Internacional

Los gigantes de las redes sociales apoyan la justicia racial; sus productos, la debilitan

Hace varias semanas, mientras las protestas estallaban en todo Estados Unidos en respuesta al asesinato policial de George Floyd, Mark Zuckerberg publicó un largo y sincero mensaje en su página de Facebook, condenando los prejuicios raciales y proclamando que “las vidas negras importan”.

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Candace Owens, comentarista conservadora y activista pro-Trump, habla en un evento de la Cumbre de Liderazgo de Jóvenes Negros en la Casa Blanca en Washington, el 4 de octubre de 2019. (T.J. Kirkpatrick/The New York Times)

Candace Owens, comentarista conservadora y activista pro-Trump, habla en un evento de la Cumbre de Liderazgo de Jóvenes Negros en la Casa Blanca en Washington, el 4 de octubre de 2019. (T.J. Kirkpatrick/The New York Times)

Zuckerberg, el director ejecutivo de Facebook, también anunció que su empresa donaría 10 millones de dólares a organizaciones de justicia racial.

En Twitter se dio una muestra similar de apoyo, en la cual la compañía cambió su biografía oficial por un tributo a Black Lives Matter, y Jack Dorsey, el director ejecutivo de la compañía, prometió donar 3 millones de dólares a una organización que combate el racismo fundada por Colin Kaepernick, el ex mariscal de campo de la NFL.

YouTube también se unió a las protestas. Susan Wojcicki, directora general de la empresa, escribió en un blog: “Creemos que las vidas negras importan y que todos debemos hacer más para desmantelar el racismo sistémico”. YouTube también anunció que iniciaría un fondo de 100 millones de dólares para creadores negros.

Muy bien tratándose de un grupo de ejecutivos de tecnología que supuestamente no tienen corazón, ¿verdad?

Bueno, más o menos. El problema es que, si bien estas muestras de apoyo fueron bien intencionadas, no abordaron la forma en que racistas y provocadores partidistas han usado los productos de estas empresas —Facebook, Twitter y YouTube― como arma para socavar Black Lives Matter y otros movimientos de justicia social. Es como si los directivos de McDonald’s, Burger King y Taco Bell se unieran para luchar contra la obesidad con donaciones a una cooperativa de alimentos veganos, en lugar de reducir su conteo de calorías.

A veces nos cuesta trabajo recordarlo, pero alguna vez las redes sociales funcionaron como una herramienta para los oprimidos y marginados. En la plaza Tahrir de El Cairo, en Ferguson (Misuri) y en Baltimore, los activistas utilizaron Twitter y Facebook para organizar manifestaciones y difundir sus mensajes.

Sin embargo, en años recientes, un movimiento reaccionario de derecha ha conseguido cambiar el rumbo. Ahora, algunas de las voces más fuertes y establecidas en estas plataformas pertenecen a comentaristas conservadores y provocadores pagados cuyo objetivo es ridiculizar y trastocar los movimientos de justicia social, en lugar de apoyarlos.

El resultado es una visión distorsionada del mundo que está en desacuerdo con el sentimiento público verdadero. La mayoría de los estadounidenses apoya Black Lives Matter, pero no necesariamente lo sabrías si te desplazas a través de tus redes sociales.

Por ejemplo, en Facebook, la publicación más popular el día del pronunciamiento de Zuckerberg sobre Black Lives Matter fue un video de dieciocho minutos publicado por la activista de derecha Candace Owens. En el video, Owens, afroestadouniense, se quejó de las protestas y dijo que la idea de que la policía tenga prejuicios raciales era un “discurso falso” y se mofó de Floyd describiéndolo como un “horrible ser humano”. Su monólogo, compartido por los medios de comunicación de derecha —y que varias personas me dijeron que habían visto porque el algoritmo de Facebook se los recomendó— fue visto alrededor de 100 millones de veces.

Owens es una agresora en serie, conocida por difundir información errónea y despertar el rencor partidista (su cuenta de Twitter fue suspendida este año después de que alentó a sus seguidores a violar las órdenes de quedarse en casa; Facebook también ha aplicado etiquetas de verificación de hechos a varias de sus publicaciones). A pesar de ello, todavía puede insultar a las víctimas de asesinatos policiales con impunidad ante sus casi cuatro millones de seguidores en Facebook. Lo mismo sucede con otros comentaristas conservadores de alto perfil como Terrence K. Williams, Ben Shapiro y The Hodgetwins, quienes han publicado mensajes en contra de Black Lives Matter que se han hecho virales en las últimas semanas.

