El perro sobrevivió todos estos años gracias a la atención que le prestaban los vecinos, que lo alimentaron e incluso trataron en ocasiones de llevarlo a sus propias casas, aunque Beni siempre se escapaba para regresar al que fue su hogar.
El can se convirtió en el “perro del barrio”, una celebridad local que fue adoptado hace dos años por el Ayuntamiento, que le alimentó y se encargó de darle asistencia veterinaria y de que el servicio de control de animales no se lo llevara a la perrera.
En reconocimiento a su fidelidad, el Ayuntamiento le ha dedicado ahora un estatua de bronce en una esquina de su barrio.