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Luis Bradley  “No me cruzo de brazos”

Después del concierto de bocinas en el tránsito de la ciudad en las primeras horas de la mañana y un poco más de 30 minutos para llegar a Boca del Monte, un grito de “pasen adelante” fue la bienvenida en la casa del exjugador de Comunicaciones Luis Bradley, quien lucha todos los días contra la esclerosis lateral amiotrófica que padece desde noviembre del 2013.

Para contribuir en el tratamiento del exjugador Luis Bradley está disponible la cuenta monetaria del Banco Industrial 007-549169-1, a nombre de Glenda Carranza. (Foto Prensa Libre: Norvin Mendoza)

Para contribuir en el tratamiento del exjugador Luis Bradley está disponible la cuenta monetaria del Banco Industrial 007-549169-1, a nombre de Glenda Carranza. (Foto Prensa Libre: Norvin Mendoza)

“Estaba todo normal con mi academia de niños y mi familia, era un sueño hecho realidad”, expresa un emocionado Chicho Bradley, apodo que recuerda le puso su amigo Guillermo Castañeda, exgerente de campo crema por el jugador de Boca Juniors Mauricio Cerna —por su forma de jugar—.

La vida le cambió cuando comenzó a sentir debilidad en el lado derecho de su cuerpo.

“Sentía poca fuerza en la mano derecha. Un día un niño en la academia me dijo que le amarrara el zapato y fue difícil. Me costaba quitarme la camisa, era más lento”, asegura el exjugador de Aurora, Amatitlán y Mixco.

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La enfermedad

El primer diagnóstico para Bradley, de 35 años, fue un infarto cerebral, pero un segundo examen confirmó las sospechas.

“Viví los mejores años de mi carrera con Comunicaciones. Si uno está con Dios se puede sobreponer a todo. Mi soporte es mi familia. Nada ni nadie me quitará mis sueños”.

“Investigamos en internet y sabíamos lo que venía. La confirmación de la enfermedad fue el 7 de marzo del 2014, dos días después de su cumpleaños”, asegura Glenda de Bradley, su esposa.

“Nunca me quebré, tenía la fortaleza de Dios porque tiene un propósito para mí y mi familia. Esto no es una enfermedad, es un proceso en mi vida”, comenta Luis Wellington.

Sus hijos Brandon, de 12 años, y Halley, de 7, son quienes motivan a Bradley para sobrellevar la enfermedad que los médicos catalogaron como un “loteriazo al revés”, puesto que en su caso no fue hereditario y que la posibilidad de contraerla es de uno en un millón.

“Con la nena hacemos chiste de todo, jugamos y la pasamos bien. El nene como ya se da cuenta me ayuda y es mi bastón, me da su apoyo como hijo”, expresa sonriente.

Luis Bradley combina sus días entre terapias en el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social y sus canchas llamadas Haldon, en Boca del Monte, donde su hermano Wesley, de 18 años, es quien lo apoya en las labores diarias.

“Los lunes, miércoles y viernes recibo terapia por la mañana y en la noche voy a las canchas porque son los torneos. Martes y jueves por la tarde tengo la academia”, comenta.

Sus recuerdos

Bradley integró siete años en Comunicaciones equipo al que llegó en el 2003 procedente de Amatitlán tras recibir el llamado el dirigente Jorge Aparicio. Después de eso pasaron cinco años para que lograra el primero de los dos títulos de liga, además de uno de Copa.

“Sos la mufa —mala suerte— bromeaban conmigo mis compañeros porque pasaron tantos años sin ser campeones. En Comunicaciones pasé los mejores años de mi carrera, sobre todo, porque hice amigos y conocí grandes jugadores”, asegura.

Entre sus recuerdos están su debut internacional con los cremas y su único gol en clásicos —244—.

“Alguien hizo un saque de banda que Tránsito Montepeque peinó con la cabeza, dominé con el muslo derecho y no dejé que la pelota cayera y la metí en el ángulo de la portería de Jaime Penedo”, relata con una sonrisa.

“Mi debut internacional fue en la Concacaf en Estados Unidos. En el hotel, Horacio Cordero —técnico en ese momento— dijo: van en el medio Martín Machón y Luis Bradley, yo no me lo esperaba”, expresa.

Luego de revivir algunos de sus mejores momentos con las fotografías que adornan la sala de su casa, Bradley despidió la visita con la siguiente frase: “Mientras haya vida, hay esperanza. No me cruzo de brazos y nada ni nadie me quitará mis sueños”.

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