BBC NEWS MUNDO

Vit Jedflicka y Liberland: el hombre que creó un pequeño país al que nadie (ni él) puede entrar

Un hombre está tratando de crear una utopía en lo que asegura es pequeño pedazo de "tierra de nadie" entre Serbia y Croacia, pero hay un problema: tiene prohibido poner un pie en ese territorio.

Desde el otro lado del agua, Vit Jedflicka mira hacia lo que describe como su amado país. Estamos en un bote en el Danubio y Liberland está a sólo unos metros de distancia. Pero si intentamos desembarcar la policía croata que patrulla el río nos arrestaría.

Así que el patriotismo lucha con la prudencia. Y pierde la batalla.

Liberland tiene sólo 7 kilómetros cuadrados en un pantano deshabitado.

Pero en la mente de Vit Jedlicka, su primer presidente, es el cumplimiento del sueño libertario: una tierra sin impuestos obligatorios, sin control de armas, con Bitcoins como moneda oficial.

En el verano de 2015, él, su novia y un par de amigos plantaron una bandera allí. Los otros tres lo eligieron presidente.

Desde entonces, ha aprobado a cerca de medio millón de ciudadanos potenciales en línea y nombrado un gabinete y embajadores en todo el mundo.

Tiene dinero de crowdfunding y ricos donantes libertarios. Incluso ha impreso pasaportes diplomáticos.

Pero hay sólo un problema: ni él ni nadie ha sido capaz de ocupar Liberland por más de un año.

Tierra de nadie

En 2015 Liberland parecía ser un raro ejemplo de lo que la ley llama terra nulliuso “tierra de nadie”.

Es decir, un pedazo de territorio no reclamado por ningún estado.

Alguna vez fue de Serbia, pero cuando las fronteras fueron rediseñadas al final de la guerra de los Balcanes, que separó la ex Yugoeslavia en la década de 1990, el territorio terminó en los mapas dentro de los límites croatas.

Pero Croacia no lo quiso.

¿Qué es exactamente la tierra de nadie?

La noción nunca ha sido totalmente definida.

Puede ser el espacio en un campo de batalla entre dos líneas frontales opuestas, una zona de amortiguación entre dos países o una parcela de tierra no reclamada y no gobernada por las autoridades locales.

Para aceptarlo habría tenido que aceptar las nuevas fronteras que le daban menos territorio que el que solía tener.

Del otro lado, a Serbia le gustaban las nuevas fronteras porque tenía más territorio, aunque había perdido a Liberland.

Por lo tanto, por diferentes razones, ambos países le dijeron “no gracias” a este pequeño trozo de tierra.

Sin embargo, Jedlicka, de 32 años, un exrepublicano de origen checo dijo “sí, por favor”.

Y desde todo el mundo, idealistas libertarios acudieron a los Balcanes para asentar el nuevo paraíso.

Arrestado

Ahora bien: aunque Croacia no quería el territorio, tampoco necesariamente quería una utopía libertaria en su frontera.

Así que ordenó detener y multar a cualquiera que intentara entrar, por tierra o por agua.

El propio presidente de Liberland fue arrestado y multado cuando trató de cruzar. Y hace unos meses incluso se le impidió ingresar a Croacia.

Pero no se dio por vencido. Siguió con una intensa agenda internacional, en conferencias libertarias, nombrando una lista de ministros y representantes extranjeros y manteniendo Liberland vivo, por lo menos en redes sociales.

También dirigió un concurso de arquitectura para Liberland, en el que participaron algunos de los más importantes estudios de arquitectura de todo el mundo.

Pero por ahora, todo es desde fuera.

Botes decrépitos

De no lograr el permiso de Croacia para ingresar al territorio, Jedlicka tiene un plan B.

Si no puede establecerse en el terreno semisólido de Liberland, puede construir un asentamiento temporal en casas flotantes en el Danubio, junto al territorio.

Los botes servirán como lugares de reunión y alojamiento diplomático.

“Queremos demostrar que somos personas reales, capaces de hacer cosas reales, pero de una manera romántica”, dice.

Y para comenzar concretamente, compró una destartalada embarcación por la que pagó 30.000 euros (unos US$32.300).

¿Canciller mitómano?

En el viaje con Jedlicka, nos acompaña su ministro de Relaciones Exteriores Jose Miguel Maschietto.

Según cuenta, tiene un currículum envidiable. Fue comandante del ejército italiano y sirvió como casco azul de la ONU en Kosovo. Aunque no me cuenta cuándo.

En realidad, todo lo que me dice resulta inexacto, improbable o simplemente falso. Como el cercano vínculo con sus embajadores, de los cuales no se sabe ni los nombres.

Investigando en internet descubrí un fraude previo, en el cual Maschietto se había hecho pasar por un prestigioso pianista y compositor, lo que le había valido el título de cónsul honorario de Ecuador en República Checa, dado su origen ecuatoriano (había sido adoptado por una familia italiana de niño).

Cuando se descubrió el engaño, Ecuador reconoció que había sido engañado y retiró el título. El problema es que Jedlicka no tenía idea. Hasta que le conté.

El canciller de Liberland renunció y su presidente me escribió: “Todavía estoy haciendo todo lo posible para elegir a los mejores para conformar el equipo. Últimamente no he tenido mucha suerte”.

“¿Tal vez usted estaría interesado en trabajar para nuestros servicios de inteligencia?”.

A diferencia de su exministro de Relaciones Exteriores, creo que Vit Jedlicka no está tratando de enga��ar a nadie. Pero ambos están persiguiendo fantasías.

Si Croacia y Serbia solucionan alguna vez su desacuerdo fronterizo, no quedará ni un pedacito de tierra para construir un sueño libertario.

ESCRITO POR:

ARCHIVADO EN: