Su fama en esos círculos se debe a un impresionante legado: la compilación uniforme del derecho romano en la obra del Corpus Juris Civilis, que todavía es la base del derecho civil de muchos Estados modernos.
BBC NEWS MUNDO
“Teodora del prostíbulo”, la mujer por la que Justiniano I cambió la ley del Imperio bizantino
Justiniano I es muy conocido en el mundo legal y lo ha sido desde que fue emperador del Imperio bizantino en el siglo VI.
Se dice que él -a la derecha- se enamoró de ella ella -a la izquierda- y la hizo su amante porque era una mujer ingeniosa e inteligente. Foto:Getty Images
No sorprende que se haya escrito mucho sobre esa era y sobre Justiniano, a menudo llamado “el último de los romanos”.
Lo curioso es lo poco que se escribió sobre su esposa Teodora, no sólo porque reinó junto con él, algo inusual en ese entonces, sino porque vivieron uno de esos romances que marcan la historia.
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Lo que nos llegó de la época sobre ella es un retrato esbozado en uno de los textos más extraños que sobreviven de la antigüedad: “Historia Secreta” de Procopio de Cesarea, quien fuera secretario personal del gran general de Justiniano, Belisario.
El escrito, que el autor no se atrevió a publicar cuando los protagonistas estaban vivos, es un ataque violento contra Belisario, su esposa Antonina, su amiga Teodora y el propio Justiniano.
Fue Procopio quien la apodó “Teodora del prostíbulo” con ánimo de insultarla.
Aunque, sin ánimo de hacerlo, Juan de Éfeso, el historiador y líder de la Iglesia ortodoxa oriental en el siglo VI, también dice que ella “vino del prostíbulo”.
¿Cómo terminaron juntos un emperador y una cortesana?
Él
Petrus Sabbatius nació en una pequeña aldea alrededor del año 482 d.C. en el seno de una familia humilde. De no haber sido por su tío Justino, quien lo adoptó, habría sido granjero.
Justino, quien había ascendido hasta llegar a ser el comandante de los excubitores (una unidad militar que actuaba como la guardia de imperial y cuyos comandantes tuvieron mucho poder durante el siglo VI) en la capital del imperio, Constantinopla.
Allá se llevó a su sobrino, quien adoptó el nombre de Justiniano y se benefició de la educación que recibió y la experiencia de frecuentar la corte del emperador Anastasio I.
Cuando éste falleció sin dejar heredero, Justino fue coronado como el nuevo emperador de Roma en Constantinopla, en una decisión que contemporáneos e historiadores sospechan fue orquestada nada menos que por su astuto sobrino.
Para entonces, Justino ya tenía unos 65 años y durante parte de su reinado sufrió de senilidad.
Justiniano estuvo todo el tiempo a su lado, ocupando altos cargos.
Fue entonces que conoció a Teodora.
Ella
Teodora nació aproximadamente en el año 495 d.C. en Constantinopla.
Su padre era un cuidador de osos del hipódromo de Constantinopla y murió cuando ella tenía 5 años.
Su madre, una artista de teatro, se volvió a casar y le consiguió a su nuevo esposo el mismo trabajo que tenía el anterior.
Paso seguido, le enseñó a sus niñas los movimientos de brazos y los silenciosos gestos que hubieran sido reconocidos por el público del teatro de la época, y se las llevó al hipódromo.
La hermana de Teodora se convirtió en una cantante famosa y ella, en actriz, bailarina, mímica y comediante.
A la edad de 15 años, era la estrella del hipódromo. También era, como muchas actrices, una prostituta.
A los 18 años, lo dejó todo para convertirse en la amante del gobernador de la actual Libia.
Poco después se separaron, y en su camino de vuelta a Constantinopla Teodora se unió a una comunidad ascética en el desierto, cerca de Alejandría.
La experiencia la hizo devota del monofisismo, una rama del cristianismo que sostiene que Jesús es completamente divino, no divino y humano como mantiene la Iglesia ortodoxa y la Iglesia católica.
Como resultado, renunció oficialmente a su vida de actriz y, cuando llegó de vuelta a la capital del Imperio, se estableció cerca del palacio para ser hilandera de lana.
Tenía 21 años y fue entonces que conoció a Justiniano.
Ellos
A pesar de la diferencia de edad y de personalidad, formaron la pareja perfecta.
