La embajadora francesa en la cumbre, Laurence Tubiana, reconoció que el borrador aún recoge todas las opciones, muchas de ellas contradictorias entre sí, cuenta con más de mil paréntesis y deja sin resolver las dos áreas más conflictivas: la diferenciación entre países desarrollados y en desarrollo, y la financiación a estos últimos.
No obstante, admitió que el documento “indica el deseo de todos de alcanzar un gran pacto la semana próxima”, aunque “todavía no estemos al final del camino” y “la mayor parte de los temas más problemáticos continúan sin resolver”.
55 páginas era el tamaño original del documento
48 es la cantidad que componen el borrador
22 de esas páginas corresponden al pacto en sí
21 a un paquete de decisiones que lo desarrollarían
5 a un anexo con 96 propuestas de cambios introducidas por las partes a última hora.
“Sobre esta base deberán negociar los ministros”, que el lunes a primera hora llegan París, dijo Tubiana, quien advirtió de que su Gobierno “no tiene un plan B” y confía en contar con la versión final el jueves por la mañana, para que los juristas la revisen y los traductores la preparen en los seis idiomas oficiales de la ONU, con el fin de que sea suscrita el viernes.
Tras Tubiana intervinieron en el plenario los portavoces de todos los grupos de negociación, quienes coincidieron con la idea lanzada por la jefa del equipo negociador de la Unión Europea, Elina Bardram, quien dijo que es “un texto aceptable para todos”.
A pesar de haber logrado una base para el futuro pacto universal de lucha contra el calentamiento en la primera semana, la mayoría de los negociadores consultados por Efe reconocen que la labor diplomática que queda pendiente para los ministros es “tremenda”.
“Nos hubiera gustado que el texto hubiera llegado a este punto con muchos más puntos cerrados”, lamentó en el plenario la embajadora de Sudáfrica, Nozipho Mxakato-Diseko, portavoz de los más de 130 países del grupo de negociación G7 más China.
La directora de la Oficina Española de Cambio Climático, Valvanera Ulargui, apuntó, en declaraciones a Efe, que “todas las opciones siguen estando encima de la mesa, no se ha avanzado en ningún punto político”.
Tanto Ulargui como el comisario europeo de Acción Climática, Miguel Arias Cañete, valoraron que “las cuitas de la UE” siguen dentro del acuerdo, tanto en materia de ambición como de mitigación.
“La próxima semana será la del compromiso, cuando se deban cerrar los temas más difíciles”, dijo Arias Cañete en rueda de prensa.
Por su parte, las ONG se mostraron optimistas respecto a “cómo avanza el proceso”, aunque cautelosas “por la lentitud con la que se progresa en el contenido”.
Martin Kaiser, portavoz de Greenpeace, recordó que a estas alturas en la última cumbre en la que se trató de alcanzar un pacto global al respecto (Copenhague, 2009) “había un texto de 300 páginas, frente a las poco más de 20 de acuerdo que hay en París, donde el clima de negociación es mucho más constructivo”.
Kaiser alertó, sin embargo, de que “el acuerdo no está garantizado” y de que, “mientras los ministros vuelan a París, las naciones productoras de petróleo y la industria de los combustibles fósiles estudian cómo hacerlo explotar”.
Tasneem Essop, jefa de la delegación de WWF en la cumbre, aseguró que “los ministros van a tener que correr una carrera contra reloj para asegurar un acuerdo fuerte para el próximo viernes”, día de la clausura de la COP21.