“Era como las puertas del infierno. No hay otra forma de describirlo”.
BBC NEWS MUNDO
Sábado Negro en Australia: “el día que estuvimos a las puertas del infierno”
Este fin de semana se cumplen 10 años de los peores incendios forestales que ha vivido Australia. El desastre, que tuvo lugar en el estado de Victoria, dejó un saldo de 173 muertos. Considerado como "uno de los días más oscuros en la tranquila historia" del país, el llamado Sábado Negro dejó un doloroso legado.
El llamado Sábado Negro fue el evento de incendios forestales más mortal en la historia de Australia. GETTY IMAGES
Para Tony Thomas, el 7 de febrero de 2009 comenzó como un día cualquiera. El verano había registrado temperaturas por encima de los récords y algunos días se habían disparado las alertas de seguridad.
Pero Thomas no estaba muy preocupado. En el pasado ya había habido días de un calor abrazador.
En las frondosas y tranquilas colinas en las afueras del pequeño pueblo de Marysville, unos 90 km al noreste de Melbourne, Thomas y su esposa Penni administraban un pequeño hostal turístico.
Sus suegros habían viajado hasta el lugar para almorzar y celebrar un cumpleaños. Fue una linda reunión, a pesar del calor sofocante. Pero, en la tarde, divisaron humo en el oeste. Cuando se acercaron para observar mejor, vieron fuego.
“Venía del bosque detrás de nosotros, en el otro lado. A 100 km, rugía en nuestra dirección”, le explica Thomas a la BBC.
A las 18.45, el fuego golpeó “y bastante duro”. La familia de Thomas y los huéspedes de hostal corrieron a refugiarse en la casa mientras él, su cuñado y un empleado combatían el fuego.
Eran tres hombres con cubos y mangueras de jardín contra un rugido de fuego, que golpeaba azotado por el viento.
“La gente dice que eran las puertas del infierno porque todo se volvió de la luz a la oscuridad muy rápidamente”. El humo bloqueó el sol.
“Lo único que se podía ver era el resplandor del fuego a través del humo. Nos estábamos asfixiando. Solo teníamos toallas de té grandes que mojábamos constantemente y envolvíamos alrededor de nuestras caras para poder respirar”.
Bolas de fuego de 100 metros de altura
Cerca de allí, David Baetge también luchaba por sobrevivir en su propiedad en los alrededores de la ciudad de Buxton, justo al lado de un gran parque estatal.
Armado con un plan integral de fuego y experiencia previa en combate de incendios, Baetge había visto el humo pero había decidido quedarse. Al igual que Thomas, la decisión casi le costaría la vida.
Aproximadamente a las 18.30, avistó las llamas en la cima de los picos a unos 3 km de distancia. Según sus estimaciones, se trataba de bolas de fuego de 100 metros de altura.
Incluso para un veterano de los incendios forestales, el australiano se sorprendió por la velocidad con que el fuego avanzaba en dirección suya.
“El cielo estaba rojo iridiscente, con un rugido ensordecedor como el de un jet 747 cuando te paras al lado”, recordaría más tarde en su blog.
“Era como estar dentro de un capullo de humo con un rango de visibilidad máximo de unos 30 m, mientras la totalidad de este hemisferio en todas las direcciones era de color rojo cereza brillante”.
A lo largo de este paisaje una vez bucólico, otras personas enfrentaron una lucha similar.
Karen Curnow es una de ellas. Cuando su casa se incendió, huyó con su perro en el auto, acelerando por entre los árboles en llamas. Abandonó el lugar sintiéndose culpable de tener que dejar atrás a sus caballos asustados.
Cerca de Kinglake West, la artista local Michelle Bolmat también salió disparada en su auto.
“La ceniza comenzó a caer, y vino la oscuridad … se volvió completamente negro en todas partes”, le dice a la BBC. Un árbol cayó delante de ella; pero cuando el calor comenzó a acumularse, aceleró su motor y le pasó por encimal. “Miré hacia atrás y vi venir el fuego”.
Desastre equivalente a mil 500 bombas atómicas
Los cuatro sobrevivieron a esa noche de pesadilla.
Pero cuando salió el sol a la mañana siguiente, todo estaba inquietantemente tranquilo. El exuberante paisaje de otros tiempos se había esfumado.
“Nuestro mundo cambió de hermosos colores, a negro y gris”, recuerda Thomas. “No hubo un lugar en la propiedad que no se quemara”.
El poblado de Kinglake sufrió el mayor número de víctimas, con 120 fallecidos. En Marysville murieron 39 personas, de ellas, 34 eran residentes locales. La ciudad quedó destrozada.