Ella era hermosa, segura de sí misma y aguda; él, reservado, poco dado a sonreír y no tan agraciado. Sin embargo, “él estaba dedicado a ella, y se tenían una confianza mutua absoluta“, según el historiador Robert Browning autor de “Justiniano y Teodora”.
El problema era legal: en ese momento estaba prohibido que un funcionario de gobierno se casara con una actriz, término que era sinónimo de prostituta, así esta se hubiera “reformado”.
Aunque Justiniano era poderoso y tenía gran influencia sobre su tío, su tía, la emperatriz Eufemia, se negaba a aceptar el matrimonio, se dice que porque se veía reflejada en Teodora, pues su pasado también era vergonzoso.
No obstante, poco después de la muerte de Eufemia, Justino accedió a cambiar la ley. Se casaron en el año 525 d.C.
Dos años después, en el mismo hipódromo en el que Teodora había entretenido a la multitud, la pareja fue coronada.
El hijo de granjero y la actriz se convirtieron en emperador y emperatriz del joven Imperio bizantino o -como lo llamaban en esa época- romano, cuya existencia se prolongaría por un milenio.
Juntos
En ese espectacular ascenso al poder de Teodora no era meramente un accesorio.
Teodora y Justiniano eran conocidos por gobernar como iguales: ella era corregente de facto.
Y usó ese poder para crear una narrativa completamente nueva, en la que el género y la clase desempeñaban un papel inferior a la ambición y capacidad.
Juntos crearon un legado perdurable, dando forma a nuestro concepto de la Estado occidental moderno, al poder de la Iglesia ortodoxa oriental y a la base del derecho europeo.
Justiniano ordenó una completa compilación y modernización del derecho romano, conocido como el Codex, para que, como dice el documento, “La majestad imperial (…) no sólo esté honrada con las armas sino también fortalecida por las leyes, para que en uno y otro tiempo, así el de guerras como el de paz, puedan ser bien gobernados, y el principio romano subsista vencedor no solamente en los combates con los enemigos (…)
Las secciones que se refieren a las mujeres revelan la influencia de Teodora, en particular cuando se trata de su estatus legal.
Pero es en las leyes que vinieron después de la emisión del códice que su presencia es aún más evidente.
Ella, emperatriz
Para Teodora, la prostitución era un asunto de justicia social en lugar de un problema moral personal, y abordó el papel que jugaba la desigualdad económica en la adopción de esa ocupación.
Atendió los derechos de las prostitutas en particular cerrando burdeles, creando casas de protección y aprobando leyes para prohibir la prostitución forzada.
Las leyes también fueron la herramienta para elevar el rol de la mujer, por ejemplo, expandiendo sus derechos en casos de divorcio, otorgándoles el derecho a poseer propiedades e instituyendo la pena capital en caso de violación al tiempo que se abolió una ley que permitía que las mujeres fueran asesinadas por cometer adulterio.
Incluso después de su muerte, el estatus de las mujeres en el Imperio bizantino se elevó muy por encima del de las mujeres en el Medio Oriente y Europa.
También se esforzó por proteger a los monofisitas perseguidos, construyendo casas de culto que sirvieron como refugios.
Ellos, regentes
Teodora y Justiniano vivieron una época de grandes cambios, por momentos plagados por enfrentamientos religiosos y políticos.
El evento más significativo fue lo que ahora se conoce como la revuelta de Nika, que comenzó en una carrera de carros en el hipódromo y rápidamente creció hasta convertirse, a ojos de sus opositores, en una oportunidad para derrocar a Justiniano.
Cuando el emperador y sus oficiales se preparaban para huir, Teodora pronunció un discurso que, según historiadores, salvó el imperio de Justiniano.
“Para un rey, la muerte es preferible al destronamiento o el exilio“, fue su mensaje.
Inspirado, Justiniano mandó a sus tropas a atacar el hipódromo. Para conseguir la victoria, mataron a más de 30.000 rebeldes.
La revuelta destruyó gran parte de Constantinopla, pero la pareja se abocó a reconstruirla y la convirtieron en esa que por tantos siglos fue considerada como una de las ciudades más maravillosas del mundo.
Construyeron acueductos, puentes y más de 25 iglesias, entre ellas Basílica Hagia Sophia, la “Iglesia de la Santa Sabiduría”, que fue la iglesia más grande del período y uno de los mejores ejemplos de arquitectura bizantina.
Teodora murió en 548 a.C., a la edad de 48 años, y Justiniano vivió hasta el año 565 a.C.
Se dice que lo vieron llorar amargamente en su funeral.