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Ingenieros chilenos desarrollan tecnología antisísmica de vanguardia

La Fundación Imagen de Chile, junto con la Escuela de Ingeniería de la Universidad Católica (UC), dieron a conocer hoy una nueva tecnología antisísmica capaz de reducir ocho veces los daños ocasionados por un terremoto en viviendas básicas, obras públicas y patrimoniales.

La iniciativa, que tiene como objetivo ser exportable a otras latitudes, fue posible debido a que Chile es considerado un “laboratorio sísmico” por sus regulares eventos telúricos, lo que permite a los científicos probar todos los avances con episodios reales.

Según señaló Juan Carlos de la Llera, decano de la Escuela de Ingeniería de la UC y socio fundador de la empresa de diseño Servir, la idea del proyecto es “extraer desde la desgracia, como es un terremoto, una oportunidad de desarrollo científico”.

Los ingenieros estructurales analizaron los datos, costos y variables asociadas a la reconstrucción por los perjuicios que ocasionó el terremoto de 8.8 grados del año 2010 en Chile.

También se hicieron estudios con imágenes obtenidas gracias a la hipertrometría digital, una técnica de vanguardia que permite obtener registro digital de cómo la corteza terrestre se va arrugando con cada episodio telúrico.

“Esto nos permite ver cuánto va cambiando Chile por los terremotos e incluso con las erupciones volcánicas”, aseguró De la Llera.

Otro factor que permitió que surgiera esta tecnología fue la legislación. “Todas las normativas del mundo, incluso la de Chile, admiten que las estructuras se puedan dañar durante un terremoto. Igual que un vehículo cuando choca se arruga, para proteger al ocupante”, dijo el experto.

La tecnología creada considera dos modalidades. La primera de ellas es el aislamiento sísmico.

“Cuando tienes un edificio fijo al suelo y comienza a temblar, la estructura vibra. Es esta vibración la que causa la distorsión de los elementos”, detalló el ingeniero.

“Entonces lo que queremos, conceptualmente, es colgar ese edificio del cielo para que éste no toque el suelo y así no se mueva. Eso son los aisladores sísmicos, que hacen que el edificio resbale con respecto al movimiento bajo de él”, precisó.

Estos aisladores sísmicos están hechos de goma orgánica, un producto natural cuya elasticidad no ha podido ser igualada por materiales sintéticos, permitiendo así su duración hasta 50 años con un desgaste no superior al 10%.

Lo más beneficioso de este tipo de tecnología es su valor: sólo alcanza a unos US$75.1 por metro cuadrado de superficie.

Actualmente esta tecnología se está implementando en un conjunto de viviendas básicas en la localidad de Santa Cruz, en la región de OHiggins en la zona central del país.

También ha sido incorporada en la Basílica de El Salvador, construida en 1874 y ubicada en el centro de Santiago que actualmente está con peligro de derrumbe a causa de los daños que sufrió en los terremotos de 1985 y el 2010.

“Construimos un zócalo por debajo de la basílica, sin tocar la nave central. Esto nos permitió soportar toda la estructura e instalar los aisladores sísmicos para evitar que cualquier otro movimiento de la tierra la pudiera derrumbar”, señaló De la Llera.

La segunda opción creada por los científicos estructurales es la disipación de energía.

“Es lo mismo que tienen los vehículos. Cuando se va por un camino que está malo, uno no se preocupan porque éstos tienen amortiguadores en las ruedas”, expuso De la Llera.

“Eso es lo mismo que nosotros estamos aplicando dentro de los edificios. La idea es incorporar al edificio componentes para que disipen toda la energía del terremoto”, explicó.

Esta tecnología, según De la Llera, ya está implementada en el 80% de los edificios más altos de Perú, en los cuales han participado como asesores a través de la empresa Sirva.

“Nos interesa mucho llevar esta tecnología a otros países como Colombia, Venezuela, México y Guatemala”, agregó el experto.

https://twitter.com/PorteableCom/status/614213031371780096

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