Internacional

Cómo fue que los talibanes convirtieron las redes sociales en una herramienta de control

La utilización de plataformas como Twitter, Facebook y Youtube han permitido a los talibanes mantener el control de la población y difundir sus mensajes en señal de paz y unidad.

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Zabihullah Mujahid, al centro, vocero de los talibanes, en Kabul, Afganistán, el 17 de agosto de 2021 en su primera conferencia de prensa después de que tomaron el control de Kabul. (Jim Huylebroek/The New York Times)

Zabihullah Mujahid, al centro, vocero de los talibanes, en Kabul, Afganistán, el 17 de agosto de 2021 en su primera conferencia de prensa después de que tomaron el control de Kabul. (Jim Huylebroek/The New York Times)

En un video, un funcionario talibán aseguraba a las trabajadoras de la salud que podían conservar sus puestos de trabajo. En otro, los talibanes les decían a los sijs, un grupo religioso minoritario, que eran libres y estaban protegidos. Otros sugerían una nueva legalidad en Kabul, Afganistán, en la que los combatientes talibanes retenían a punta de pistola a saqueadores y ladrones.

Los talibanes, que prohibieron el uso de internet la primera vez que controlaron Afganistán, han convertido las redes sociales en una poderosa herramienta para ablandar a la oposición y difundir sus mensajes. Ahora que controlan con fuerza el país, utilizan miles de cuentas de Twitter, algunas oficiales y otras anónimas, para calmar a la aterrorizada base urbana de Afganistán, cada vez más conocedora de la tecnología.

Las imágenes de paz y estabilidad proyectadas por los talibanes contrastan bastante con las escenas difundidas en todo el mundo de la caótica evacuación de Estados Unidos del aeropuerto de Kabul o las imágenes de manifestantes golpeados y tiroteados. Demuestran los poderes digitales que los talibanes han perfeccionado a lo largo de años de insurgencia, y ofrecen una visión de cómo podrían utilizar esas herramientas para gobernar Afganistán, incluso mientras se aferran a sus principios religiosos fundamentalistas y a sus inclinaciones violentas.

Las redes sociales afganas pueden ser un mal indicador del sentimiento público. Muchos de los críticos de los talibanes y los partidarios del gobierno respaldado por Estados Unidos han pasado a la clandestinidad. Pero ya, con una campaña en las redes sociales en las últimas semanas que puede haber contribuido a animar a las fuerzas de seguridad afganas a dejar las armas, los talibanes han demostrado que pueden vender su mensaje con eficacia.

“Reconocieron que para ganar la guerra, había que hacerlo a través de narrativas e historias”, dijo Thomas Johnson, profesor de la Escuela Naval de Postgrado en Monterey, California. “En las zonas urbanas, todos los afganos tienen teléfonos inteligentes y creo que va a ser muy útil. Van a utilizar las redes sociales para decirle al pueblo afgano lo que tiene que hacer”, agregó.

En línea, los talibanes serán ahora objeto de algunas de las mismas tácticas que utilizaron para cimentar su poder, al igual que movimientos como la Primavera Árabe y otros utilizaron las redes sociales para organizarse y agruparse. Los nuevos lazos de comunicación de Afganistán con el resto del mundo ayudarán a los opositores de los talibanes a denunciar cualquier atrocidad y a suscitar el apoyo a la resistencia. Ya se están difundiendo etiquetas como #DonotChangeNationalFlag (No cambien la bandera nacional), con una combinación de apoyo interno y externo.

Los talibanes han respondido a estos llamados (y a los informes sobre las medidas de represión y los asesinatos en represalia por parte de los militantes victoriosos) con mensajes que subrayan el deseo de paz y unidad. Los talibanes retratan a los estadounidenses y a otros extranjeros como la principal causa de años de conflicto, una idea que han enfatizado a través del uso de las sorprendentes imágenes de esta semana del aeropuerto de Kabul.

Mientras circulaban las imágenes de los refugiados desesperados que se aferraban a los aviones, uno de los influentes protalibanes más conocidos, Qari Saeed Khosty, habló con un tono de compasión lúgubre.

