El CZ-5, con el que Pekín confía en poder realizar futuras misiones más ambiciosas en el cosmos que las acometidas hasta ahora, ha sufrido numerosos retrasos en su desarrollo, debido a muchos problemas tecnológicos y de ingeniería, destaca hoy el diario South China Morning Post.
Los Larga Marcha, cohetes propulsores convencionales chinos, han sido utilizados por la segunda economía mundial para llevar al espacio misiones tripuladas y de exploración lunar, entre otras.
De hecho, fue un cohete Larga Marcha-2F el que el pasado 17 de octubre impulsó al espacio a la nave Shenzhou-11 con dos astronautas a bordo, con el objetivo de acoplarse al laboratorio Tiangong-2 y llevar a cabo una misión de 33 días.
Se trata de parte de los preparativos de China con el fin de establecer una estación permanente alrededor de la Tierra hacia 2022.
Último modelo
El CZ-5 es el último modelo de la familia de cohetes Larga Marcha, cuyo primer ejemplar fue lanzado al espacio en 1970.
Además, el programa espacial chino lanzará al espacio en diciembre un nuevo modelo de cohete propulsor, el Kuaizhou-1, que diferirá de los actuales en su bajo coste y rápida instalación, según informó un portavoz de la compañía encargada del proyecto en la Feria Internacional de la Aviación de Zhuhai (sur) .
A diferencia de los Larga Marcha, el Kuaizhou-1 podrá ser enviado al cosmos desde plataformas móviles y necesita un tiempo de preparación menor.
Con la exploración espacial convertida en prioridad nacional, este año la potencia asiática acumulará una cifra récord de 20 misiones espaciales, en el marco de un programa que defiende tener fines exclusivamente civiles, ante sospechas de países como EEUU de que persiga objetivos militares.