Guatemala

Mara planificó 242 asesinatos

En un promedio de 14 meses, los cabecillas de la Mara Salvatrucha pudieron haber ordenado 242 muertes, entre estas de guardias del Sistema Penitenciario, así como de comerciantes, pilotos del transporte público y dueños de viviendas que se opusieron al pago de extorsiones y a integrantes de la misma pandilla.

Guardias del Sistema Penitenciario han sido víctimas de ataques armados ordenados por el consejo de la Mara Salvatrucha, desde las prisiones.

Guardias del Sistema Penitenciario han sido víctimas de ataques armados ordenados por el consejo de la Mara Salvatrucha, desde las prisiones.

Según una investigación de la Unidad contra las Extorsiones del Ministerio Público (MP), los hechos criminales que se vinculan con este grupo delincuencial ocurrieron entre el 2010 y el 2011.

En las pesquisas, el MP desveló que desde la cárcel de alta seguridad El Boquerón, ubicada en Santa Rosa, se formó un consejo de nueve cabecillas que tenía el control de la pandilla a escala nacional.

No existe una orden jerárquica entre ellos, sino que los nueve tienen la misma autoridad y el poder de decisión.

El MP determinó la identidad de estos hombres considerados los jefes de esa pandilla: Ronald Bosbely Choc Alemán (1983), alias el Sexy; Asencio Esquité González (1970), el Cepy; Manuel Enrique Santizo Palala (1983), el Snoopy; Julio Ismael Ortiz Aguilar (1973), el Chapín; Carlos Antonio de León Ramírez (1978), el Gato; Jaime Noé Lira Morales (1985), el Huevón; el salvadoreño Amílcar Galindo Torres Rosales (1975), el Garrobo; Édgar Eduardo Salazar Santana (1981), el Espydy, y uno más, quien ya recobró su libertad, y por seguridad, los fiscales no proporcionaron su identidad.

Los ocho sindicados purgan condenas por otros delitos, la mayoría por asesinato.

Los jefes de esa organización criminal actuaban con total libertad en la prisión para reunirse, coordinar y planificar las muertes por las que se les señala.

La audiencia de primera declaración será hoy en el Juzgado Primero A de Mayor Riesgo.

El MP los sindicará como autores intelectuales de 242 muertes, perpetradas durante el 2010 y el 2011.

La investigación determinó que ninguna de esas muertes se podía ejecutar si el consejo no la ordenaba.

La Fiscalía buscará convencer a la jueza Patricia Flores Polanco para que los ligue a proceso como responsables de esos crímenes.

Las pruebas

El MP estableció la identidad de los cabecillas de la organización criminal por medio de métodos especiales de investigación, como escuchas telefónicas, colaboradores eficaces, testimonios de víctimas, testigos protegidos y expandilleros, quienes en su mayoría admitieron que existía un consejo que discutía sobre los asesinatos y que las decisiones venían de arriba hacia abajo.

Mientras los cabecillas permanecían en prisión utilizaban la visita de familiares o amigos, incluso abogados, para hacer llegar su mensaje.

Los jefes de cada grupo que controlaba determinado territorio tenían que cumplir la orden.

Bien organizados

Una de las características de esta pandilla es que tiene capacidad de logística y es específica para cometer sus fechorías.

Investigadores afirmaron que los sicarios que trabajan para esa organización fueron certeros con el objetivo a eliminar.

“En el momento de matar a una persona, si está en compañía de alguien, van directamente a la víctima y al acompañante no lo atacan”, dijo un investigador.

Esa es una diferencia que tienen con la pandilla opositora, la Mara 18, que actúa indiscriminadamente cuando “eliminan” a una persona. Si la víctima no está sola, matan al acompañante.

Dentro de la organización cada integrante tiene definido su papel: una persona se encarga de avisar al sicario que debe matar a una persona. Otro integrante lleva al asesino al lugar para ejecutar la orden; otra persona en una motocicleta lo espera para sacarlo del lugar en que se cometió el crimen.

Después de cometido el hecho, el sicario debe entregar el arma de fuego que utilizó para que sea guardada en una casa destinada para ello.

Ningún integrante del grupo criminal puede estar armado sin la autorización de los cabecillas.

Las armas del grupo son utilizadas para ultimar a sus víctimas y luego deben ser devueltas.

La mara designa a un responsable de cuidar el armamento que tienen —pistolas nueve milímetros, revólveres y armas de asalto—.

Dejan huella

Varios informes científicos han determinado que los salvatruchas son los responsables de varios crímenes indiscriminados.

Cuando se recogen las evidencias en el lugar donde ocurre una muerte, los investigadores han comprobado que esa organización criminal es la que cometió ese acto ilícito, informa el MP.

Uno de los investigadores explicó que esa banda criminal domina las zonas 6, 12, 18, algunos municipios de Guatemala y ciertos sectores de la provincia.

En esos sitios es donde matan a sus víctimas, pues son territorios bajo su control, señalan los fiscales.

El MP estableció mediante análisis balísticos que las armas utilizadas en esos lugares están ligadas a las que la Mara Salvatrucha tiene en su poder.

Quiénes mueren

Esta banda desafía a la autoridad al ordenar las muertes de custodios penitenciarios, según las pesquisas.

Cuando no están de acuerdo con las decisiones que asume la Dirección del Sistema Penitenciario, de orden y disciplina, el consejo contraataca.

Cuando se ven afectados con la restricción de visitas, comida, objetos que piden ingresar y la visita conyugal es cuando “demuestran su poder”, explican los investigadores.

Al cometer esos actos criminales, la operación es aún más cuidadosa, refieren.

“El consejo decide el día, hora y lugar para matar a un custodio, por lo que se debe cumplir al pie de la letra”, según expuso un investigador.

Los encargados de llevar a cabo la orden no pueden fallar, de lo contrario tendrían consecuencias en su contra, agregó.

En el mejor de los casos, tiene otra oportunidad para cumplir, dijo.

Entre el 2010 y 2011 cometieron siete ataques conta la autoridad, que incluyen la Policía Nacional Civil, la mayoría de casos en la capital y Quetzaltenango.

El grupo extorsiona para obtener recursos para la organización, afirman fiscales.

Las víctimas son pilotos del transporte colectivo de pasajeros, comercios y viviendas en todo el país, según la investigación.

De acuerdo con las pesquisas, cada uno de los jefes que están libres son quienes recogen el dinero exigido.

Además, el grupo mantiene un control estricto para hacer llegar los montos que deben recibir los integrantes del consejo.

Por recoger el dinero de la extorsión, cada cobrador recibe en promedio Q200 semanales, dijeron los investigadores.

Mientras más alto es el cargo dentro de la estructura más remuneración recibe el pandillero, explica un investigador.

Los integrantes de la mara deben cuidarse de entregar todo el dinero que reciben como producto de los delitos, no tienen que perder el arma de fuego que les entregan ni conversar con alguien de la banda rival, explican los fiscales.

Entre pandilleros, los errores se pagan con la muerte.

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