La pareja comenzó entonces a buscar un vientre sustituto. Una amiga y la hermana de McKinnon pensaron hacerlo, pero después cambiaron de opinión. Fue entonces cuando su madre intervino.
“Como familia tenemos que ayudarnos”, dijo Navarro al periódico The Salt Lake Tribune (http://bit.ly/1a40CaE ).
Navarro fue sometida a inyecciones de hormonas durante tres meses antes de que el embrión fertilizado por su hija y yerno pudiera ser implantado. Los médicos dieron un 45% de probabilidades de éxito del implante debido a su edad. No obstante, el procedimiento fue un éxito y Navarro dijo que ha tenido un embarazo tranquilo.
Como sucede en otros casos de vientres sustitutos, la pareja y Navarro requirieron de tres meses de asesoría.
“Los sicólogos querían asegurarse de que sabíamos en qué nos estábamos metiendo, que estuviéramos preparados mentalmente”, dijo McKinnon.
“La mayoría de los contratos se hacen con gente que no conoces. Fue raro hacer un contrato con mi mamá”.
No se aclaró qué tan frecuente es que una mujer lleve en su vientre a su propia nieta, pero informes de prensa recientes han detallado hechos similares.
El año pasado, una mujer de 53 de años residente en Iowa dio a luz a sus nietas gemelas.
En el 2012, una mujer de 49 dio a luz a su nieto en Maine.
McKinnon dijo que está agradecida y sorprendida por la oferta de su madre, que alivia algunos de los obstáculos financieros que enfrentan los padres que buscan un vientre sustituto.
De acuerdo con la ley de Utah, las madres sustitutas deben tener al menos 21 años, tener estabilidad económica y haber dado a luz una vez.
Las parejas deben estar casadas y se les permite ofrecer un pago razonable a la sustituta.
En promedio, las parejas gastan unos US$60 mil en procedimientos médicos y pagos a la sustituta, pero McKinnon dijo que gracias a la oferta de su madre ahorrarán casi la mitad de esa cifra.
Tanto ella como su madre dijeron que sus lazos se fortalecieron con la experiencia.
El nacimiento de la niña está programado para principios de febrero.