Tras vivir en carne propia lo que es ser diputado, este martes afirmó en entrevista al portal noticioso G1: “¿Quieres oír lo que hace un diputado? Trabaja mucho y produce poco. No porque no quiera producir, es el sistema, enyesado por intereses políticos, partidarios”, dijo.
Tiririca se convirtió en la sorpresa de las elecciones de octubre de 2010, con una burda campaña que parecía más una sátira al poder legislativo.
Aparecía con peluca amarillo oxigenado, con ropas y sombrero de colores estridentes, y decía: “Si usted vota por Tiririca, peor de lo que está (el Parlamento) no quedará”.
En un país donde el Parlamento fue perdiendo prestigio tras múltiples escándalos de corrupción y desvíos de dinero público, el humorista de 46 años se convirtió en el más votado de la cámara baja.
Luego estuvo a punto de no asumir porque la fiscalía denunció que era analfabeto. El entonces presidente saliente Luiz Inacio Lula da Silva lo defendió, afirmando que era “la cara de la sociedad” y que no podía faltarse al respeto a más de un millón de votantes.
Su principal contribución al Congreso ha sido un proyecto legislativo para incluir la profesión circense en el sistema de la asistencia social.