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La epidemia de COVID-19, que surgió en diciembre pasado en Wuhan -capital de la central provincia de Hubei-, ya mató a cerca de 1 mil 900 y contagió a unas 72 mil en China continental, la gran mayoría en esa región.
Según un informe dado por las autoridades chinas el pasado viernes, seis miembros del personal han muerto y 1 mil 716 han sido contagiados.
La muerte de Liu fue inicialmente reportada por medios chinos y blogueros poco después de la medianoche del martes, pero la información fue más tarde eliminada y reemplazada con reportes de que los médicos todavía estaban tratando de salvarlo.
Después de que los informes iniciales de su muerte fueran negados, el hospital dijo a la AFP que los médicos le estaban dando tratamiento que le salvaba la vida.
La muerte de Liu trajo a la memoria el fallecimiento de un oftalmólogo de Wuhan, Li Wenliang, un médico que había alertado a las autoridades al comienzo de la epidemia, y que fue reprimido y amonestado por las autoridades.
El deceso de Li desató el malestar popular contra las autoridades, acusadas por mal manejo de la crisis y de no haber reaccionado a tiempo.
Este martes, en las red social china Weibo, muchos usuarios lamentaron el fallecimiento de Liu y lo compararon con el de Li.
En ambos casos, sus muertes fueron reportadas inicialmente en los medios de comunicación estatales -posteriormente eliminadas- y sus muertes negadas, antes de ser finalmente confirmadas.
“¿Todos han olvidado lo que le pasó a Li Wenliang? Intentaron por la fuerza resucitarlo después de su muerte”, escribió un usuario de Weibo.
Otro comentario dijo que Liu “murió anoche, (pero) algunas personas son adictas a torturar cadáveres”.
Un etiqueta acerca de la muerte de Liu alcanzó 29 millones de visitas la tarde del martes.
Muchos médicos en Wuhan han tratado a los pacientes sin mascarillas o trajes de protección adecuados o han usado varias veces el mismo equipo, cuando deben cambiarlo con regularidad.