En total, siete de las diez publicaciones más compartidas en Facebook que contenían la frase “Black Lives Matter” durante el mes pasado criticaron el movimiento, según datos de CrowdTangle, una plataforma de datos propiedad de Facebook (en Instagram, que también pertenece a Facebook, los mensajes han sido más favorables, tal vez porque sus usuarios son más jóvenes y más liberales). Facebook se negó a hacer comentarios. El 18 de junio, anunció que donaría 200 millones de dólares para apoyar a empresas y organizaciones propiedad de afroestadounidenses y añadió una sección llamada “Lift Black Voices” (que se alcen las voces negras) a su aplicación para recalcar las historias de las personas de color y compartir recursos educativos.

Desde hace años, Twitter ha apoyado el movimiento de Black Lives Matter (¿recuerdan el viaje de Dorsey a Ferguson?), pero también tiene un problema con los racistas y los intolerantes que usan su plataforma para provocar disturbios. En mayo, la empresa descubrió que una cuenta de Twitter que decía representar a un grupo nacional antifa en realidad estaba dirigida por un grupo de nacionalistas blancos que se hacían pasar por radicales de izquierda (la cuenta fue suspendida, pero no antes de que sus tuits que hacían llamados a la violencia fueran compartidos ampliamente). La barra lateral donde se ven los temas de tendencias de Twitter, que muchas veces suelen manipular los troles que buscan secuestrar las conversaciones en línea, se ha llenado de etiquetas provocadoras como #whitelivesmatter y #whiteoutwednesday, a menudo como resultado de campañas coordinadas por extremistas de extrema derecha.

Brandon Borrman, vocero de Twitter, dijo: “Hemos desmantelado cientos de grupos bajo nuestra política contra los grupos extremistas violentos y seguimos aplicando nuestras políticas contra las conductas que motiven el odio todos los días en todo el mundo. Desde #BlackLivesMatter hasta #MeToo y #BringBackOurGirls, nuestra empresa está motivada por el poder de los movimientos sociales para introducir un cambio social significativo”.

También YouTube ha luchado porque sus valores corporativos coincidan con la forma en que sus productos funcionan realmente. La empresa ha mostrado avances en los últimos años en la eliminación de teorías de conspiración y desinformación de sus resultados de búsqueda y recomendaciones, pero todavía tiene que lidiar a cabalidad con la forma en que su cultura de imposición de límites y sus políticas de no injerencia contribuyeron a la división racial durante años.

Por ejemplo, a partir de esta semana, el video más visto en YouTube sobre Black Lives Matter no fueron las grabaciones de una protesta o un asesinato policial, sino un “experimento social” de cuatro años del bromista viral y ex candidato republicano al congreso Joey Saladino, que tiene catorce millones de visitas. En el video, Saladino (entre cuyas provocaciones de YouTube se encuentran beber su propia orina y usar un disfraz de nazi en un mitin de Trump) sostiene una pancarta de “All Lives Matter” en un vecindario predominantemente negro para demostrar que tiene razón en relación con el racismo inverso.

El meollo del asunto no es que las plataformas deban expulsar a gente como Saladino y Owens por criticar Black Lives Matter. Sin embargo, en este momento de ajuste de cuentas raciales, estos ejecutivos deben darse a la tarea de analizar las fuerzas estructurales que están empoderando a los racistas en internet y qué características de sus plataformas están debilitando los movimientos de justicia social que dicen apoyar como una deuda que tienen con sus empleados, sus usuarios y la sociedad en general.

No parecen ansiosos por hacerlo. Recientemente, The Wall Street Journal informó que, en 2016, un estudio interno de Facebook encontró que un 64 por ciento de las personas que se unieron a grupos extremistas en la plataforma lo hicieron porque los algoritmos de recomendaciones de Facebook los guiaron hasta allí. Facebook podría haber respondido a esos hallazgos deshabilitando las recomendaciones de grupos o deteniéndolas hasta poder asegurarse de que el problema se hubiera arreglado. En cambio, archivó el estudio y siguió adelante.

Como resultado, los grupos de Facebook siguen siendo útiles para los extremistas violentos. Esta semana, a dos miembros del movimiento de extrema derecha “bugalú”, que busca desestabilizar a la sociedad y provocar una guerra civil, se les relacionó con el asesinato de un agente federal en una protesta en Oakland, California. Según los investigadores, los sospechosos se reunieron y discutieron sus planes en un grupo de Facebook. Y aunque Facebook ha dicho que excluiría a los grupos de bugalú de las recomendaciones, todavía aparecen en muchas fuentes RSS o ‘feeds’ de las personas.

Rashad Robinson, presidente de Color of Change, un grupo de derechos civiles que asesora a las empresas tecnológicas en temas de justicia racial, me dijo en una entrevista esta semana que los líderes tecnológicos necesitaban aplicar los principios antirracistas a sus propios diseños de productos, en lugar de simplemente expresar su apoyo a Black Lives Matter.

“Lo que veo, en especial en Facebook y Mark Zuckerberg, es algo así como ‘mi más sentido pésame’ después de que algo trágico sucede con las armas: mucha solidaridad, sin tener que hacer nada estructural al respecto”, manifestó Robinson.