Los directores de los albergues señalaron a EFE que esperan que el fenómeno se agrave a principios de este año con la nueva ley de Texas que faculta a las autoridades estatales a retornar a los migrantes a México por donde entraron.
Ismael Martínez, director del comedor y albergue Pan de Vida, reportó que hace una semana y media tenían 130 migrantes y ahora solo tienen 28 porque en Estados Unidos los “están procesando muy rápido”.
Pero consideró que las caravanas que vienen del sur y las nuevas leyes de Texas generarán de nuevo un embudo en ciudades como Juárez.
El gobernador de Texas, Greg Abbott, firmó el mes pasado una ley que permitirá al estado detener a los migrantes y expulsarlos, así como encarcelar a reincidentes y traficantes de personas.
“Con la ley que va a poner el gobernador de Texas se va a complicar más porque, aparte de que no los van a dejar entrar, si intentan ingresar van a retornarlos y hasta la cárcel. Es mejor usar la aplicación (CBP One), pero la aplicación no cae tan rápido, se tarda un mes, quince días”, indicó Martínez.
¿Una caída en la migración?
El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, afirmó el viernes 29 de diciembre que “está bajando la migración” tras la visita de una delegación de Estados Unidos para abordar el inédito repunte migratorio de diciembre, cuando hubo un promedio de 10 mil cruces irregulares diarios en la frontera común.
“Ya hay incluso buenos resultados. Claro, tiene que ver también con el fin de año, para no echar las campanas al vuelo, pero está bajando la migración”, sostuvo el mandatario en su conferencia matutina.
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Pero el director del albergue Pan de Vida expresó su preocupación porque, según lo que perciben en los medios de comunicación, los activistas de Juárez esperan la llegada de más de 10 mil migrantes que salieron desde la frontera sur de México en semanas recientes.
“Sí se colapsaría y mucha gente se queda afuera en las calles en los parques de aquí de Juárez. Si no cabe la gente, ¿Dónde vamos a meterla? Los que vienen sufriendo más son los niños y las mujeres. Sufren el clima, los baños, el hambre”, lamentó el defensor de derechos humanos.
Dijo que, aunque los albergues de la ciudad están por debajo de la mitad de su capacidad, esto puede cambiar de la noche a la mañana en cuanto cierren la puerta 36.
Por ello, temen que la situación se desborde como cuando llegó la última ola de venezolanos, quienes estaban pidiendo dinero, durmiendo en la calle y haciendo campamentos a un lado del fronterizo río Bravo (Grande en Estados Unidos) porque no había dónde hospedarlos.
El temor no cesa entre los migrantes
Jeffrei Adolfo Morales, procedente de Guatemala, expresó a EFE que es muy lamentable que, tras un viaje tan doloroso, muchos migrantes se expongan a la cárcel o la deportación.
“(Hay) demasiada gente en el tren donde yo venía, no venían vagones abiertos, en el techo personas venían amarradas por el miedo, igual a los niños los amarraban”, contó.
El migrante consiguió su cita en Estados Unidos para solicitar formalmente asilo, pero sabe que esto no es garantía de nada.
“Nomás salí de mi casa, igual pidiéndole a Dios. No querían (mi familia) que hiciera este viaje porque es muy doloroso, tanto para ellos como para mí, y sí en el tren es un sufrimiento que trae uno, igual ver a mamás con sus pequeños, el frío o el sol, sin qué comer”, agregó.