En una intersección cerca de Agalawatte, a 98 kilómetros (60 millas) al sur de la capital Colombo, cuatro cadáveres en ataúdes esperaban en una casa a los barcos que los trasladasen a un templo para desplazados.
Residentes en Wehangalla, una localidad próxima a Agalawatte, quedaron aislados mientras las aguas llegaron al tejado de la mayor parte de los edificios. Huyeron a tierras altas pero cuatro de ellos fallecieron en un deslave y otros tres están desaparecidos. Se quejan de que la ayuda del gobierno no llegó aún a la zona y de que sobreviven gracias a la comida que les entregan vecinos.
El gobierno de Sri Lanka pidió ayuda a Naciones Unidas y a otros países para las operaciones de rescate.
Los aludes se han vuelto algo común en la temporada de monzones en la isla del océano Índico, en medio de intensa deforestación para el cultivo de té y caucho.
En mayo del año pasado, una enorme avalancha mató a más de 100 personas en el centro del país.