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¿Cómo la Policía Celestial puede enfrentar el crimen en México con ayuda divina?

"¿Quieres estos dólares o quieres balazos?", le preguntaron unos sujetos a Leonel Guillermoprieto cuando era policía federal hace más de diez años.

“No tengo ningún balazo en el cuerpo; agarré los dólares”, dijo la semana pasada el dirigente de la autodenominada “Policía Celestial”, una organización de policías cristianos en México.

La “Policía Celestial”, que opera en un país laico y de mayoría católica, está integrada por cerca de 5 mil 200 policías federales y locales, además de militares, algunos de ellos en activo, y su principal objetivo es eliminar la corrupción entre uniformados oficiales.

Las policías mexicanas están bajo los reflectores ante la explosión de la violencia en el país, pues en muchos casos las propias autoridades están coludidas con los criminales.

Guillermoprieto, de 37 años y con un porte de gigante gracias a sus 1.94 metros de estatura, confía en alejar a los agentes de la corrupción principalmente a través de los “Operativos celestiales”: visita corporaciones en todo el país para contar su pasado y acercar a los policías a sus creencias.

Parte del testimonio que predica es la forma en la que acabó en prisión tras ser corrompido y dejar la policía federal.

“Me empecé a ir a Centroamérica a comprar droga para mandarla a Europa; empecé a juntar mucho dinero”, dice el exagente a la AFP.

Sin embargo, fue detenido en Guatemala y estuvo encarcelado en prisiones federales en Estados Unidos, en donde podía pasar como mínimo 25 años.

En la cárcel

En prisión cuenta que se unió a un grupo de reos cristianos, y por eso considera el 22 de septiembre de 2007 como inicio de su organización. “La consideramos la fecha en la que el fundador, o sea yo, me entregué a Jesucristo”, dice en una cafetería de Tlalnepantla, un suburbio de la Ciudad de México que está entre las 50 alcaldías más peligrosas del país.

Leonel pasó solo 15 meses en la cárcel, pues según su testimonio, al momento de recibir sentencia, el fiscal en lugar de acusarlo comenzó a defenderlo. “Quien me sacó de la cárcel fue Dios, para servirle”, dice antes de ponerse el uniforme de la “Policía Celestial”.

La organización que preside está estructurada como cualquier cuerpo de seguridad: hay distintos mandos territoriales y sus miembros llevan uniformes muy parecidos a los de un policía federal mexicano, aunque en lugar de un símbolo de seguridad llevan una cruz y una biblia. Ninguno de ellos va armado.

La lógica es que una vez que los agentes conozcan sus testimonios y se acerquen al cristianismo, abandonen cualquier práctica corrupta y actúen conforme a las leyes.

Cifras alarmantes

La violencia en México se acentuó hace más 10 años con el inicio de una ofensiva militar del gobierno contra el crimen organizado, que desde entonces ha cobrado más de 186 mil muertos, según cifras oficiales. Tan solo mayo fue el mes con el mayor número de asesinatos en el país con 2 mil 186 homicidios.

Algunas autoridades hoy reconocen sus limitaciones para enfrentar al crimen.
En Tlalnepantla “tenemos 250 policías activos para cubrir 265 colonias (barrios)”, dice a la AFP Eduardo Aguilera, miembro de la “Policía Celestial” y jefe policíaco de esa localidad.

Entre dudas

La presencia de policías abiertamente cristianos genera dudas en un país laico en donde la ley separa claramente la religión del Estado.
Leonel y su grupo aseguran ser respetuosos. El titular de la “Policía Celestial” afirma que si su organización visita una corporación policial lo hace en los 10 minutos que dura un cambio de turno, sin interrumpir la labor de los agentes.

  • La ofensiva contra el crimen organizado que comenzó hace 10 años ha dejado 186 muertos
  • En mayo último, México registró 2 mil 186 homicidios

Lo hacemos respetando el Estado laico. Se trata de que la iglesia no intervenga en los asuntos del gobierno y que el Estado le dé la facultad a los funcionarios de tener y no tener una religión”, dice el expolicía.

Además de la limitación que impone la ley, el grupo asegura enfrentar amenazas de otros policías.
“Muchos compañeros, lejos de creer en Dios están con Satanás, rindiendo cultos que ofrecen sacrificios y brujería”, dice.
Pese a ello, confía en que su organización tendrá éxito. “Si nos mataran haciendo lo que Dios nos dijo que hiciéramos, nos vamos a morir felices”.

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