Abe dijo que el anuncio de entregar US$200 millones en ayuda no militar para combatir al grupo Estado Islámico —hecho durante su visita al Medio Oriente pocos días antes de que esa organización extremista pidiera un rescate de US$200 millones por los dos rehenes— tenía por objetivo mostrar el compromiso de Japón para combatir al terrorismo e impulsar la paz y estabilidad en la región.
Algunos sectores han puesto en entredicho esa decisión bajo el argumento de que Abe debió ser más cuidadoso y no mencionar al grupo Estado Islámico por su nombre.
En respuesta a la pregunta de un legislador de oposición, Abe confirmó que estaba al tanto de la situación de los rehenes cuando hizo el anuncio.
“Mientras la sociedad internacional trata de restaurar la paz y estabilidad en el Medio Oriente creí que sería apropiado visitar esa región y que debía transmitir mi mensaje al mundo desde ahí”, dijo.
“Creí que anunciar la contribución de Japón para cumplir con nuestra responsabilidad ayudaría al esfuerzo de la comunidad internacional para combatir el terrorismo y evitar su crecimiento”.
El ministro opinó que no cree que se haya incrementado el riesgo de ataques terroristas luego de las amenazas que se vertieron en un video, que muestra a presuntos integrantes del Estado Islámico prometiendo que atacarán a los japoneses y que harán del cuchillo que blande el asesino de Goto la “pesadilla” de ese país.
No obstante, Japón incrementó las medidas de seguridad en aeropuertos y otros medios de transporte público, así como en instalaciones del país en otros lugares como embajadas y escuelas.
La bandera que ondea en la residencia de Goto fue colocada a media asta en duelo por Goto y el otro rehén, Haruna Yukawa, un aventurero aficionado a las armas que presuntamente fue asesinado previamente.
Por su parte, en un comunicado difundido este lunes, la esposa de Kenji Goto dijo estar devastada pero orgullosa de su marido.
En el comunicado publicado a través de la fundación Rory Peck, con sede en Gran Bretaña, Rinko Jogo pidió privacidad para su familia mientras enfrenta la pérdida y agradeció a quienes los habían apoyado.
“Sigo estando muy orgullosa de mi marido, quien informó de la difícil situación de gente en zonas de conflicto como Irak, Somalia y Siria”, dijo.
“Su pasión fue resaltar los efectos sobre la gente normal, especialmente a través de los ojos de los niños, e informarnos al resto de las tragedias de la guerra”, añadió.
Goto partió a Siria en octubre, solo unas semanas después del nacimiento de la hija pequeña de la pareja. Poco después, fue capturado por la milicia extremista.
El fracaso para salvar a Goto suscitó temores por la vida del piloto de un caza jordano también capturado por los insurgentes radicales.
Jordania renovó ayer una oferta para intercambiar a una presa de al-Qaeda por el piloto, el teniente Muath al-Kaseasbeh, que fue capturado en diciembre cuando su avión cayó cerca de la capital de facto del grupo, Raqa, en Siria.
El portavoz del gobierno jordano, Mohamed al-Momani, dijo que “seguimos estando dispuestos a la entrega” de la presa Sajida al-Rishawi, condenada a muerte por ahorcamiento por su implicación en un triple atentado con bombas en Amán en 2005. Al-Rishawi tiene lazos familiares cercanos con la rama iraquí de al-Qaida, precursora del grupo Estado Islámico.
Tras días sin conocer novedades, la familia de al-Kaseasbeh pidió al gobierno información sobre su situación, pero para la familia y amigos de Goto, su asesinato hizo pedazos cualquier esperanza para su rescate.
Según informaciones, Jordania y Japón mantuvieron negociaciones indirectas con los insurgentes radicales a través de líderes tribales iraquíes, pero a última hora del viernes el viceministro nipón de Exteriores informó de un estancamiento en esos esfuerzos.