González fue condenado por homicidio simple con dolo eventual por la muerte del niño en 2014.
El pitbull, un perro de pelea que suele ser empleado para defensa personal, atacó al niño generándole graves heridas en la cara y el cuello que le ocasionaron la muerte casi en el acto.
Según la causa judicial González había sido advertido por sus vecinos sobre el comportamiento agresivo de los perros que criaba, a pesar de lo cual ese día ató uno de ellos a un auto abandonado en la vereda que los niños del barrio usaban para jugar.
El pequeño salió a la vereda con su hermana cuando el perro, que estaba sin bozal, comenzó a morderlo en la cara y el cuello, según testigos.
Gabriela Pacheco, madre del menor, relató a su vez que estaba lavando la ropa y el niño con su hermanita salieron a jugar. “De repente, escuché los gritos de este señor que con mi nene en brazos, lleno de sangre, decía que ya no había nada que hacer”.
En medio de lágrimas al final de la audiencia judicial, Pacheco añadió que espera que la sentencia sirva para evitar más tragedias.
González, que puede apelar la sentencia y sacrificó a su perro, dijo estar arrepentido de lo ocurrido. El delito por el que fue condenado contempla penas de entre ocho y 25 años de prisión.
Fabián Musto, defensor de González, cuestionó la sentencia de prisión efectiva, inédita en la justicia argentina, al señalar que se trató de un caso de homicidio culposo o involuntario.
Luego de conocer el fallo, la madre del menor, Gabriela Pacheco, dijo a periodistas que su hijo “ya puede descansar en paz”.
En otras ocasiones la justicia argentina ha dictado sentencias de prisión por agresiones de canes que causaron muertes pero eran excarcelables.