LA ERA DEL FAUNO

Camioneta en hombros

Juan Carlos Lemus @juanlemus9

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Érase una multitud cargando en hombros un bus. Así de horrenda, la pesadilla de un señor con dengue. Males del trópico. La fiebre sube y baja como zancudo que flamea deshilachándose al Sol. El drama o melodrama es el de una persona que escribe una opinión para este diario, pero tiene dengue. 360 grados de piquetazos a la sombra. Eligió escribir sobre la SS -no la nazi, la Semana Santa- y no lo dejan en paz los desvaríos provocados por un animal.

Espero se comprenda que voy saliendo de esa enfermedad, la cual no le deseo a nadie. Casi a nadie. Por si de algo sirve, los pasos para adquirir dengue son los siguientes: invoque un maldito zancudo que porte saliva infectada con el virus de otra persona. Puede ser de gente decente o no, desconocida o despreciada. El animal le ensartará el pico en la nuca, la cara o el brazo. Antes de que usted reaccione instintivamente con un palmazo, ya le habrá metido su saliva en el torrente sanguíneo. Y listo.

Sus nervios, pulmones, riñones y estómago acogerán el virus de otra persona que le atacará los tejidos linfáticos. Navegará por su sangre, matando aquí y allá con enjundia todos los glóbulos blancos que se le atraviesen para dejarlo medio muerto. Entonces, usted sentirá dolor hasta en el alma. Se sentará a escribir esta columna sobre la SS, pero no le saldrá nada interesante. Los pensamientos saldrán raspados, como salían bajo los alambrados los soldados de antes. Se le cruzarán ideas absurdas como estas: Me operaría las ojeras. Qué pedazo de animal es Zuckerberg. Voy a intentar escribir greguerías: “Del ayote, uno se come la celulitis”. O mejor, se me ocurre que puedo escribir un perreo.

Ya intentar la escritura de un perreo denuncia cómo alguien se despeña por los cañaverales de su propia ruindad. Bueno, no exageremos. Podría ser un perreo parodia, culto, solo por jugar; para que no me lapidaran, en vez de describir un sofoco de perros diría “hagamos tropezar nuestras partes íntimas y estimulemos los ímpetus”.

Es domingo de Resurrección. Estos días son hermosos siempre y cuando no se sufra dengue o similares. Ya estoy sano, queda poca fiebre, se nota. Los glóbulos que no fueron vencidos contraatacaron insolentando a los nervios y enardeciendo a los riñones. ¡Adelante! Salud o muerte, pulmones de anfibio; ningún virus podrá jamás contra la vida. Mejor, escribamos otra greguería: “El plátano tiene zíper, mal colocado”.

Por si se lo estaban preguntando, lo de soñar a una multitud cargando un bus fue cierto. Una pesadilla como la realidad. Afortunadamente, se trata de un dengue de mala calidad. Si fuese hemorrágico, severo como el que atacó a mi sobrina que hasta requirió transfusiones de sangre, no escribiría esta semana ni nunca más. Lo mío es quebrantahuesos, fiebre y escribir tonterías como un perreo.

Es domingo de Resurrección, decía, uno de los días más hermosos del año. Hasta hace pocas décadas los días previos a este los niños no podían reírse, correr ni hablar en voz alta; los adultos no podían hacer sus cosas. Las memorias de un viejo contra las de un niño, ¿cuál tiene más onzas de peso? No por tener más pensamientos adentro se pesa más. El conocimiento no se pesa por onzas. No se librea.

Perdonen tanta mezcolanza, pero junto al dolor de huesos empezaba a fastidiarme la tortura de la hoja en blanco, así que me dije, bueno, voy a compartirla. Suframos todos. Pensamientos finales: “La coliflor reclama estatus de flor en la sala”. Agradezco a mis glóbulos por su victoria. “Del Helicobacter pylori, bosque sagrado es el brócoli”. “Si no es obesa, no es hamburguesa”.

@juanlemus9

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