ESCENARIO DE VIDA
Ciudad ecológica
En mis viajes recientes, desde Panamá hasta Canadá, por Francia o Italia, Noruega, o Corea y el resto de Centroamérica, he querido encontrar la ciudad ecológica ideal, y comprobar cómo la población demográfica en aumento cambia las fachada de sus ciudades o cómo se ajustan a los nuevos tiempos sin perder su identidad. He prestado atención sobre cuáles son las similitudes y diferencias de la expansión de las ciudades, y lo que las hace memorables ante la gente local y los turistas. Estando en el siglo XXI, sus áreas verdes cobran cada vez mayor importancia, especialmente entre la gente joven que desea calidad de vida. En la elección de alcaldes, los ciudadanos de muchas partes del mundo toman todo esto muy en serio.
En un contexto mundial de adaptación al Cambio Climático, las áreas boscosas dentro de la ciudad son prioritarias. Por ello, los guatemaltecos deben dejar vivos sus bosques del casco capitalino en vez de botarlos para el desarrollo urbano sin una planificación ordenada. Con el establecimiento y creación de parques ecológicos dentro de la ciudad, los deslizamientos se evitarían, se priorizaría el saneamiento ambiental y la protección de las fuentes de agua, menciona la organización ecologista Fundaeco, que busca promover esta ciudad modelo. Se percibe como un conjunto de áreas con bosques remanentes, lo que es clave para materializar este sueño donde converjan la arquitectura y el paisaje junto a los anhelos de la gente. El proyecto lo vemos con los parques ecológicos que promueve Fundaeco, y Cayalá es el parque modelo de la propuesta ambiental de formar el Cinturón Ecológico Metropolitano. Sin embargo, para hacer este sueño realidad, las autoridades, desarrolladores, arquitectos y constructores deben poner de su parte.
En nuestra ciudad capital, los barrancos son nuestros tesoros, pues constituyen el corazón verde que late en los últimos remanentes boscosos del municipio de Guatemala. En este corazón de bosque de cinco mil hectáreas hay una importante diversidad biológica que muchas veces descartamos. No se extrañen al saber que los barrancos son el hogar de mil 500 especies de plantas, 115 especies de aves, 40 especies de mamíferos, 750 especies de insectos, 12 morfoespecies de arácnidos, 76 especies de reptiles y 50 especies de mariposas. Cuando los barrancos se vuelven parques ecológicos contribuyen al bienestar de todos.
Muchos de mis lectores quizás recordarán cuando eran niños y “barranqueaban”, objeto de los más gratos recuerdos de sus juegos de infancia. No querrán que a sus hijos les falten. Estos tesoros ecológicos no deben ser basureros ni vistos como inservibles. Tienen una función y es por ello que el resto de los sitios que integren el cinturón deben, desde ya, ser seleccionados y apartados como áreas de conservación, para que a las futuras generaciones les hayamos garantizado la biodiversidad dentro de la ciudad, un pulmón de oxígeno, y el resguardo de nuestras fuentes de agua. ¡Adelante, Fundaeco, para que lleguemos a ser la primera ciudad ecológica de Centroamérica. www.tropicalrainforest.org