La práctica, considerada crueldad animal, por organizaciones que protegen a los animales tiene su auge en esa fecha cuando ocurre el solsticio de verano pero los comerciantes previendo protestas en contra de esa práctica empiezan desde ya a vender el producto y los clientes, claro está, a comprarlo y consumirlo.
Los protectores de los animales critican este hábito no solo por lo que consideran crueldad sino porque los animales llegan al plato sin pasar controles sanitarios y muchos son perros callejeros envenenados para la ocasión.
Las muestras de rechazo reflejan, en parte, el aumento del nivel de vida de los chinos de a pie, que tienen mascotas, viajan al extranjero y están cambiando de actitud hacia tradiciones que nunca antes habían cuestionado.
Una serie de fotografías fueron expuestas en medios internacionales (vea galería), donde aparecen residentes de Yulin, en pleno proceso de preparación de los perros, en otras también se observa a gatos que están encerrados con el mismo fin.