“He llorado mucho al ver su situación. Ustedes, los amigos de la ocupación, también hemos llorado por ustedes durante 20 años. Les dijimos que Tommy Ghani nunca les sería leal”, escribió en un mensaje de Twitter, en el que utilizó la jerga de una persona que adopta estilos y costumbres occidentales para referirse a Ashraf Ghani, el presidente afgano que huyó esta semana. “Los hemos perdonado, lo juro por Alá. No estamos para esta situación. Por favor, vuelvan a sus casas”.

Sin embargo, los talibanes ––un grupo conocido durante su gobierno de 1996 a 2001 por las ejecuciones públicas, a veces por lapidación–– han mantenido en gran medida sus mensajes optimistas. Los periodistas ciudadanos talibanes recorren las calles de las ciudades recién tomadas con micrófonos de tapa azul y muestran videos de un tímido apoyo de los residentes.

“Los talibanes no necesitan publicar contenidos para recordar a la población que son brutales”, afirmó Benjamin Jensen, miembro del Atlantic Council. “La población lo sabe. Lo que necesitaban eran imágenes que mostraran que podían gobernar e integrar el país”.

Los talibanes han podido publicar en la red gran parte de lo que querían. Incluso mientras persisten los bloqueos en las principales plataformas de medios sociales como Facebook y YouTube, han surgido decenas de nuevas cuentas. Los esfuerzos de los talibanes se han centrado en Twitter, donde el grupo no está prohibido de manera directa.

Algunos opositores de los talibanes han lanzado gritos de guerra. En cambio, otros se han callado y han eliminado de sus cuentas el material que podría ponerlos en peligro. Una jugadora de fútbol advirtió esta semana a sus excompañeras de equipo que retiraran las fotos. Facebook y Twitter han dicho que tomarían medidas para blindar las cuentas.

Un profesor de la Universidad de Nangarhar, en Jalalabad, que pidió el anonimato, dijo que un gran número de sus alumnos que habían participado en campañas antitalibanes habían desactivado sus cuentas en las redes sociales. La generación nacida tras la caída del primer régimen talibán tenía toda una vida de pruebas digitales que ocultar, dijo.

El Afganistán actual está muy lejos del lugar donde se prohibió Internet en 2001. Bajo el gobierno respaldado por Estados Unidos, se instalaron torres de telefonía móvil en todo el país. Los usuarios de teléfonos móviles aumentaron a más de 22 millones en 2019 desde solo un millón en 2005, según Statista, una empresa de investigación de mercado. Los expertos estiman que alrededor del 70 por ciento de la población tiene acceso a un teléfono celular.

Los talibanes han aprendido de las lecciones de la ofensiva del verano que llevó al grupo al poder, dijo un miembro del comité de redes sociales de los talibanes, que pidió el anonimato porque no estaba autorizado a hablar.

Los mensajes rápidos e inteligentes fueron un aspecto clave de la ofensiva, dijo, y señaló que los talibanes entrenaron y equiparon a los soldados con micrófonos y teléfonos inteligentes para que informaran desde las líneas del frente cuando sus fuerzas se adentraran en nuevos territorios. Los mensajes, una mezcla de ofertas de amnistía e intimidación diseñada para crear la sensación de una victoria inevitable, pueden haber contribuido a acelerar un proceso de coacción y convencimiento que llevó a que muchas de las ciudades mejor defendidas cayeran sin luchar.

“Los teléfonos inteligentes han sido un arma muy exitosa de los talibanes”, dijo Abdul Sayed, un investigador independiente que se centra en las tácticas del grupo en las redes sociales. “Ahora tienen un amor especial por este tipo de dispositivos”.

El viernes pasado, cuando las fuerzas talibanes tomaron la ciudad clave de Herat, distribuyeron imágenes y videos de los líderes del grupo en los que posaban junto a Ismail Khan, un conocido comandante local y opositor a los talibanes, en los que se le veía libre y aparentando tranquilidad.

El mensaje era claro, señaló Sayed: “Si podemos tratar a Ismail Khan, un enemigo de primer orden, con tanto respeto, no habrá peligro para nadie”.