Lo que esperan los madrileños que se acercan anualmente a esta cita con sus animales, es que las mascotas “estén cuidadas por el de ahí arriba”, dice lvaro López, un modelo de 21 años, mientras le da de comer a su coatín marrón, un animal similar a un mapache, de hocico alargado y una cola listada marrón y negra.
Dos largas colas rodean la parroquia, una para que los animales reciban su bendición y otra para comprar los tradicionales panecillos de San Antón, de los que cuenta la leyenda que se guardan “para que así no falte el pan en casa”, explica el padre Manuel, de 70 años.
Como todos los años, hasta la iglesia de San Antón se ha acercado Juan Acosta con sus dos pequeñas perritas yorkshire, vestidas con chubasqueros hechos a su medida para que reciban la bendición.
“Desde que vengo aquí, nunca están malas. He visto muchos detalles (de San Antón) con mis perrillas”, asegura este prejubilado de 61 años.
Vea la fotogalería: Mascotas reciben la bendición de San Antón
Además de los fieles, muchos curiosos se acercan a la zona para disfrutar del ambiente, mientras una banda de música acompaña la conocida celebración, que sigue a lo largo del día, en el mercado de San Antón con conciertos y zonas de photocall, imitando los de los famosos, para animales y propietarios.
En el interior de la Iglesia se oficia una eucaristía dirigida a un público poco habitual: perros de todas las razas, conejos, pájaros y hurones, entre otros animales.
Tanto ajetreo estresa a más de uno por lo que algunos dueños se afanan en calmar a sus mascotas, que, en ocasiones, se muestran nerviosas con tanto protagonismo.
Pero no solo los que disfrutan de la compañía de un animal se congregan alrededor del padre Manuel. Varias personas, esforzándose para llegar al párroco, gritan: “lo que queremos es que nos bendigan a nosotros”, aguardando suerte y fortuna para lo que queda de año.