vivienda por varios meses, pero tan solo unas semanas después, le dijeron que se había acabado.

Su pago lo recibió semanas después y descubrió que para la cantidad de horas que había trabajado y tras haberse “matado limpiando” unos apartamentos, esa suma fue parte del fraude.

“No hablo inglés”

Silvia me cuenta que también la han engañado; que en su tiempo en Londres, cuyo inicio prefiere no especificar, ha conocido “personas malas”.

“Les he dicho que no tengo documentos y que si me pueden ayudar a trabajar. Me han hecho entrar (a limpiar oficinas), pero ¿sabe lo que me han hecho? He trabajado tres, cuatro semanas y cuando les tocaba pagarme me han dicho que no habían depositado, que no ha entrado el dinero y ellos se lo han cogido. He salido sin nada de dinero”.

“Me lo han hecho varias veces”, me dice entre sollozos. “Saben que yo no tengo cómo reclamar, que no hablo inglés, entonces se aprovechan”.

Otras veces, le pagaron, pero no siempre lo acordado.

Trata de gastar “poquísimo” porque no trabaja desde diciembre, antes del tercer confinamiento.

“Hacía dos horitas (de limpieza) en una casa y otras, en otra”. Pero no la han vuelto a llamar.

Le agradece “infinitamente a Dios por la comidita” y los vales alimentarios que le da una organización benéfica.

Fila para entrar en un banco de comida en Londres
TOLGA AKMEN/AFP via Getty Images
Hay cientos de bancos de comida en todo Reino Unido. Muchas familias británicas han acudido a ellos, tras el impacto de la pandemia en sus vidas.

Le debe tres meses a la señora que le renta una habitación y que le avisó que la necesita porque su hijo regresará.

“Le he rogado, le he dicho que me espere, que voy a tratar de ver para dónde me voy”.

LAWRS ha sabido de muchas mujeres, sin papeles, que han tenido que irse de sus viviendas porque no pueden seguir pagando el alquiler.

“Algunas, por ejemplo, han terminado durmiendo en el sofá de algún conocido”, dice Modern.

De acuerdo con el reporte de IRMO, el 60% de los encuestados dijo que enfrentaba dificultades para pagar la renta.

1 de cada 7

Silvia no sabe si tuvo covid-19, pero me cuenta que estuvo enferma: “No me podía levantar de la cama, tenía fiebre, escalofrío, dolor de articulaciones, sentía que la cabeza se me iba a reventar”.

Le pregunto si está registrada en el GP (General Practitioner), que es el servicio de salud primario de Reino Unido, y me dice que no lo ha hecho por “miedo” a que descubran que es indocumentada y “le pasen la información a Inmigración”.

En 2011, se estimaba que 1 de cada 5 latinoamericanos no estaba registrado en el GP. Diez años después, el estudio de IRMO asegura que se trata de 1 de cada 7.

Policías caminando
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En su campaña de vacunación contra la covid-19, el gobierno británico insta a todas las personas que viven en el país a registrarse en el GP, que es el centro de salud primario.

Vinzón cree que esto se debe a varios motivos. Dos de ellos son: la barrera del idioma y la falta de conocimiento sobre ese procedimiento.

“Pero también hemos visto una actitud hostil” en algunos centros de salud. “Esto ha crecido mucho, sobre todo en los últimos años”.

De acuerdo con la experta, IRMO ha conocido casos en los que no se pusieron a disposición de los inmigrantes los servicios de intérpretes.

Además cree que el debate que generó el Brexit ha hecho que muchos inmigrantes sientan que “no son bienvenidos” y hay que recordar que “un gran porcentaje de la comunidad latina ya tiene ciudadanía europea porque vienen de España, Italia o Portugal”.

La experta destaca que, tras años de hacer campaña, un grupo de organizaciones consiguió que en cuatro municipios de Londres, se incorporara en los formularios oficiales, la categoría étnica: Latin American.

“Eso es esencial para que haya información oficial de la comunidad”, pues, en su opinión, “seguimos siendo invisibles, a pesar de que hemos crecido muchísimo”.

La vacuna

No hay precisión sobre cuántos inmigrantes irregulares de diferentes nacionalidades hay en Reino Unido, sólo estimaciones, como la del Centro de Investigaciones Pew, que, en 2017, dijo que podrían haber entre 800.000 y 1.200.000 inmigrantes no autorizados.

En febrero, el gobierno británico dijo que los inmigrantes que están en una situación irregular no corren riesgo de deportación cuando se vacunen contra la covid-19. Por eso, los insta a que se registren en el GP.

