Cunha, correligionario del presidente Michel Temer en el centroderechista Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), fue destituido con una abrumadora mayoría de 450 contra 10 votos, en una sesión que acabó poco antes de la medianoche en Brasilia.
El político evangelista, diputado por Río de Janeiro desde el 2003, perdió su mandato acusado de haber mentido ante la Cámara baja del Parlamento en el marco de las investigaciones de corrupción en su contra. Cunha ya había sido suspendido en mayo por el Tribunal Supremo brasileño, acusado de obstaculizar a la Justicia.
Después de la votación, el diputado reiteró sus críticas de que su destitución es una venganza de sus adversarios políticos.
“Soy un trofeo para poder fomentar el discurso del 'golpe'”, dijo Cunha después de la larga sesión a la que asistió personalmente en Brasilia.
Los aliados de Rousseff y su izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) acusan a Cunha de iniciar el proceso de “impeachment” contra la ex mandataria, que consideran un “golpe parlamentario”, como represalia porque el PT apoyó las investigaciones de corrupción contra él.
Cunha fue presidente de la Cámara de Diputados desde febrero de 2015 hasta su suspensión en mayo. Como tal, aceptó en diciembre a trámite las denuncias que condujeron hace dos semanas a la destitución de Rousseff.
El político del PMDB es actualmente uno de los principales objetivos de la operación conocida como “Lava Jato”, que investiga un enorme entramado de corrupción en torno a la petrolera semiestatal Petrobras.
Cunha está bajo sospecha de haber recibido sobornos para facilitar a otras empresas contratos con Petrobras.
Función final
Rousseff acusó a Cunha y a su vicepresidente Michel Temer, que la reemplazó tras ser destituida, de haber llevado a cabo un “golpe de Estado” parlamentario. Los dos pertenecen al partido de centro derecha PMDB, que durante muchos años fue el principal aliado del PT.
Cunha ganó la presidencia de la Cámara en 2015 y se convirtió en el tercero en la línea de sucesión de la jefatura de Estado. Irritado por acusaciones de que había cobrado al menos cinco millones de dólares en sobornos para facilitar negocios en Petrobras, le declaró la guerra al gobierno convencido de que era un embate impulsado por el PT.
Amo y señor de la Cámara baja, el 2 de diciembre del 2015 autorizó un pedido de impeachment contra Rousseff por maquillar las cuentas públicas, acusación que el 31 de agosto terminó segando el mandato de la primera mujer en presidir Brasil y el ciclo de más de 13 años del PT en el poder, primero con Lula da Silva (2003-2010) y luego con su heredera política.
Para la exmandataria, Cunha acogió el pedido de impeachment para vengarse porque el gobierno no lo apoyó para evitar el proceso que le abrió la Comisión de Ética.
Estrella
La estrella de Cunha empezó a apagarse cuando el STF lo suspendió en mayo por una larga lista de cargos tras una denuncia de la Procuraduría General que afirmaba que no poseía “las condiciones personales mínimas” para ejercer el cargo.
En la noche del lunes, de traje azul oscuro y corbata amarilla, este político conocido como “el Frank Underwood brasileño” -en referencia al maquiavélico protagonista de la serie “House of Cards” – se alejó de su estilo meticuloso y aferrado a los vericuetos reglamentarios para dar un discurso salpicado de referencias religiosas, en el que solicitó a sus pares que voten en favor de su inocencia.
Sobrevivió políticamente apenas dos semanas a Rousseff, su acérrima enemiga.
En su discurso, afirmó que, cualquiera fuese la decisión sobre su futuro, nadie le quitará “el placer de que ese gobierno criminal se fuera” .
Como en cada mención que hizo contra Rousseff, sus palabras fueron acompañadas por algunos aplausos. Lo cual no obstó que al final hubiese sido abandonado incluso por muchos de sus compañeros del PMDB, que optaron por su destitución.
Afuera del recinto, en la sala principal de la Cámara, un pequeño grupo de manifestantes cantaba “¡Fora Cunha!” .