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ONU urge cambiar dieta y uso de la tierra para frenar el cambio climático

El clima es afectado por una realidad alimentaria muy injusta: se derrocha entre 25 y 30 por ciento de la comida, mientras 820 millones de personas en el mundo pasan hambre y cerca de 2.000 millones tienen sobrepeso.

La meta del Acuerdo de París de mantener el calentamiento global muy por debajo de 2 grados no podrá lograrse sin cambios en el uso global del suelo, que llevan aparejados nuevos hábitos en el consumo de alimentos, advirtió este jueves (08.08.2019) la ONU en un informe, que será la base para futuras negociaciones sobre cambio climático.

En el documento, aprobado tras cinco días de reuniones de científicos en la 50 sesión del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, dependiente de la ONU), se destaca que “una mejor gestión del suelo puede contribuir a frenar el cambio climático, aunque no es la única solución”.

El informe, segundo de los tres encargados al IPCC tras la firma del Acuerdo de París de 2016 para facilitar su cumplimiento, es clave para futuras negociaciones entre Estados firmantes e influirá en las que se produzcan durante la cumbre climática anual, que se celebrará en diciembre en Santiago de Chile.

La paradoja del despilfarro de comida: hambre y sobrepeso

En este sentido, en el documento se recomienda la puesta en marcha de “políticas que reduzcan el despilfarro de comida e influyan en la elección de determinadas opciones alimentarias”, en alusión a dietas menos carnívoras y que reduzcan la población obesa o con sobrepeso, que debido a cambios en los patrones de consumo, alcanza los 2.000 millones de personas.

De acuerdo con el informe, se derrocha entre un 25 y un 30 por ciento de la comida que se produce en el planeta, mientras unos 820 millones de personas en el mundo siguen pasando hambre, por lo que combatir este problema puede rebajar las presiones para reducir bosques y aumentar el suelo agrícola, lo que a su vez ayudaría a reducir las emisiones de CO2 (principal gas causante del efecto invernadero).

También se propone retomar prácticas agrícolas, ganaderas y silvícolas de las poblaciones indígenas tradicionales, ya que según el documento “su experiencia puede contribuir a los desafíos que presentan el cambio climático, la seguridad alimentaria, la conservación de la biodiversidad y el combate de la desertización”.

En el informe se fija, por primera vez, la relación directa entre el cambio climático y la degradación del suelo global (zonas más áridas, pérdida de biodiversidad, desertización) y se advierte de un aumento de las sequías en regiones como el Mediterráneo o África del Sur debido al calentamiento global.

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