En otras naciones se utilizan aromas artificiales similares a los del sudor de un enfermo.
Junto a su guía, el cabo Elvis Burgos, de la Fuerza Aérea, Thor -un pastor belga de ocho meses de edad- adquiere destrezas para reconocer al coronavirus, que deja en el mundo unos 180 millones de casos y cuatro millones de fallecidos.
Otros 14 “binomios” de la Cruz Roja, Bomberos, Ejército y Marina hacen parte del primer curso experimental para olfatear el covid-19, que en Ecuador deja cerca de 21 mil 500 muertos y más de 453 mil contagios.
“El perro nunca se equivoca. Cuando identifica un aroma, nunca falla”, indica Burgos mientras acaricia a Thor, que sentado lo mira fijamente.
Para aglomeraciones
Dirigidas por especialistas caninos franceses, las clases se desarrollan en el área de bodegas del estatal Hospital Pablo Arturo Suárez (HPAS), ubicado en el norte de Quito y designado “centinela” para la lucha contra el virus desde que su presencia fue declarada en el país en febrero de 2020.
El programa “lo tenemos en Francia, Líbano, Bélgica, Suecia y Emiratos Árabes. Queremos compartir estos conocimientos en Ecuador”, expresa a la AFP el comandante Phillipe Sallenave, de la Protección Civil para América del Sur de los Bomberos franceses.
Gracias al acertado olfato de los perros, la estrategia permitirá la identificación de portadores del covid-19 más rápido que los test para evitar secuencias de propagación.
“El objetivo es que puedan reconocer la presencia del covid sobre todo en pacientes asintomáticos y en sitios de concentración masiva”, indica a la AFP Denis Maigua, director de Operaciones del Servicio de Gestión de Riesgos de Ecuador.
Y para el aprendizaje de los perros, con preparación previa en localización de personas vivas y detección de explosivos y drogas, las muestras del virus sobran. Alrededor de 200 camas del sanatorio-escuela (incluidas 46 de UCI) están por ahora ocupadas.
Quito, con 2.8 millones de habitantes, es la ciudad ecuatoriana más azotada por el coronavirus con unos 150 mil casos frente a 44 mil del puerto de Guayaquil, que hace un año sufrió el colapso de los sistemas sanitario y funerario por la pandemia.
Al área de triaje
La capacidad de los perros para rastrear el covid-19 no difiere de la habilidad para identificar estupefacientes, explosivos o una pelota escondida en un bolsillo.
“El principio es el mismo: todo se hace sobre la base del juego y recompensa hacia el can”, señala Sallenave.
Agrega que “es el guía el que descifra las señales de su can. Sabe cuándo encontró algo. Se sientan, ladran, acuestan o mueven orejas”.
Gaya, una golden que le gusta morder pelotas de tenis, entra al aula para poner a prueba su agudeza en la detección del coronavirus.
Su guía, el bombero Aníbal Donoso, le motiva a que huela a través de la parte ancha de tres conos unidos a cajas metálicas colocadas a 50 centímetros de alto, una de las cuales contiene la muestra real de sudor de un contagiado.
“Salvamos vidas y poder identificar enfermos de covid sería maravilloso”, dice Donoso.
El plan piloto es intensivo, de una semana de trece horas al día, y concluirá el próximo martes.
Entonces, el grupo -entre guías y perros- aplicará su experiencia entre personas que acuden al HPAS.
“La siguiente fase de este proyecto experimental es colocar a los binomios en las áreas de triaje”, señala a la AFP Rubén Moromenacho, coordinador de Riesgos del sanatorio.
Ecuador, con 17.5 millones de habitantes, completó la vacunación de 1.3 millones de personas y administró la primera de las dos dosis a otras 1.3 millones, según el ministerio de Salud.