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Cuáles son las acciones de Trump que buscan derrocar el orden existente y por qué enfurecen a Washington

Donald Trump (NYT)

En sus dos primeras semanas de regreso en el cargo, el presidente Donald Trump no ha dejado sin tocar prácticamente ningún rincón de Washington en su afán por remodelar el gobierno a su gusto. (Foto Prensa Libre: Haiyun Jiang/The New York Times)

En apenas dos semanas de regreso en el cargo, el presidente Donald Trump ha actuado con una rapidez asombrosa y una ambición sin límites en su afán por trastocar el orden político, económico, cultural e internacional existente de una forma aún más trascendental de lo que muchos de sus partidarios o críticos imaginaron posible.

Trump ha sumido a la capital de la nación en una atmósfera de confusión con medidas para eliminar a sus enemigos en casa, atacar a sus aliados en el extranjero, cerrar una agencia y atacar a otras, entregarle las herramientas del gobierno a un multimillonario no electo, ignorar múltiples leyes, intentar reescribir la Constitución e incluso considerar la posibilidad de permanecer en el poder más allá del límite de sus dos mandatos.

Con una estrategia de gobierno comparable a una ametralladora Gatling, disparando en todas direcciones al mismo tiempo, Trump no ha dejado sin tocar prácticamente ningún rincón de Washington en su afán por derribar el viejo sistema y remodelarlo a su gusto. Día tras día, la ciudad se ha visto sacudida por un sobresalto político tras otro, empezando por provocadores mensajes en las redes sociales a primera hora de la mañana, pasando por conflictos personales al mediodía y concluyendo con amenazadores correos electrónicos a todo el personal después de la medianoche.

El lunes, una manifestación en la sede de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional se tornó conflictiva cuando varios congresistas demócratas intentaron entrar en el edificio después de que se les bloqueó el acceso a los empleados. Los guardias de seguridad les impidieron el paso a los legisladores, que prometieron obtener una orden judicial para evitar que Trump subsumiera la agencia en el Departamento de Estado. El secretario de Estado, Marco Rubio, se declaró el lunes director en funciones de la agencia.

La agencia de ayuda fue creada mediante una orden ejecutiva del presidente John F. Kennedy por la que se aplicó la Ley de Ayuda Exterior de 1961 aprobada por el Congreso, por lo que los críticos de Trump argumentan que solo el Congreso puede cerrarla. Pero las confrontaciones en torno a la agencia reflejan tan solo un frente de la batalla.

El lunes, Trump procedió a desmantelar otra agencia que les desagrada a los conservadores y a los caciques empresariales. Tras despedir al director de la Oficina para la Protección Financiera del Consumidor, Trump designó como director en funciones al secretario del Tesoro, Scott Bessent, quien ordenó la suspensión de todas las actividades de elaboración de normas, aplicación de la ley y de otro tipo.

Tal vez lo más sorprendente sea que, en días recientes, la administración forzó la salida de fiscales de carrera y funcionarios del FBI implicados en el enjuiciamiento de quienes atacaron el Capitolio el 6 de enero de 2021 y exigió que todos los agentes del FBI que desempeñaron algún papel en las investigaciones se presenten ellos mismos. El principal agente de la oficina de campo del FBI en Nueva York les indicó a sus colegas en un correo electrónico que se encontraban “en medio de su propia batalla”, ya que “buenas personas” estaban “en la mira porque cumplieron su trabajo”.

Trump ya eliminó las oficinas de diversidad, equidad e inclusión en todo el gobierno; despidió a una demócrata integrante de la Junta Nacional de Relaciones Laborales, así como a su asesora jurídica general y asesora jurídica general adjunta; despidió a dos delegadas de la Comisión para la Igualdad de Oportunidades en el Empleo y a su asesora jurídica; y amenazó con despedir a 1000 empleados de la Agencia de Protección Ambiental.

El presidente ha hablado de eliminar el Departamento de Educación y la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias. E incluso en el caso de los organismos que no quiere eliminar, el gobierno ha retirado al menos ocho mil páginas web gubernamentales que empleaban lenguaje de diversidad u otros temas que Trump no ve con buenos ojos.

