María es la madre de toda la esperanza, que con sus desvelos y disposición a dar un sí al llamado del Padre, ejemplifica a la mujer de hoy.
La Virgen “se nos aparece en ese instante como una de tantas madres de nuestro mundo: valiente hasta el extremo cuando se trata de acoger en el vientre la historia de un nuevo hombre que nace”, expresó el Papa.
El sufrimiento de María camino a la crucifixión de Jesús refelja la valentía de las madres para con sus hijos, expresada con su presencia, allí al pie de la cruz.
“Las madres no traicionan. Y en aquel instante, al pie de la cruz, ninguno de nosotros puede decir quién sufría una pasión más cruel: aquel hombre inocente que muere en el patíbulo de la cruz, o la madre que sufre una agonía acompañando los últimos instantes de la vida de su hijo”, enfatizó el Pontífice.