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Cine comprometido

Francisca Gómez Grijalva

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El 15 de este mes concluyó la VII muestra de cine documental internacional memoria, verdad y justicia en la ciudad de Guatemala. Este esfuerzo coordinado por el cineasta alemán, Uli Stelzner, ha contribuido a desterrar la desmemoria, desenmascarar la historia oficial, a repensar la búsqueda de respuestas y estrategias políticas multiculturales, pluralistas, creativas, innovadoras y pacíficas para luchar contra el statu quo.

Desde sus inicios, en el 2010, el equipo organizador se esforzó por la proyección de un amplio abanico de filmes que aportaran a la construcción de pensamiento crítico, conciencia social y política. La incorporación del foro como herramienta pedagógica para debatir y dialogar con activistas sociales, defensoras, defensores de derechos humanos o con las y los realizadores de los documentales fue sumamente útil.

A mi manera de ver, provocó el interés de profundizar en nuestros análisis y reflexiones sobre cómo las distintas problemáticas y violencias estructurales a nivel nacional e internacional han tenido y tienen su origen en una misma matriz opresora, represora, negadora y violadora de derechos individuales y colectivos: el depredador sistema capitalista neoliberal eurocéntrico.

En esta muestra se presentaron 28 películas de 25 países del mundo y algunas muestran la estrecha relación entre política, religión, economía y militarismo; sistemas de dominación utilizados por las élites blancas conservadoras para cercenar capacidades políticas, arremeter contra las reivindicaciones democráticas, coartar libertades y la dignidad individual y colectiva en países expoliados, marginalizados, explotados y empobrecidos en África, Latinoamérica y Oriente Medio. Otras películas abordaron cómo la irracionalidad del eurocentrismo blanco en nombre del “progreso”, “la civilización” y “el nacionalismo” ha sido cómplice de genocidios y crímenes de lesa humanidad cometidos en varios países, muchos de los cuales siguen impunes como el genocidio guatemalteco e indonesio.

Merece la pena destacar que este espacio nos brindó a la sociedad guatemalteca capitalina, la oportunidad de acceder a las pantallas del cine para conocer las acciones contra-hegemónicas protagonizadas por movimientos sociales de mujeres, juventudes, pueblos subalternizados, que resisten, cuestionan y desafían al sistema mundial hegemónico racista, sexista, clasista y excluyente, responsable de las innumerables injusticias e impunidad en el pasado y en la actualidad.

En el cierre, Uli expresó que hay pocas probabilidades de que la muestra siga promoviéndose, porque para hacerlo realidad, ha requerido lidiar con las limitaciones económicas, la represión a través del miedo, la autocensura y el exilio temporal.

Parafraseando a Uli, es lamentable que en Guatemala se privilegie el cine alienante, antes que el cine social y crítico que aporta nuevos conceptos para construcciones culturales de resistencias ante la cultura dominante. Personalmente agradezco al equipo organizador que defendió el espacio y apostó por la continuidad del proyecto hasta su VII edición.

Entonces ¿Cómo defenderemos el cine documental comprometido en Guatemala?, ¿Qué compromisos asumiremos?

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