Este brutal ataque a plena luz del día, sumado al testimonio de la madre de la víctima sobre los vínculos de su hijo con las bandas, reavivó el debate sobre la violencia con armas blancas en el Reino Unido y la influencia de las pandillas en algunos jóvenes.
Kelyan Bokassa, de 14 años, fue atacado el 7 de enero en el barrio de Woolwich, al sur de Londres, y murió poco después de que llegaran los servicios de emergencia.
Los dos acusados, de 15 y 16 años, se declararon culpables.
Este 25 de julio, un juez del tribunal penal de Londres los condenó a cadena perpetua, con una pena mínima de 15 años y 10 meses de prisión.
“Está claro que su intención era matar”, declaró el juez Mark Lucraft durante la audiencia.
Recordó que ambos adolescentes estaban “expuestos a la cultura de las pandillas” y ya habían sido condenados anteriormente por posesión de armas blancas en espacios públicos.
Uno de ellos había sido reconocido por las autoridades, en un informe anterior, como “víctima de esclavitud moderna y explotación criminal”, añadió el juez.
El segundo “creció y fue explotado por bandas desde los 12 años”, describió.