ECLIPSE
Alegría ajena para millones
Para una parte de la población esta es una de las épocas más bellas del año, ya sea por sus convicciones religiosas, por la oportunidad de disfrutar con la familia o porque hay descansos, convivios, posadas, compras, regalos, abrazos y felicidad.
Este año extrañamos las presentaciones de El Cascanueces, que se vio afectado porque a los integrantes del Ballet se les ha negado permanentemente una remuneración digna, como amerita su trabajo que nos alegra el espíritu.
También tuvimos un sabor amargo que nos tocó endulzar con el ponche al enterarnos de las tragedias de la última semana: asesinatos, accidentes, víctimas que no verán el año venidero, familiares que están de luto por las crueldades que provocan manos criminales.
Algunos están ansiosos por las expectativas de ocupar cargos en las entidades del Estado, al fin que ya el presidente Morales les dijo que hay bastantes puestos para todos. Otros empezaron, en medio de las fiestas, su campaña para llegar a la “Corte Celestial”, eufemismo con el que conocemos al alto Tribunal que dice lo que la Constitución dice y que tiene así la última palabra. Allí son apetecibles no solo el salario, los privilegios y otros jugosos bonos, sino el gran poder que esos altos dignatarios concentran en todos los ámbitos de la vida nacional.
Los del primer quintil pasaron renegando del tránsito en el camino que los lleva a la satisfacción que produce comprar, ya sea para consumo propio o para obsequiarle a sus seres queridos y amistades. Espléndidas cenas navideñas con exquisitos manjares, finos licores y brindis se escucharon en esas mesas privilegiadas. No es crítica, es la realidad.
Otros, ya sea por volar a la felicidad que provoca estar con sus seres queridos o porque el deseo era experimentar estas fiestas en lejanas tierras, están de viaje, son afortunados y privilegiados al tener esta invaluable oportunidad. Muy contentos los comerciantes que lograron buenas ventas y ganancias.
Los que han de haberla pasado muy mal, recordando tiempos mejores, son los que se encuentran en prisión preventiva, detenidos por los escándalos de corrupción, defraudación aduanera y otros delitos que han provocado un repudio inconmensurable por lo impúdico y descomunal de su ambición, que no solo los privó de su libertad sino que dejó una secuela de frustración, desconfianza y crisis en el Estado y en la sociedad.
Los que han cumplido con su trabajo a cabalidad, quienes han realizado buenas acciones, los que han contribuido a construir un mejor país, los cristianos de convicción y de corazón, seguramente se han regocijado recordando la inspiración de esta conmemoración, que no es para vestirse de oro y plata.
Particular relevancia tienen la costumbre de los pobladores de San Martín Jilotepeque, Rabinal, San Juan Comalapa y Patzún, según relatan los expertos y cronistas, quienes narran la tradición conocida como la “Carrera o la corrida del Niño Jesús”, la cual rememora la huida de Egipto para salvarle la vida. En esta tradición participan los Cofrades, con un Niño Dios en los brazos o en una caja de madera adornada con flores de pascua, paxte y hojas de pino.
Lágrimas y plegarias son obligadas por los 300 niños menores que a diario abandonan el país sin que se vislumbre alguna salida con sentido humano para ese permanente éxodo, no realizado en esta época únicamente.
En nuestro imaginario debe estar siempre visible el abandono y la miseria en la que se encuentra la mayoría, quienes no pueden celebrar estas fiestas. Millones de niños gozaron en sus ranchos con piso de tierra, al ver “en la lejanía las bombas pirotécnicas que explotaron en el cielo”; no tuvieron regalos y ni siquiera comieron lo indispensable para satisfacer sus necesidades calóricas. Los demás, la minoría, somos afortunados. ¡Felices fiestas!
iliaalamilla@gmail.com