“Las vacunas contra el coronavirus se le ofrecerán de forma gratuita a todas las personas que viven en Reino Unido, independientemente de su estatus migratorio”, le señaló un vocero del gobierno a BBC Mundo.

Meses antes, cuando comenzó la pandemia, el Ejecutivo había dicho que no se les revisaría el estatus migratorio a las personas que buscaran pruebas o tratamientos para esa enfermedad y que la atención sería gratis.

Temor

Muchas organizaciones se mostraron complacidas con esos anuncios, pero reconocen que “es muy difícil generar confianza, cuando han sido décadas de provocar desconfianza”, indica Modern.

Y es que a muchos latinos, que han vivido años en Reino Unido, les preocupa que “si van al NHS (Servicio Nacional de Salud), a cualquier organización o incluso a la policía, corren el riesgo de que sus datos sean compartidos” con las autoridades de inmigración.

Por años, varios grupos que ayudan a inmigrantes de otras nacionalidades han percibido el mismo temor.

Persona caminando
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“Las vacunas contra el coronavirus se le ofrecerán a todas las personas que vivan en Reino Unido de forma gratuita, independientemente de su estatus migratorio”, señaló un vocero del gobierno.

Pero en medio de la pandemia, se está reforzando el mensaje sobre la importancia de registrarse en el GP, un proceso gratuito en el que no se necesita prueba de domicilio ni del estatus migratorio.

Además, indica Vinzón, se puede solicitar un intérprete.

Los servicios de salud primaria, que son gratuitos, “no deberían compartir ninguna información con el Home Office (Ministerio del Interior)”.

En julio, un vocero del gobierno le dijo al diario The Independent que “es completamente falso decir que el NHS comparte datos con el Home Office para acciones de implementación de la ley de inmigración”.

Autoridades locales

Un portavoz del gobierno británico le dijo a BBC Mundo, vía correo electrónico, que los inmigrantes irregulares no puedan acceder a fondos públicos es “la postura que han adoptado desde hace muchos años los sucesivos gobiernos”.

“Las personas que se encuentran en Reino Unido ilegalmente deben tomar medidas de inmediato para regularizar su estatus y, así, tener derecho legal a permanecer aquí, o pueden comunicarse con nuestro Servicio de Retorno Voluntario, que ayuda a regresar a sus países de origen a quienes no tienen derecho legal a permanecer”.

De acuerdo al funcionario, se les ha dado a los ayuntamientos en Inglaterra “un apoyo sin precedentes durante la pandemia”, con un paquete de más de 8.000 millones de libras (unos US$ 11.000 millones) “para apoyar a sus comunidades”.

En mayo, el gobierno señaló que las autoridades locales pueden proporcionar una red de protección básica, “independientemente del estatus migratorio, si se establece que existe una necesidad de atención genuina” y mencionó como ejemplos: migrantes con graves problemas de salud o familias en las que se cuestiona el bienestar de un niño.

“Nadie debería verse incapaz de alimentarse o de tener un techo sobre su cabeza. Por eso, el gobierno, las autoridades locales y las organizaciones benéficas brindan ayuda”, le dijo el vocero gubernamental a The Independent.

Pedir ayuda

La organización benéfica Voces Amigas de Esperanza (VOADES) le ofrece apoyo telefónico a los latinos en materia de salud mental.

Durante la pandemia ha notado que, “independientemente de que vienen de culturas con un nivel de resiliencia alto, algunas personas desarrollaron ataques de pánico, a otras el miedo las bloqueó y tuvieron desordenes de ansiedad”, le dice a BBC Mundo su directora, Nancy Lizcano.

Sombra de mujer
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No hay exactitud sobre el número de trabajadores indocumentados en Reino Unido. En 2017, el Centro de Investigación Pew estimó que había entre 800.000 y 1.200.000 inmigrantes no autorizados en el país.

Las organizaciones consultadas para este artículo y muchas otras insisten en que es fundamental pedir ayuda si vive una situación difícil.

El personal de estos grupos no gubernamentales está entrenado para brindar orientación sobre diferentes temas en español y en portugués (para la comunidad brasileña), y manejar la información confidencialmente.

Mirna me cuenta cuán agradecida está con Reino Unido porque, “entre muchas cosas”, le ha dado el tratamiento para su enfermedad. “Algo que no tengo en mi país”.

Y, además, está “feliz” porque ya la vacunaron. Su GP, en el que se registró hace varios años, la incluyó en la lista de personas vulnerables por su enfermedad.

*Edición: Leire Ventas