Paralelamente al anuncio de Trump, el fiscal general, William Barr, emitió una declaración en la que aseguró que el Departamento de Justicia activará a las 56 oficinas de la Fuerza de Tareas Conjunta del FBI para identificar a “grupos radicales y agitadores externos” que aprovechan para “seguir su propia agenda”.
“La violencia instigada y llevada a cabo por la Antifa y por otros grupos similares en relación con los disturbios es terrorismo doméstico y será tratada en consecuencia”, advirtió Barr.
Estos grupos, según Barr, “han secuestrado protestas pacíficas y están involucrados en violaciones de la ley federal“, previniendo “la reconciliación”, por lo que el Gobierno no puede “dejar que tengan éxito”.
¿Quiénes son Antifa?
El movimiento antifascista estadounidense, conocido como Antifa, es un pequeño movimiento radical que, tras la llegada de Trump a la Casa Blanca, se han hecho cada vez más activos contra las manifestaciones de los supremacistas blancos.
La palabra “antifa” proviene de antifascismo y comenzó a utilizarse a comienzos de la década de 1930 en Alemania para denominar a grupos socialistas que le plantaban cara al surgimiento del nazismo.
En las últimas dos décadas grupos antifascistas en Estados Unidos hicieron campaña por asuntos sociales.
“Creemos y peleamos por un mundo libre de fascismo, racismo, sexismo, homo/transfobia, antisemitismo, islamofobia y intolerancia“, dijo en su cuenta de Twitter esta semana Antifa New York.
Pero el objetivo principal era bloquear el resurgimiento de neonazis y grupos de blancos supremacistas. Uno de los más antiguos, el Antifa de Rose City, Oregón, impidió en 2007 un festival de música organizado por neonazis.
Sus tácticas incluyen denunciar públicamente a extremistas de extrema derecha y organizar contraprotestas. Pero desde que la elección de Trump en 2016 renovó los bríos de grupos de derecha, Antifa se lanzó a confrontarlos directamente y a la desobediencia civil destructiva.
¿Qué ha hecho Antifa en Estados Unidos?
Los activistas de la Antifa son a menudo identificados por Trump y sus seguidores como “alt-left”, contrapuestos a la “alt-right” (derecha alternativa) que apoyan al gobernante y que engloba a los grupos ultranacionalistas bancos.
Durante la investidura de Trump, el 20 de enero de 2017, miembros de Antifa destrozaron ventanas y quemaron un auto en Washington.
En agosto de ese año estaban a la cabeza de contra manifestaciones cuando supremacistas blancos y neonazis marcharon en Charlottesville, Virginia, donde se produjeron batallas campales.
Desde entonces, ambas partes se han enfrentado en varios lugares, entre ellos Portland y Berkeley, California.
Antifa, según el Servicio de Investigación del Congreso, no tiene una organización nacional ni un líder. El servicio la describe como una entidad “descentralizada, radical, de grupos o individuos afines”.
La mayoría no son violentos, dice el informe, pero “una parte de los miembros del movimiento Antifa quiere cometer delitos para promocionar sus creencias“.
La Antifa ha aparecido en muchas actividades de la ultraderecha en los últimos años, incluida la contramanifestación de una marcha de supremacistas y neonazis de agosto de 2017 en Charlottesville (Virginia), en la que un racista mató a una mujer y causó una veintena de heridos al arrollar con su vehículo a una muchedumbre.
En esa ocasión Trump generó una fuerte polémica al responsabilizar de la violencia tanto a los grupos neonazis como a los manifestantes de izquierda, y asegurar que había gente “muy buena” entre los supremacistas blancos.
Esa afirmación fue duramente criticada por miembros de la oposición demócrata y dentro de su propio partido, que consideraron que era una reacción tibia que protegía a los racistas.
¿Antifa impulsa las protestas por la muerte de George Floyd?
Fuera de Trump y sus aliados, funcionarios federales y locales dicen que los disturbios generalizados de la última semana involucran a muchos grupos, tanto de derecha como de izquierda, y entre ellos, pero no solo, Antifa.
“Varios grupos terroristas domésticos de derecha e izquierda están instigando y cometiendo actos de violencia y saqueos”, tuiteó Marco Rubio, presidente del Comité de Inteligencia del Senado.
La red ABC News reportó que el Departamento de Seguridad Interior cuenta con documentos de inteligencia que acusan a actores de ambos extremos del espectro político.
En Minnesota, donde comenzaron los disturbios, funcionarios dicen que los instigadores de la violencia son blancos nacionalistas, izquierdistas, anarquistas y hasta traficantes de drogas.
Mark Bray, un historiador que ha estudiado a Antifa, dijo que ciertamente activistas de esa organización están involucrados. Apuntó que su dispersa estructura, formada de pequeñas células, hace imposible saber cuántos son.
“Básicamente, no hay suficientes anarquistas o grupos Antifa para desatar por sí mismas tanta destrucción“, escribió Bray en el diario The Washington Post.
¿Trump puede considerarlos terroristas?
Probablemente, no. Estados Unidos carece de normas para calificar a grupos violentos domésticos de terroristas; como ocurrió con Al Qaida o Estado Islámico.
El Gobierno de Estados Unidos tiene una lista de organizaciones internacionales y países a los que considera como terroristas, pero no existe un estatuto de terrorismo interno.
La Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU) criticó inmediatamente el anuncio de Trump de calificar a este grupo como “terrorista” y dijo que muestra que “el terrorismo es una etiqueta inherentemente política, de la que fácilmente se abusa y está mal utilizada”.
“No hay autoridad legal para designar un grupo (terrorista) interno“, dijo en un comunicado la directora del proyecto de seguridad nacional de Aclu, Hina Shamsi.
Aunque la designación mundial de terrorista es una poderosa herramienta que permite detener y encarcelar a cualquiera que exprese apoyo a esos grupos, eso no se aplica dentro de Estados Unidos por una simple razón: una ley así, temen muchos, tentaría a un líder a aplicarla contra rivales políticos
No obstante hay presiones para endurecer la calificación de delitos, especialmente debido a los frecuentes tiroteos masivos contra negros y judíos perpetrados por blancos nacionalistas desde hace años.
El director del FBI Chris Way dijo en febrero en el Congreso que los supremacistas blancos serían investigados de la misma forma que los simpatizantes de Estado Islámico y que se utilizarían equipos antiterroristas de la entidad.
Aunque el Fiscal, General Barr, señala a Antifa como una fuente de disturbios, tiene limitaciones para trasladar la investigación a esa fuerza antiterrorista. Indicó que el foco debe ponerse en crímenes federales que involucren cruzar fronteras de estados para participar en disturbios.