“Ahora sencillamente decidió: 'No voy a aceptar ninguna de las limitaciones legales. Voy a hacer lo que me dé la gana hasta que los tribunales me digan lo contrario'”, declaró el lunes en una entrevista el senador demócrata de Virginia Tim Kaine, que representa a muchos trabajadores federales. “Y cree que tiene suficiente influencia en los tribunales para salirse con la suya”.

Trump ha insistido en que el gobierno es corrupto y está lleno de “lunáticos radicales de izquierda” de los que hay que purgarlo. Sus aliados de extrema derecha han celebrado el multifacético asalto al statu quo, calificándolo de venganza por las acciones para investigar y procesar a Trump, que fue condenado en Nueva York por 34 delitos graves y acusado otras tres veces después de dejar el cargo.

Steve Bannon, quien fue estratega jefe de Trump en su primer mandato, calificó las acciones de principios del segundo mandato del presidente de “absolutamente magníficas” durante su pódcast del pasado fin de semana. “Para los receptores de estos golpes asestados con instrumento contundente que les causan traumatismos, ustedes mismos se lo buscaron”, afirmó. “Se lo buscaron ustedes mismos”.

Muchos presidentes han llegado a Washington con promesas de sacudirlo, incluidos Jimmy Carter en la izquierda y Ronald Reagan en la derecha. Pero ninguno de ellos en las últimas décadas fue tan lejos en cuatro u ocho años como Trump en apenas 15 días, sobre todo porque tomó medidas sin autorización del Congreso, en aparente desafío del equilibrio constitucional de poderes.

Protesta contra Trump (NYT)
Manifestantes protestan contra las acciones de Elon Musk y el gobierno de Trump frente al edificio de la Oficina de Gestión de Personal en Washington, el martes 4 de febrero de 2025. (Foto Prensa Libre: Tierney L. Cross/The New York Times)

Gran parte de la reorganización se produce por iniciativa de Elon Musk, el multimillonario mecenas del presidente, que no se ha desprendido de sus intereses privados y nunca ha sido confirmado por el Senado para ningún cargo, pero al que Trump ha investido de facultades para tomar medidas drásticas a fin de reorganizar y reducir el gobierno federal.

En días recientes, Musk, cuyas empresas (entre ellas SpaceX) reciben miles de millones de dólares en contratos gubernamentales, obtuvo acceso al sistema de pagos federales del Departamento del Tesoro, que contiene información muy delicada. Procedió a expulsar a muchos empleados federales ofreciéndoles una especie de liquidación sin esbozar ningún plan de acción con respecto a sus funciones si renuncian.

El afán perturbador del presidente va mucho más allá del propio gobierno. Su orden del fin de semana de imponerles aranceles a Canadá, México y China bien podría haber hecho estallar las relaciones con los tres mayores socios comerciales de Estados Unidos.

Sin embargo, después de que los mercados se desplomaron el lunes, acordó concederles a México y Canadá indultos de un mes tras acciones que podría presentar como concesiones para detener el tráfico de drogas y la migración ilegal a través de sus fronteras con Estados Unidos. Los aranceles que Trump le impuso a China entraron en vigor a la medianoche, y Pekín tomó represalias al instante con sus propios aranceles sobre el carbón, el gas y otros bienes estadounidenses.

Del mismo modo, Trump intentó influir en el estado cultural más general de su país. Dejó claro que quiere que las empresas privadas se deshagan de los programas de diversidad y clima. Su administración amenazó con tomar medidas contra las empresas de medios de comunicación que lo han enfadado con su cobertura.

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Los demócratas y otros opositores tendrán que recurrir a los tribunales y no al Congreso para detener las violaciones más atroces de la autoridad constitucional del presidente. Pero los aliados de Trump aclararon que nadie debe suponer que dará marcha atrás ni que la avalancha de acciones de sus dos primeras semanas es todo lo que tiene planeado o incluso marca el alcance de esos planes.

“Va a haber mucho más de esto”, advirtió Bannon. “Primero había que ocuparse de esto, y no se ha detenido. Alguien se puso en contacto conmigo el otro día y me dijo: 'Algunos de los altos cargos de allí están muy preocupados por sus puestos de trabajo'. Yo le respondí: 'No deberían estar preocupados por sus empleos; deberían preocuparse por su defensa penal'. Esto es solo el primer paso, la primera etapa, el principio”.

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