Internacional

Republicanos que dieron la espalda a Trump en la encrucijada

Durante la campaña electoral, reconocidos políticos republicanos dieron por perdida la batalla frente Hillary Clinton y le dieron la espalda a Donald Trump, ahora están en la encrucijada.

La dupla presidencial electa de EE. UU. Donald Trump (c) y Mike Pence (i), salen de una reunión con Mitt Romney (d). (Foto Prensa Libre: AFP).

La dupla presidencial electa de EE. UU. Donald Trump (c) y Mike Pence (i), salen de una reunión con Mitt Romney (d). (Foto Prensa Libre: AFP).

Durante la campaña electoral, la ex gobernadora republicana de New Jersey Christine Todd Whitman —por ejemplo— comparó a Donald Trump con Adolf Hitler y dijo que una victoria del magnate generaría un caos en el país. Su desazón con el candidato de su partido fue tal que apoyó a la demócrata Hillary Clinton.

Ahora, cuando jóvenes republicanos le preguntan si deberían incorporarse al gobierno de Trump, Whitman se las ve en figurillas para responderles.

“Yo me manejaría con cautela”, dijo Whitman, quien fue directora de la Agencia de Protección Ambiental durante el gobierno de George W. Bush. “Van a tener que hacer lo que les diga el presidente”.

Decenas de dirigentes, empresarios y funcionarios elegidos rompieron filas tras el triunfo de Trump en las internas partidarias y se negaron a apoyarlo en la elección general. Ahora encaran una decisión difícil: ¿Se suben al tren de Trump o dejan que se vaya sin ellos?

“Es el presidente”, expresó el senador Bob Corker, quien apoyó a Trump. “La gente va a tener que estar dispuesta a hacer todo lo posible para trabajar con él”.

El candidato presidencial republicano del 2012 Mitt Romney, que alguna vez dijo que Trump era un “impostor” y un “fraude”, figura entre los candidatos a secretario de Estado. El senador Ben Sasse, uno de los principales detractores de Trump en el Congreso, ha exhortado a sus partidarios a apoyar a Trump y la gobernadora de Carolina del Sur Nikki Haley, que criticó a Trump pero es otra posible aspirante a secretaria de Estado, se reunió con el magnate jueves.

Haley terminó votando por Trump, pero cuestionó su idea de vetar la entrada de los musulmanes y dijo que Trump “no me gusta demasiado”. Trump, por su parte, respondió con un tuit en el que sostuvo que Haley era “una vergüenza” para su estado.

Sasse y otros detractores de Trump en el Congreso creen que el vicepresidente electo Mike Pence, quien fue también legislador, podría despejarles el camino para ocupar algún cargo en el gobierno.

Limar asperezas es más difícil para generaciones de republicanos que se pasaron ocho años preparando el terreno en centros de estudios, universidades y corporaciones. En años normales, cuando un partido nomina a alguien, todo el mundo cierra filas en torno a ese candidato. Eso no fue lo que sucedió en esta ocasión, en que Trump fue muy cuestionado incluso desde adentro de su partido.

Resta por verse si Trump le abrirá las puertas a estas figuras. Trump debe llenar más de 4.000 plazas, una tarea sumamente ardua para alguien sin experiencia de gobierno. Además, es bien sabido que es bastante rencoroso.

Eso es algo que alarma a muchos republicanos con ambiciones que hablaron mal de Trump, sobre todo en el área de la seguridad nacional. Decenas de republicanos expertos en esos temas firmaron cartas en las que dijeron que Trump “haría peligrar la seguridad nacional y el bienestar de nuestro país”.

Peter Feaver, quien trabajó en la Casa Blanca durante la era de Bush hijo y firmó las cartas, duda que Trump vaya a nombrar a alguien que participó en esa campaña. Opinó que los firmantes figuran en la práctica en una “lista negra”.

Pero instó a republicanos críticos de Trump que no firmaron las cartas a que acepten servir bajo el gobierno de Trump.

“Es nuestro presidente y si les pide que sirvan al país, no deberían responder automáticamente que no”, manifestó Feaver, profesor de la Duke University. “Estoy alentando a la gente que sé que es buena a que se postulen porque quiero que este equipo se rodee de la mejor gente posible”.

Desde la elección, ha habido algunos contactos informales entre los dirigentes que hablaron mal de Trump y el equipo del magnate. Y las conversaciones no siempre fueron positivas.

“Me preocupa un poco lo que escucho de las reacciones de la gente que lo rodea y que parece pensar que ‘ganamos y ustedes perdieron. No intenten colarse ahora en nuestra fiesta”’, expresó Whitman. “Eso es contraproducente”.

Entre los republicanos se debate si las consideraciones patrióticas deben pesar más que el malestar con el estilo de conducción de Trump.

Eliot Cohen, exfuncionario del Departamento de Estado que fue uno de los impulsores de la primera carta, dijo que un amigo allegado a la gente de Trump le pidió que propusiese nombres para ocupar cargos en el gobierno.

Pero le molestó tanto la respuesta a sus sugerencias que decidió escribir un artículo de opinión en el Washington Post diciendo que los conservadores no deberían aceptar puestos en el gobierno de Trump.

Sostuvo que al servir en el gobierno de Trump podrían “comprometer su integridad y su reputación”.

No todo el mundo está de acuerdo. Eric Edelman, asesor de seguridad nacional del vicepresidente Dick Cheney durante el gobierno de Bush hijo, dijo que no espera ser tenido en cuenta porque criticó duramente a Trump durante la campaña, pero recomienda a sus correligionarios que al menos escuchen lo que tienen que decirles por una cuestión de “patriotismo”.

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