PERSISTENCIA

Camus, Sartre y la violencia

Margarita Carrera

|

Mucho se ha escrito acerca de Camus y Sartre, sobre sus encontradas posturas frente a la violencia.

Basándome en dos documentos: La peste, de Camus, y el Prefasio, de Sartre, a la obra de Frantz Fanon, Los condenados de la tierra, haré una breve reseña sobre el tema en mención.

Para ello, hay que destacar, primeramente, la marcada diferencia que separa a Camus de Sartre. Mientras Camus es un pensador —un humanista que se declara a favor de la libertad—, Sartre es un ideólogo —un hombre atado a sus ideas, adherido a la concepción materialista de la historia—, la cual nos remite a la maquiavélica frase inhumana: “El fin justifica los medios”.

En su novela La peste, Camus, a través de Tarrou, da a conocer su pensamiento sobre la justicia humana. Las declaraciones de Tarrou vienen a ser confesiones de Camus, quien, en una época de su vida, perteneciera al Partido Comunista: “…en consecuencia hice política, como se dice. No quería ser un apestado, eso es todo. Llegué a la convicción de que la sociedad en que vivía reposaba sobre la pena de muerte y combatiéndola, combatía el crimen… Naturalmente, no sabía que nosotros también pronunciábamos a veces grandes sentencias. Pero me aseguraban que esas muertes eran necesarias para llegar a un mundo donde no se matase a nadie… Al fin comprendí, por lo menos, que había sido yo también un apestado durante todos esos años en que con toda mi vida había creído luchar contra la peste. Comprendía que había contribuido a la muerte de miles de hombres, que incluso la había provocado, aceptando como buenos los principios y los actos que fatalmente la originaban…”. Para concluir: “Por eso me he decidido a rechazar todo lo que, de cerca o de lejos, por buenas o por malas razones, haga morir o justifique que se haga morir…”.

A Camus le interesa más el presente que el porvenir utópico de la humanidad. Según él, el escritor no ha de estar al servicio de ninguna ideología porque esta conduce siempre al encierro y a la pugna. Por ello declara: “Frente a la sociedad política contemporánea, la única actitud coherente del artista es el rechazo sin concesiones”, pero nunca la violencia y la muerte.

Como consecuencia, repudia las abstracciones inhumanas que olvidan al hombre de carne y hueso, al individuo, como lo hace cualquier ideología partidista que degenera, tarde o temprano, en voraz apetito de dominación y deseo de poder.

El rasgo más destacado del humanismo de Camus es su solidaridad con el sufre —sin hacer discriminación alguna—: en el mundo “hay plagas y víctimas, y nada más… Por esto decido ponerme del lado de las víctimas para evitar estragos. Entre ellas, por lo menos puedo ir viendo cómo se llega a la tercera categoría, es decir, a la paz”.

Totalmente opuesta es la concepción que Sartre tiene de la justicia humana. Como ideólogo —que reniega del pensador— es de una lucidez difícilmente superable. Su actitud frente al hombre y su destino, que él llama “historia”, es ofuscada, presa de su encuadramiento dialéctico y sumisión política.

Si Camus rechaza la violencia e intenta “comprender” a todos los humanos sin distinción de clases y “no ser enemigo mortal de nadie”, Sartre, por lo contrario, justifica la violencia, la cual será el remedio que curará las injusticias sociales. A su pregunta: “¿Sanaremos?”, se responde: “Sí. La violencia, como la lanza de Aquiles, puede cicatrizar las heridas que ha infligido” la codicia humana. Ya antes ha escrito “…esa violencia irreprimible —la del colonizado víctima del colonizador de que nos habla Fanon—, lo demuestra plenamente, no es una absurda tempestad ni la resurrección de los instintos salvajes ni siquiera un efecto del resentimiento: es el hombre mismo reintegrándose”.

Cuando la ira del colonizado estalla, “éste recupera su transparencia perdida…”. La guerra tiene, entonces, justificación: “…consideramos su guerra como el triunfo de la barbarie…”.

ESCRITO POR: