Internacional

Tártaros de Crimea viven entre el miedo y la desconfianza como parte de Rusia

Arrestos, desapariciones e incursiones armadas: desde que Rusia tomó el control hace un año de la península ucraniana de Crimea, los tártaros viven con miedo a Moscú, una situación que ha llevado a muchos a abandonar su tierra natal.

BAJCHISARÁI. – Desde el 18 de marzo de 2014, fecha de la firma del tratado de adhesión de Crimea a Rusia, veinte tártaros de Crimea han desaparecido, explica Umerov, diputado de la Asamblea de tártaros de la península.

La mayoría de ellos han sido encontrados, pero cuatro fueron asesinados y otros cuatro chicos jóvenes siguen desaparecidos. Para él, “estas acciones buscan inculcar el sentido de la lealtad hacia las autoridades” en los tártaros de Crimea, una península que, antes de ser ucraniana, perteneció a Rusia hasta 1954.

Una gran mayoría de esta comunidad musulmana de unas 300 mil personas boicoteó el referéndum organizado en marzo sobre la incorporación a Rusia. Desde entonces, entre 10 mil y 20 mil han decidido abandonar la península y mudarse a Ucrania, explica Umerov, quien ha decidido quedarse en su tierra natal.

– ‘Miedo e inseguridad’ –

“En cada familia tártara de Crimea existe un sentimiento de miedo y de inseguridad, aunque estemos en nuestra tierra”, lamenta Elmira Ablialimova.

Su marido, Ajtem Chigoz, vicepresidente de la Asamblea del pueblo tártaro de Crimea (Mejlis), fue detenido a finales de enero, acusado de haber “organizado y participado en disturbios masivos” durante una manifestación contra las autoridades rusas.

Al día siguiente de su arresto, su casa, rodeada de francotiradores, fue registrada por 18 hombres, cuenta Ablialimova, enumerando lo que le ha sucedido a la comunidad tártara: “Desapariciones, muertes sádicas, ataques de los medios de comunicación y arrestos basados en falsas acusaciones”.

Como Chigoz, más de 150 personas han sido objeto de investigaciones similares durante las últimas semanas por haber respondido a una llamada a la manifestación por parte de la Mejlis, según el Comité de investigación local.

La protesta, que tuvo lugar el 26 de febrero de 2014 ante el Parlamento de Crimea, fue el marco de enfrentamientos con los activistas prorrusos, que dejó un balance de dos personas muertas. Unas horas después, soldados fuertemente armados, vistiendo un uniforme sin insignias distintivas, ocuparon el edificio y forzaron a los diputados a votar a favor de la subida al poder de un nuevo gobierno prorruso.

Tras una rápida incursión armada, la Asamblea de los Tártaros de Crimea tuvo que cerrar sus despachos. Sus miembros más importantes fueron expulsados de la península, cuenta Umerov.

Por su parte, las autoridades consideran que los arrestos y los registros solo han afectado a los agitadores políticos y no a los tártaros de Crimea en tanto que comunidad.

– ‘Táctica de intimidación’ –

Quedarse significa tomar una “decisión difícil”, confiesa Lilia Budjorova, corresponsal local de AFP y directora adjunta de la ATR , la cadena de televisión de la comunidad -abiertamente pro-ucraniana-, que emite en tres lenguas, el tártaro entre ellas.

El mes pasado, los locales de su cadena fueron registrados a fondo por unos cincuenta policías fuertemente armados, también en el marco de la operación que investiga la manifestación del 26 de febrero de 2014.

Una “táctica de intimidación”, juzga ella, después de que el gobernador de la península, Serguéi Axionov, advirtiera de que Crimea no necesitaba ningún “medio de comunicación enemigo”. “No puedo respirar aquí, pero no me iré porque esta es mi patria”, apunta. “No me marcharé, aunque seamos blanco de un ataque nuclear”.

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