La Bestia: canción de cuna
Como puede verse, tales peligros también se corren aquí aunque no se emigre. Incluso, se suma a esa lista una propia, endémica, y es la siguiente: reclutamiento o asesinato de jóvenes por parte de las maras, asaltos en buses, muerte por robo de teléfonos; policías y soldados en las calles que llevan contra la pared a quienes “tienen aspecto de marero”; robo de propiedades; cobro pandillero de “bono mundialista”, “bono navideño”, “de Semana Santa” y “bono 14”; tiendas con barrotes; cierre de panaderías, sastrerías y otros negocios pequeños debido a las extorsiones; mala calidad alimentaria por falta de controles sanitarios; malnutrición debido al monopolio de la carne, pollo, salchichas y otros alimentos. Tampoco hay en Estados Unidos, que yo sepa, presos que extorsionan desde las cárceles.
Los indocumentados no pueden caminar con entera libertad por las calles de Estados Unidos, es cierto, pero en su propio país tampoco. Aquí se prohíbe ingresar a residenciales, avenidas “privadas” y no se permite la toma de fotografías en centros comerciales —negativa que solo aplica para personas de aspecto sencillo, por supuesto—; además no deben sentarse “inapropiadamente” en las bancas en dichos lugares.
La divulgación de los padecimientos sufridos por quienes intentan llegar a aquel país se ha vuelto virus en los medios. Más bien, bacteria. Por estos días se promueve una canción feísima que habla de la Bestia.
Es verdad que quienes viajan de esa manera se enfrentan al infierno, pero aquí el infierno es harto familiar. Así que su cancioncita cursi pueden darla por canción de cuna. Y si todo lo anterior es de por sí desconcertante, hay una confusión mayor y es que canales como Disney o Nickelodeon “promueven la diversidad”.
Pareciera que no hay racismo, ya que niños de todos los colores cantan la misma canción, se abrazan y se enamoran. Al mismo tiempo, noticieros difunden que estudiantes latinoamericanos y afrodescendientes triunfan pese a que llegaron indocumentados.
Como respuesta —no a la pobreza y la inseguridad, sino a la mala fama que le provoca— el gobierno de Otto Pérez dice que perseguirá a los coyotes. De acuerdo, pues hay comercio humano; solo me pregunto si no debería, además, prohibir el uso del dinero de los “ilegales” captado por los bancos que ofrecen multiplicar las remesas.
Lo digo porque es contradictorio que se asegure tanta desgracia y al mismo tiempo los anuncios digan que doña Mariíta es feliz, igual que don Pedrito, porque sus hijos le envían dinerito desde Estados Unidos. ¿En qué quedamos? Si las remesas son negocio feliz, ¿por qué se dice a los muchachos que allá solo irán a comer Mac?
Comparada con la publicidad, la pésima calidad de vida, el mal gobierno y la hipocresía del cine, la televisión y el mercado, la Bestia es solo un corderillo, y uno bien mamón.
@juanlemus9