“Probablemente 22 de esos 34 eran amigos nuestros”, dice Thomas.
Después de que las últimas brasas fueran sofocadas (los incendios del Sábado Negro continuaron hasta el 14 de marzo), se conoció la verdadera escala de los incendios.
Alrededor de 400 llamaradas habían ardido, la mayoría provocadas por líneas eléctricas defectuosas y rayos, pero también hubo casos de incendio provocado.
Murieron un total de 173 personas, el evento de incendios forestales más letal de Australia. Dejó varios cientos más de heridos, más de dos mil casas destruidas y más de siete mil 500 personas desplazadas.
La Real Sociedad para la Prevención de la Crueldad contra los Animales estimó que hasta un millón de animales murieron.
Se trató de un desastre sin precedentes, incluso cuando Australia es un país acostumbrado a los incendios forestales.
¿Por qué fue tan severo?
A lo largo de los años, Australia ha sido golpeada con varios incendios mortales. Pero los del Sábado Negro de 2009 fueron singulares en su ferocidad, equivalentes a mil 500 bombas atómicas.
Entonces, ¿qué hizo que este evento fuera tan severo?
Kevin Parkyn, un experimentado pronosticador australiano del Buró de Meteorología, dice que fue una combinación de temperaturas récord, vientos del noroeste de más de 100 km/ h, y un paisaje seco agravado por la sequía. En Melbourne, la temperatura alcanzó los 46.4℃.
“La ciudad no ha registrado temperaturas como esta en 100 años”, dice Parkyn. “Cuando salías al aire libre, solo había una ráfaga de aire caliente: era como tener un secador de pelo en la cara”.
Los bomberos no pudieron hacer mucho, especialmente cuando las llamas azotaron los bosques de eucaliptos altamente inflamables de Australia, dice.
Las temperaturas fueron tan intensas que eran capaces de fundir el metal: “Era casi como una bestia viva que respira”.
¿Muchos se han preguntado qué papel jugó el cambio climático?
Parkyn comenta que sería difícil decir que no hay un vínculo, dado el nivel récord de temperaturas experimentado en Australia, así como la frecuencia de desastres climáticos extremos a nivel internacional.
El científico pone de ejemplo los incendios del año pasado en California, uno de los más mortíferos en Estados Unidos.
Los daños que dejó el Sábado negro también estuvieron exacerbados por la urbanización, dice.
Risk Frontiers, un centro de investigación, estima que casi un millón de hogares en Australia están ubicadas a menos de 100 metros de los bosques.
Trastornos psicológicos graves
Luego de los incendios se anunció una investigación de la comisión real, que dio como resultado cambios generalizados en la preparación y los protocolos para este tipo de eventos.
La investigación estimó el costo financiero del desastre en unos US$3 mil millones.
Los sobrevivientes también obtuvieron un pago de unos US$354 mil, el mayor acuerdo de demanda colectiva en la historia legal australiana. Sin embargo, esto no resarció los daños invisibles.
El informe Beyond Bushfires, una organización que encuestó a más de mil personas afectadas por los incendios, encontró evidencia de problemas de salud mental significativos como depresión, trastorno de estrés postraumático y trastornos psicológicos graves.
De las brasas, sin embargo, también salió algo bueno. Australia ahora está significativamente mejor preparada para los incendios, con nuevas medidas que incluyen códigos de construcción rediseñados y mejores mensajes de advertencia.
A nivel internacional, los investigadores australianos están liderando el camino en muchas tecnologías de extinción de incendios y el informa de Beyond Bushfires se usa internacionalmente.
“La ciudad nunca será la misma”
La regeneración y el crecimiento también han tenido lugar a un nivel más personal. Thomas está sorprendido por la resistencia de los pobladores. Las comunidades se han reconstruido, los arbustos se han regenerado.
Karen Curnow dice que los incendios le dieron la oportunidad de comenzar de nuevo: “No me veo como una víctima o una sobreviviente. Me considero una persona muy afortunada”.
Esta semana, varios actos de conmemoración han marcado el aniversario 10 de la tragedia.
Muchos se sentirán más aliviados cuando estos actos terminen y las personas puedan seguir con sus vidas, dice Thomas.
Marysville se está recuperando lentamente aunque “la ciudad nunca será la misma”.
“Pero como comunidad nos mantenemos unidos”, dice. “Todavía estamos aquí. Todavía estamos de pie”.
A este reportaje también contribuyeron Simon Atkinson y Hywel Griffith.